Entrevista a José Luís Benítez, director general de la Federación Española del Vino

En el marco de la Barcelona Wine Week, que se celebrará del 3 al 5 de febrero en el Recinto Montjuïc de Fira de Barcelona, el director general de la Federación Española del Vino responde a esta entrevista para explicar qué situación atraviesa el sector en estos momentos, qué nos depara 2025 y hacia dónde tienen que enfocarse nuestras bodegas para crecer en el futuro.

Yo creo que 2024 ha sido un año de luces y sombras, según las zonas o los indicadores en los que nos fijemos. Pero, en general, creo que debemos ser moderadamente optimistas. Es cierto que hay algunas regiones con mayores problemas de comercialización que otras y esto lógicamente provoca tensiones puntuales, pero si vamos a los últimos datos disponibles sobre consumo nacional observamos un crecimiento del 2,8% en el interanual a octubre y varios meses seguidos de incrementos. Ligero, sí, pero crecimiento al fin y al cabo.

Por lo que respecta a las exportaciones, vemos en 2024 una tendencia a la disminución de los volúmenes, pero un crecimiento en valor que, si somos capaces de consolidar en los mercados, puede ser algo muy interesante, ya que es una de las grandes asignaturas pendientes del vino español. Así, los nueve primeros meses de 2024 se cerraron con un aumento en valor del 1,5% a pesar de una caída en volumen del 4,7%, lo que en general nos indica que están incrementando los precios medios de nuestros productos en el exterior.

EE UU sigue siendo a día de hoy el primer mercado mundial en valor, también para España. Y creemos que todavía existe un gran potencial para nuestros vinos, si no hay causas externas que generen distorsiones en el mercado o barreras adicionales. China, tras varios años de estancamiento e incluso de retroceso como mercado importador de vino, parece que en el primer semestre de 2024 ha vuelto a incrementar sus importaciones y eso es una muy buena señal a la que habrá que estar atentos. Por lo demás, mercados de alto valor para el vino español como México, Canadá o Japón son desde luego buenas oportunidades para seguir creciendo. Por último, me gustaría destacar la oportunidad que se abre en Brasil tras el acuerdo alcanzado entre la UE y el Mercosur y que podría acabar con los elevados aranceles y otras trabas al comercio que hasta ahora han impedido un mayor desarrollo de este mercado.

Resumiendo mucho diría vender, vender y vender. El sector tiene el desafío de mejorar su comercialización a la vez que incrementa y consolida su valor.

Si nos vamos al plano más político o de marco legislativo, que es el que más nos toca a nosotros desde la FEV, en 2025 hay varias cuestiones clave sobre las que tendremos que estar muy encima. Por ejemplo, la reunión de Alto Nivel de Naciones Unidas sobre Enfermedades No Transmisibles en un clima de creciente presión ‘anti-alcohol’ por parte de algunos gobiernos –entre ellos el nuestro– e instituciones que generan un excesivo ruido que no ayuda en nada a la imagen de nuestros productos y que responden a intereses ideológicos que, en la mayoría de los casos, tienen poco o nada que ver con un problema real de salud pública. Y menos en el caso de nuestro país.

A nivel europeo, 2025 será también un año importante para tratar de armonizar las normas de etiquetado en el seno de la UE y evitar iniciativas nacionales que puedan romper con el mercado único, como ya hemos visto en el caso de Irlanda. Además, a lo largo de los próximos meses deberemos definir los cambios en la próxima OCM (Organización Común de Mercados) del Vino para el periodo más allá de 2027 y esto será fundamental para la competitividad y sostenibilidad futura del sector en el medio y largo plazo.

Bueno, yo creo que en un sector como el nuestro las tendencias no cambian cada año sino de una manera más progresiva, y en los últimos años lo que se viene observando en todo el mundo es un mayor interés por tintos más ligeros y frescos, vinos blancos y espumosos, menor contenido en alcohol y productos en general más fáciles de beber.

Para nada. El sector vitivinícola en España es muy diverso y está bastante compensado y precisamente una de nuestras fortalezas es esa diversidad que nos lleva a elaborar a lo largo y ancho de nuestro país vinos para todos los paladares y gustos, desde espumosos de calidad a regiones especializadas en vinos blancos de gran reconocimiento en el exterior, pasando por los generosos o las regiones en las que predominan los tintos en las que elaboran desde vinos más frescos y afrutados hasta otros con gran complejidad y matices. Sin olvidarnos de los vinos parcial o totalmente desalcoholizados.

Estamos, por tanto, en una buena posición para adaptarnos a las tendencias que vayan surgiendo, pero es importante en cualquier caso escuchar mucho al consumidor y ser ágiles.

Los vinos desalcoholizados son todavía un nicho de mercado y, por tanto, tenemos un gran recorrido por explorar, tanto desde el punto de vista de la elaboración como de la comercialización. Si nos fijamos en lo que ha ocurrido en otros productos como la cerveza, pensamos que también en el caso del vino se podrían alcanzar cuotas de mercado relevantes en los próximos años para estos vinos y no debemos renunciar a esta oportunidad. Pero siempre teniendo claro que son productos complementarios para determinadas ocasiones o para llegar a una tipología de consumidores a los que no estábamos llegando con otras categorías de producto.

Los datos hablan por sí solos y, efectivamente, creo que son el resultado del trabajo bien hecho. Creo que hay muchos factores que han influido a este éxito. Pero si tuviese que destacar uno, diría que desde su inicio BWW ha sabido escuchar e involucrar al sector para entender lo que necesitan las bodegas y poder ofrecérselo.