El consumo de vino aumentó en Estados Unidos en el 2009, acumulando 16 años seguidos de crecimiento
14 de mayo de 2010
A la vista de los datos aportados por Gillespie, se podría suponer que la crisis habría tenido escasa influencia en la sociedad norteamericana. Nada más lejos de la realidad. Con datos del informe presentado por Danny Brager, responsable del Equipo de Bebidas Alcohólicas de la Compañía Nielsen, se han detectado consecuencias de la recesión económica en el sector: “El consumidor organizó su ocio en casa; se buscaron precios más baratos por botella y se apostó más por productos conocidos que por nuevos experimentos. Además, distribuidores y hosteleros se afanaron en una reducción de sus inventarios”. El efecto de todos esos factores no impidió el crecimiento de ventas de vino, “tal vez porque se dio un cambio de tendencia y la gente cambió el consumo fuera por el particular, en su casa”. El estudio realizado por Nielsen en marzo también analizaba la evolución en las importaciones de vino por países. En este caso, contrastan dos tendencias: frente al descenso en países más tradicionales –Italia y Francia–, crecieron las botellas procedentes de nuevos productores –Chile, Argentina y Nueva Zelanda–. En ese contexto, España mantuvo un crecimiento más tímido que estos últimos, pero que le diferenció de otros productores tradicionales. Por otra parte, y en lo referente a variedades de uva, la que más creció fue la Pinot Noir, pero una de las que experimentó un incremento más destacado fue la Tempranillo, cuyo consumo subió un 24%.
En cuanto al vino español, Danny Brager avanzó una serie de oportunidades: desde el punto de vista poblacional, señaló que el mayor crecimiento en los últimos años se ha producido en la de origen hispano, que ya suponen el 16% de los norteamericanos y que se calcula que en el año 2050 representarán el 30%. “Esta tendencia ya se aprecia en la adaptación que hacen muchos comercios y restaurantes a los gustos de la cocina hispana. En cuanto al origen del vino, los hispanos prefieren los caldos españoles (23%), por delante de los argentinos (20.6%) y chilenos (19,2%)”, aseguró.
También se refirió al interés creciente por la cocina generado por la recesión y al aumento de ciudadanos que comen en casa. “Hay más demanda de programas de cocina, más tráfico en Internet sobre el tema y se activan foros sobre aspectos como el maridaje de los vinos”. Esta referencia a la cocina y sobre todo a la española, así como a la preferencia de los estadounidenses por ella, la hizo también Rafael del Rey, director del Observatorio Español del Mercado del Vino, quien apuntó una salida para el vino español en el mercado de Estados Unidos a través del maridaje. “Los consumidores ya conocen la cocina española: vamos a unir el vino a ella, les vamos a informar de como maridarlo a través de las etiquetas”, ha explicado. En palabras de Del Rey, el mercado estadounidense presenta grandes posibilidades porque “no rechaza los vinos españoles, simplemente no los conoce”. El director del Observatorio Español del Mercado del Vino invita a abrir un espectro de mercado más amplio a través de diferentes precios e incluso formatos. Así, el ponente expuso que su observatorio lleva a cabo un estudio que vislumbra posibilidades de éxito en un mercado consumidor cada vez más extenso.
Finalmente, Paul Wagner, presidente de la empresa Balzac Communications & Marketing, hizo hincapié en que las ventas de vino pasan por apelar a los sentimientos: “Hay que seducir al consumidor a través de un buen relato, vender sensaciones y establecer relaciones”, según Wagner, quien ante la saturación del mercado aconsejó “diferenciarse”. Así, con el propósito de asegurar las ventas, el conferenciante apostó por eliminar los tres niveles –productor, distribuidor y consumidor– y comunicar directamente con el consumidor. “Hay que venderles relatos y no datos. La gente quiere enamorarse del vino, abrir una botella y hacer un viaje maravilloso. Y eso es lo que hay que darles”, concluyó Wagner.