Vinyes Domènech, la excelencia de la singularidad
Hablar de Vinyes Domènech es un privilegio pero todavía lo es más acercarse a sus bodegas y degustar sus vinos. Ubicadas en un espacio natural protegido, estas viñas catalanas producen vino biodinámico de excelente calidad que no sólo se refleja en sus botellas sino también en el buen hacer y las palabras de su propietario, Joan Ignasi Domènech.
Un camino con vistas espectaculares que recorre la Sierra de Llaberia y el Montalt (Tarragona) nos traslada hasta Vinyes Domenech, una finca de 25 hectáreas que se caracteriza por su gran belleza y valor ecológico. La erosión del agua, el viento y el sol han esculpido una orografía muy irregular, a 450 m sobre el nivel del mar, donde las montañas y los bosques de pinos y sotobosques mediterráneos brindan un microclima único para unos vinos muy singulares. Garnacha, Garnacha Blanca, Garnacha Peluda, Syrah y Merlot: estas son las variedades con las que trabaja la bodega y que dan lugar al Furvus, al Bancal del Bosc, a la Rita y al prestigioso y mágico Vino de Finca Teixar.
Una filosofía auténtica
Por ello Domènech define su filosofía como “honesta, directa y natural”, porque “no modifica lo que la sabiduría de la tierra ofrece”. Y ahí radica su éxito, en “nadar a favor de la corriente y fluir con lo que la vid demanda”. Una forma de respetar la tierra y el entorno que colocan al paisaje como la esencia de sus vinos. Un compromiso y un estilo de vida marcado por el territorio, la cultura y la tradición mediante procesos sostenibles y prácticas verdes. Así es Vinyes Domenech.
Una viticultura comprometida
La dificultad de acceder a las parcelas por sus marcadas pendientes hace que la viticultura deba realizarse de forma manual. Desde 2008, Vinyes Domenech cuenta con la certificación CCPAE y aplican técnicas como el uso de cobertura vegetal o la eliminación de productos químicos, utilizando exclusivamente ferilizantes orgánicos.
Para Domènech, el entorno es clave para la elaboración de sus caldos. “El clima forja el carácter de nuestros vinos. Estamos a escasos quilómetros del Mediterráneo, aunque la zona es muy seca, con mucho sol y grandes ráfagas de viento. Los aromas de las más de 70 plantas clasificas que tenemos repartidas por la viña y del sotobosque se trasladan a la uva y le dan unas características muy particulares. Nuestras Garnachas evolucionan de una forma muy singular ya que el ciclo vegetativo de la planta es más lento, los niveles de azúcar son distintos… Y todo es gracias a la tierra. Además, vinificamos cada parcela por separado para obtener la máxima expresión de cada viña y buscamos las proporciones adecuadas para lograr el equilibrio que necesitamos para nuestros vinos”.
La complejidad del éxito
Cuando hablamos de calidad del vino, Domènech lo tiene claro: “Existen dos concepciones de calidad. Una es la del vino con alma que te transporta a una geografía y a un paraje concreto y otra, la del vino tecnológico que cumple con todos los requisitos organolépticos”.
Y tal vez este es uno de los factores clave de Vinyes Domenech, que su sabor es tan particular que te traslada a un clima, a un terreno y a un lugar. “El vino es como un persona, si lo observas… Te lo dice todo. No hay secretos en este negocio, se trata de escuchar a la naturaleza, hacerle las preguntas correctas y encontrar las respuestas mirando la tierra que uno trabaja”.
Pero respetar la naturaleza al 100% tiene sus riesgos y da lugar a lo que Domènech llama “vinos meteorológicos”, aquellos que dependen de las condiciones climatológicas de la añada. Y aquí entran en juego las consecuencias del cambio climático: “El régimen y frecuencia de lluvias está cambiando, así como las medias de temperatura que están incrementando en algunos meses del año… Pero debemos tener en cuenta que el cambio natural existe, por lo que sería necesario dejar de ser tan hipócritas y tomar medidas reales. Desde la agricultura ecológica se están abriendo caminos, pero somos muy pocos los que realmente creemos en ello y las certificaciones son demasiado complicadas”.
Vinyes Domenech se ubica entre la Sierra de Llaberia y el Montalt, en el Priorat.
Una empresa socialmente responsable
“Realizamos prácticas sostenibles, orgánicas y verdes en la viña, en la bodega, en nuestros vinos y en los servicios que ofrecemos”, señala Domènech. Y ello les ha colocado como un referente premiado en varias ocasiones y les ha permitido ser la primera bodega de la Denominación de Origen Montsant con certificado de emisiones de gases de efecto invernadero en cada una de sus botellas.
Su bodega, un edificio bioclimático de arquitectura funcional, se integra en el entorno y genera electricidad con energías renovables al 90%, aprovechando el agua de la lluvia y recuperando fuentes naturales. Esto responde a una apuesta por el ‘GreenCeller’, un concepto integral que incluye viña ecológica, arquitectura bioclimática y tecnologías verdes que ayudan a minimizar la degradación del paisaje, la fauna y la flora.