El 56,8% de electricidad renovable, un nuevo hito a superar
José María González, director general de Appa Renovables
03/02/2025El éxito no es el final. Esa poderosa idea, atribuida a Churchill, es muy aplicable a lo conseguido el año pasado por nuestro país. España ha cerrado el año 2024 con un récord histórico en generación eléctrica renovable: un 57% del total de la electricidad consumida en el país ha sido producida a partir de fuentes renovables. Este logro, que nos sitúa a la vanguardia de la transición energética en Europa, no es nada más que un paso hacia las ambiciosas metas que tenemos marcadas para 2030. Es un éxito que también trae consigo nuevos retos que deberán abordarse en 2025 y en los años venideros para garantizar la estabilidad del sistema, aprovechar al máximo el potencial de las energías renovables y asegurarnos de que la transición energética no se limita únicamente al sistema eléctrico.
El papel de la electrificación: clave para la transición energética
Uno de los principales desafíos, sino el que más, que tenemos sobre la mesa es la electrificación de la demanda. Según el informe 'El Momento de la Electrificación: Energía Renovable para una Economía Competitiva' elaborado por NTT Data para APPA Renovables, una electrificación acelerada permitiría a nuestro país ahorrar hasta 6.710 millones de euros anuales. La sustitución de combustibles fósiles por electricidad renovable en sectores como el transporte, la climatización y la industria no solo reduciría las emisiones de CO2, sino que también abarataría los costes energéticos tanto para hogares como para empresas. La transición, en este caso, no supone un coste, sino un ahorro, aunque las inversiones iniciales pueden lastrar esta opción que es medioambiental y económicamente muy positiva.
En la actualidad, un hogar electrificado puede reducir sus costes energéticos hasta en un 64%, con ahorros anuales superiores a los 1.400 euros. Además, la industria española, que consume un 57% de su energía en la producción de calor, podría beneficiarse de una transición a tecnologías novedosas y competitivas como las bombas de calor industriales, que tienen un coste total de propiedad hasta un 61% menor que las calderas convencionales alimentadas con energía fósil que, como país, debemos importar en su totalidad.
Almacenamiento, flexibilidad y nueva demanda, los grandes retos del sistema eléctrico
El crecimiento de la generación renovable ha traído consigo un problema estructural: el incremento de vertidos de energía, especialmente en las horas solares. En 2024, alrededor del 9% de las horas del año se registraron precios cero o negativos en el mercado eléctrico, afectando principalmente a la generación fotovoltaica. Este fenómeno, conocido como "curva de pato", refleja la necesidad de desarrollar sistemas de almacenamiento y mejorar la gestión de la demanda para evitar la sobreproducción de energía en determinados momentos del día.
Para solucionar este problema, España debe apostar decididamente por el desarrollo del almacenamiento energético. Tecnologías como el bombeo hidráulico y las baterías a gran escala serán esenciales para gestionar el excedente de energía renovable y utilizarla en momentos de mayor demanda. Sin embargo, para que estos proyectos sean viables, es necesario un marco regulador estable que garantice el retorno de la inversión y fomente la participación del sector privado en su desarrollo.
Los tres pilares, almacenamiento, flexibilidad e incremento de la demanda, serán fundamentales para impulsar el porcentaje de generación renovable en el futuro y acercarnos a ese 81% de cuota que está marcada por el PNIEC para 2030. Sin embargo, la electricidad no es el único vector energético disponible para la transición energética.
Integración de la nueva demanda: biogás e hidrógeno renovable
Otra de las claves para 2025 será la integración de nuevas formas de energía renovable en el mix energético. En este sentido, los gases renovables como el biogás y el hidrógeno renovable jugarán un papel fundamental en sectores difíciles de electrificar, como la industria pesada y el transporte de larga distancia. Si bien el hidrógeno renovable es una tecnología que aún debe madurar, contamos con alternativas en el campo de las moléculas verdes que son claves para trabajar con ese 75% de nuestro mix energético que no es eléctrico. Los biocarburantes, que hoy pueden usarse en los motores de combustión del actual parque automovilístico; o los gases renovables como el biogás o el biometano, que mediante tratamiento puede utilizarse directamente en las actuales redes y procesos que ya usan gas natural, deben aumentar con fuerza su presencia en nuestro mix energético.
La reciente creación de Appa Biogás, la sección más reciente de nuestra asociación, refleja el creciente interés de las empresas por impulsar esta tecnología en España. Actualmente, el país cuenta con un enorme potencial para desarrollar el biometano, pudiendo cubrir en el futuro hasta el 40% de su demanda de gas natural con producción autóctona. Sin embargo, España sigue rezagada en su aprovechamiento, situándose a la cola de Europa en la implantación de estas soluciones.
El hidrógeno renovable también se posiciona como una alternativa clave para la descarbonización de la economía. España es uno de los países con mayor potencial en este ámbito, gracias a su abundante recurso renovable y a la creciente inversión en infraestructuras para su producción y distribución. No obstante, el despliegue de esta tecnología aún enfrenta desafíos en términos de costes y regulación, por lo que será crucial establecer un marco de incentivos adecuado para acelerar su adopción y, mientas la tecnología alcanza la madurez necesaria, seguir apostando por los biocarburantes y el biogás, allí donde sea posible.
Un 2025 clave para consolidar el avance renovable
El año 2025 será determinante para consolidar el liderazgo de España en la transición energética. A pesar del hito alcanzado en 2024, los desafíos pendientes requieren medidas urgentes y estratégicas que permitan equilibrar el crecimiento de la generación renovable con la demanda y la flexibilidad del sistema.
Para ello, es fundamental avanzar en tres frentes principales: impulsar la electrificación de la demanda, fomentando el consumo de electricidad renovable en sectores clave como el transporte, la climatización y la industria; desarrollar infraestructuras de almacenamiento y promover una gestión flexible de la demanda para minimizar el desperdicio de energía renovable; y potenciar el consumo de biocarburantes y la producción de biogás – y en el futuro el hidrógeno renovable –, como soluciones necesarias en la transición energética.