No convertir la incertidumbre en miedo
Ismael Morales, responsable de Política Climática de Fundación Renovables
30/01/2025En el plano internacional, el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca nos garantizaba que las políticas climáticas iban a estar, una vez más, amenazadas. Y así ha sido, el nuevo presidente, rodeado por un séquito de milmillonarios, y respaldado por Musk, ya ha iniciado el proceso para sacar a EE. UU. del Acuerdo de París y ha anunciado un puñado de medidas dirigidas a intensificar la extracción, venta y quema de combustibles fósiles.
En Europa, el escenario no goza de la estabilidad necesaria para continuar, a paso firme, con el Pacto Verde. En verano de 2024, los comicios europeos nos dejaron el parlamento más derechizado de los últimos tiempos. Salvamos los muebles de milagro. Aunque la entrada de Teresa Ribera en el gobierno comunitario, con un papel clave para la transición energética, puede servir de contrapeso, lo cierto es que el sesgo mayoritario de la nueva Comisión Europa es el del mercado. En este primer mes ya hemos visto que Bruselas quiere incluir la energía nuclear dentro del NZIA, es decir, el listado Zero Neto que engloba a las tecnologías de descarbonización y que sirve para priorizar la financiación de componentes y suministros.
Si hablamos de nuclear, hablamos de Almaraz, Cáceres. La central nuclear que allí se asienta empezará a desmantelarse y el lobby nuclear ya ha movido ficha con una campaña mediática tan feroz como descarada. ¿El objetivo? Poner de nuevo en el centro del debate político el cierre escalonado de nuestras plantas, consensuado hace años con las propias empresas, y horadar los consensos que había en torno a la necesidad de clausurar unas centrales envejecidas. ¿Qué piden? Quitarle impuestos para hacerla competitiva. Es decir, que tú y yo paguemos por la gestión de los residuos que genera, lucrándose, una empresa privada.
En esta coyuntura, esbozada de una forma rápida, la incertidumbre es la emoción dominante. Incertidumbre en el despliegue de baterías, en la implantación de renovables, en el hidrógeno verde y en los precios del gas. Y el riesgo de que esta se convierta en miedo y, del miedo, nos paralicemos es elevado. Sin embargo, no hay razones para no mirar al frente y afrontar los retos de este año próximo. No todo iba a ser tan fácil. En el mapa siguen objetivos cruciales para avanzar en la electrificación de nuestra economía. Sin ir más lejos, este primer mes de 2025 se cierra la consulta pública sobre los mecanismos de capacidad españoles, una herramienta que esperamos que sirva para dar un impulso al despliegue de sistemas de almacenamiento de energía y agregación de la demanda. Necesitamos aprovechar al máximo la energía renovable que producimos y acabar con los vertidos.
España también se juega mucho en la lucha contra la pobreza energética. Dejar de lado el modelo asistencialista es crucial, como también lo es acabar con la burocratización de las ayudas. En España, el 21% de las familias no pueden mantener sus hogares en condiciones térmicas dignas, tanto en invierno como en verano. El porcentaje se eleva al 32% si únicamente se pone atención a aquellas personas que viven en régimen de alquiler. España debe poner todos sus esfuerzos en garantizar que el acceso a la energía es un derecho.
Por completar la lista de asuntos pendientes, la electrificación de la movilidad sigue sin despegar. Europa debe salir de la lógica comercial proteccionista y empezar a competir con los vehículos chinos. Las compañías europeas no pueden seguir rezagadas y apegadas a la producción de motores fósiles. Bruselas, en lugar de poner aranceles, debe garantizar que los vehículos eléctricos sean accesibles al público, se fabriquen en Pekín o en Wolfsburgo. Y eso pasa por incentivos fiscales, pero también por gravámenes para aquellas formas de movilidad contaminantes.
Estas recetas deben seguirlas todos los Estados miembros, incluido España, que se sitúa en el vagón de cola de la UE. Tan sólo el 11% de las matriculaciones de 2024 fueron de turismos eléctricos. Y en ese porcentaje, aportado por la patronal Anfac, también se incluyen los híbridos enchufables.
El horizonte de 2025, desde luego, no es sencillo. Pero, tampoco venimos, precisamente, de años estables. Siendo sincero, si miramos para atrás, hemos conseguido mucho con poco. Hemos hecho frente a crisis como la del coronavirus y después a las consecuencias económicas de la guerra en Ucrania, que, por desgracia, se mantiene activa. Los palos que han ido poniendo en las ruedas de la transición energética se han ido quebrando gracias a la firmeza de sus llantas. El planeta no puede permitirse frenar la transición energética. No hay excusas, sólo vaciles. Tenemos 365 días para conquistar nuevos cambios energéticos, ecológicos y sociales.