Entrevista a Miguel Ángel Gayubo, presidente de la Ruta del Vino Ribera del Duero

La Ruta del Vino Ribera del Duero celebra su 15 aniversario con un crecimiento del +81% en el número de visitantes desde 2009 hasta la llegada de la pandemia y de un +308% en el número de adheridos adscritos hasta 2021. Ribera del Duero no sólo es un destino turístico inteligente, sostenible y accesible, sino que además se ha convertido en la nueva meca gastronómica para Michelin. De todo ello hablamos con su presidente, Miguel Ángel Gayubo.

Es un amplio territorio que abarca parte de cuatro provincias, Burgos, Segovia, Soria y Valladolid, con el río Duero como compañero de viaje en sus 115 km de este a oeste. Paisajes salpicados de campos de cereal, viñedo y pequeños montes en los que las bodegas se erigen como un elemento más.

La Ruta del Vino funciona como el mecanismo de un reloj en el que cada pieza es fundamental para que marche correctamente. Desde la bodega más grande a la última empresa de ocio, pasando por cada oficina de turismo, restaurante, alojamiento o museo, todos y cada uno de nuestros adheridos y asociados son agentes en activo que con su labor de anfitrión, hacen posible este bonito proyecto de promoción turística.

Han sido 15 años vibrantes en los que hemos tenido que afrontar retos de todo tipo. Hay que tener en cuenta que cuando se comenzó con la Ruta no había nada creado, ni imagen ni web ni un sencillo folleto por lo que todos los que formamos parte de este consorcio la hemos visto nacer y transformarse, adaptándose a la demanda y siempre con la excelencia turística como emblema.

Solemos decir que hay una Ribera para cada persona y creo que refleja con fidelidad lo que el turista se encuentra. Tenemos viajeros que repiten una y otra vez y nos recomiendan a amigos y familiares porque al visitarnos siempre encuentran opciones de ocio distintas que los hace querer repetir. Sin embargo, también nos valoran mucho por el carácter acogedor que tenemos, que se replica en cada pueblo de la Ribera y que los sorprende gratamente porque encuentran una identidad propia en cada zona pero un mismo espíritu y forma de vivir.

Es muy heterogéneo, como decía antes, hay una Ribera para cada persona y eso hace que nos elijan turistas de muy variado perfil. Nos frecuentan mucho las parejas, las familias con niños – cada vez más deseosas de hacer enoturismo adaptado a los más pequeños – y también los grupos de amigos. A la mayoría le gusta el vino, como simples aficionados y, por otro lado, tenemos al que no le gusta pero ve en nuestra ruta el plan perfecto para su próximo viaje porque le ofrecemos todo lo necesario para una experiencia inolvidable.

Imagen, cercanía, y, por supuesto, una fuente de ingresos. Además de estos beneficios que son obvios, creo que la labor pedagógica que se hace desde los departamentos de enoturismo es, probablemente, la que tiene más valor aunque sea intangible. Dar a conocer la viticultura y elaboración de nuestros vinos contribuye a preservar un legado con más de 2.000 años de historia en nuestra comarca. En una visita a una bodega se habla de todo lo que el cliente quiera: arqueología, paisaje, tecnología, sostenibilidad, agricultura, gastronomía, patrimonio… el vino tiene ese poder de estar presente en tantos campos de nuestras vidas que un elemento transmisor de cultura magnífico.

Soy firme defensor del asociacionismo y siempre he pensado que se llega mejor a tu destino si lo haces en compañía. Por lo tanto, solo puedo ver beneficios en pertenecer a la Ruta. De entrada, superas una auditoría de calidad que te da un valor añadido para diferenciarte, puedes entrar en contacto con otras empresas que tienen la misma filosofía que tú en cuanto al enoturismo, te beneficias de una promoción que no podrías llevar a cabo, probablemente, si lo tuvieras que hacer con tus propios medios y se te abren posibilidades como la asistencia a ferias, mercados de contratación, recibir viajes de prensa y misiones inversas para operadores de viajes… Por no hablar de los proyectos punteros a los que la ruta siempre se suma y que están vinculados a la digitalización, sostenibilidad y accesibilidad.

Es muy sencillo, manejamos una masa de recursos muy amplia y tenemos mucha visibilidad en los principales buscadores de internet, esto a largo plazo nos puede perjudicar si no controlamos correctamente que esos recursos estén bien ubicados e integrados en todos los sistemas de búsquedas. Con este mapeado lo que estamos haciendo es corregir posibles errores detectados y mejorar la experiencia del viajero que, además de ubicar el restaurante que está buscando, por ejemplo, podrá acceder a otro tipo de información valiosa como puede ser la localización de un parque para perros, una fuente de agua potable, zonas recreativas o de descanso, localizar el inicio de una ruta de senderismo y descargarse el track de la ruta, etc. Esto se está realizando con una tecnología libre y 100% integrable en las plataformas de mapas, mediante Open Layers. El viajero navegará por nuestro mapa encontrando una experiencia mejorada y a nosotros nos ayudará, por otro lado, con el posicionamiento y valoración del cliente.

Tenemos una amplia oferta cultural en la que los jóvenes se ven representados, desde Sonorama-Ribera a la Gran Fiesta de la Vendimia así como las visitas teatralizadas a bodegas subterráneas, los cursos de cata, los concursos de tapas… Por otro lado, el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Ribera del Duero está haciendo un trabajo excelente desde hace años acercándose al público joven y creo que, como Ruta, somos afortunados porque esto nos ha ayudado mucho a ubicarnos como destino para este segmento de nuestros clientes.

Por supuesto y, me atrevo a decir que las bodegas deben explorar más esta vía. Es comprensible que se tenga una visita estándar que permita al turista comprender todo el proceso de elaboración pero cada bodega encierra una historia y un legado sobre el que organizar la visita. No obstante, en nuestra Ruta cada vez se ofrecen distintos tipos de visita en bodega, desde la que se centra en viñedo a la que ofrece multiaventura, la que reduce la visita a instalaciones para ampliar el tiempo de cata con un aprendizaje divertido y fácil, visitas musicalizadas o teatralizadas, para niños…

Si nos centramos en el Observatorio de Rutas del Vino de España como única fuente de datos oficiales de nuestro sector, vemos que 2 de cada 10 turistas son internacionales lo que nos sitúa en el marco de turismo nacional. No obstante, hay mucho turista internacional que nos visita por otros motivos como el patrimonial y gastronómico por lo que se entiende que esa cifra podría ser mayor. Si cogemos como referencia el prestigio de la marca de vino Ribera del Duero, podemos estar más que contentos de ser una de las zonas de vino favoritas a nivel mundial y eso, al final, contribuye al enoturismo.

Creo que todos augurábamos unas consecuencias mucho más negativas, a pesar que estamos viviendo la mayor crisis turística de la historia. El turismo es resiliente por naturaleza y estamos acostumbrados a ciclos económicos muy extremos de los cuales siempre salimos fortalecidos. Aquí en Ribera del Duero se han notado los efectos debido a los cierres y que las medidas restrictivas de Castilla y León han sido, probablemente, las más rígidas del país. De todas formas esto también ha despertado un deseo del propio castellano de hacer patria y visitar la región y, como Ruta, nosotros hemos estado desde el minuto uno sembrando ese sentimiento de volver a “riberarse” y la gente ha respondido bien. Obviamente los efectos se han dejado notar aunque creo que esta pandemia merece una lectura más a medio plazo para analizar sus consecuencias reales.

Sí, curiosamente cuando nos preparábamos para encajar bajas de empresas derivadas de los efectos económicos de la pandemia lo que empezamos a recibir es muchas peticiones de alta. Muchas empresas han diversificado objetivo o, simplemente, han puesto al día proyectos que tenían a medio rematar como la creación de departamentos de relaciones públicas y enoturismo. Esto ha propiciado que durante los meses más oscuros de pandemia, fueron muchas las empresas que solicitaron entrar en la Ruta.

Creo cada vez más en el servicio personalizado, en una carta amplia y abierta de servicios ya sean en bodega o en alojamiento. Estoy convencido también que seremos cada vez más digitales y sostenibles y, en ese sentido, Ribera del Duero es alumna aventajada porque estos dos compromisos forman parte de nuestro ADN desde el minuto uno de la creación de la Ruta.

Si hablamos como Denominación de Origen, estoy convencido que la labor de su Consejo Regulador seguirá centrada en una autorregulación exigente que nos siga posicionando como un vino único y excelente a nivel mundial, con un alto compromiso en viticultura sostenible y a la vanguardia de la técnica.

Si nos referimos a la comarca, creo que hoy en día nadie cuestiona el lazo que une a los ribereños con el vino de la zona, que nuestra forma de vivir está íntimamente ligada al vino y al enoturismo. Como destino anfitrión tenemos que seguir ofreciendo lo mejor de nosotros mismos y como sociedad, preocuparnos por preservar la población en nuestros pueblos y reivindicar infraestructuras y servicios que son necesarios para que esta comarca siga siendo punta de lanza de la economía rural de la región.