2025, el almacenamiento, la estrella de la fiesta
Luis Marquina, presidente de Aepibal
20/01/2025Otro elemento al que hay que prestar mucha atención es al crecimiento de la demanda eléctrica. Este año países como India, China, Turquía o UEA han mostrado crecimientos muy importantes, mientras países como EE. UU., Canadá o Australia se han mantenido estables y Europa ha perdido demanda, como era previsible. Y decimos que era previsible porque el mayor vector del crecimiento de la demanda es el empuje de la producción industrial y en Europa este sector de consumo ha perdido fuelle —de hecho, lleva años haciéndolo—.
La posición de Estados Unidos tras la era Biden abre un elemento de incertidumbre ante el que no es fácil anticipar respuestas. Por un lado, aunque los efectos se verían de 2026 en adelante, podrían disminuir los fondos destinados al programa IRA (Inflation Reduction Act) que ha atraído a mucha industria internacional a instalarse en suelo americano y frenar, en consecuencia, la expansión de la industria renovable. Por otro, la política energética estadounidense tendería a facilitar el desarrollo de más producción gasista, e incluso en obligar a sus aliados europeos a alcanzar más cuotas de consumo de gas GNL (estadounidense, obviamente) lo que en cierta medida ralentizará el despliegue de energías renovables y almacenamiento en Estados Unidos y en Europa. Y esto, a pesar de que la reducción de costes de baterías y tecnologías renovables en general va a ser muy notable, con precios de sistemas de almacenamiento llave en mano (baterías, obra civil, EMS, etc) por debajo de los 100.00 USD / MWh a finales de 2025, casi la mitad de los precios de cierre de este año 2024.
Finalmente, es importante apuntar dos elementos que van a ser claves en el futuro: por un lado, el rol crucial de los centros de bases de datos a nivel mundial, acumulando en 2030 el 4% de la demanda mundial de electricidad, con el impacto que este consumo tendrá en los mercados eléctricos y en las propias redes, y por otro, la creciente importancia que se da en cada país a la presencia de componentes locales en los productos que se instalen. En este sentido, la batería se considera un bien industrial estratégico y es de esperar que Europa se sume a ese carro de apuesta por cadenas de valor locales, con firmes apoyos a la nueva industria —y a la ya existente pero menos competitiva en precios—, sin por ello prescindir de algunos elementos críticos de origen chino, como es el caso de la celda, la unidad básica de energía de la batería. La capacidad de China en la producción de celdas es hoy imbatible. El reciente acuerdo de CATL con Stellantis para la fabricación en España de vehículos eléctricos debería entenderse en este sentido.
Qué ha pasado en nuestro país
2024 ha sido un año de transición regulatoria, con luces en su parte final, y algunos nubarrones en temas que no dejan de ser preocupantes.
Si comenzamos con las buenas noticias, en la celebración del evento del Aepibal Day 24 en Zaragoza a finales de noviembre, el Ministerio para la Transición Ecológica anunció con mucha determinación el impulso definitivo en 2025 del almacenamiento gracias a varios puntales de vital importancia: en primer lugar, la implantación de un mecanismo de capacidad que, dando seguridad de suministro al sistema eléctrico nacional, deberá ser una muy buena oportunidad para el despliegue del almacenamiento gracias a la obtención de ingresos ciertos durante un periodo igualmente cierto de años. Y la gran noticia es que ya hay un borrador publicado de dicho mecanismo. Esperemos que la primera subasta se pueda celebrar antes de junio de este año.
En segundo lugar, las subastas de energías renovables (REER) con almacenamiento serán un hecho en este próximo año, y en ellas el almacenamiento jugará un rol fundamental porque estas subastas buscarán desplazar la energía solar diurna, en las horas en las que hay más energía renovable disponible que demanda, a las horas nocturnas, en las que hay más demanda que energía renovable disponible.
En tercer lugar, se está desarrollando un mecanismo de flexibilidad que pueda permitir la participación del almacenamiento y la demanda, lo que sin duda ofrecerá más certidumbre a los inversores en almacenamiento. Y finalmente, impulsado por la CNMC, que apuesta por un sistema operativo claramente flexible, las distribuidoras se convertirán en breve plazo de tiempo en gestores de red, contando con las mismas herramientas con las que cuenta hoy el operador del sistema (Red Eléctrica), lo que permitirá una participación del almacenamiento mucho más adaptada a las tecnologías existentes, en beneficio de un sistema eléctrico ágil, eficiente y dinámico.
Sin embargo, no todos estos avances están siendo suficientes. La tramitación de proyectos de almacenamiento se está encontrando con graves dificultades. Por una parte, aún no se ha solucionado, ni a nivel ministerial ni autonómico —excepto en alguna comunidad como la Valenciana—, la posibilidad que deben tener los promotores de aplicar la Declaración de Utilidad Pública (DUP) a las líneas de evacuación (no a las superficies de las plantas donde se instalen las estaciones de almacenamiento). Esta dificultad paraliza los proyectos en la medida que no permite llegar desde las parcelas de los proyectos a las subestaciones de enganche sin tener un acuerdo con todos los propietarios de las fincas por las que pasan dichas líneas. Esto es un problema y grave que debemos resolver desde el ministerio y las comunidades autónomas lo antes posible.
Por otro lado, es absolutamente necesario que los ayuntamientos se sientan arropados por la legislación nacional y autonómica a la hora de conceder el cambio de uso del suelo rústico de los proyectos para que estos puedan instalarse lo más cerca posible de las subestaciones. No hacerlo así obligará al almacenamiento a instalarse en terrenos industriales y desde dichos terrenos levantar kilómetros de red hasta las subestaciones. Apostemos por desarrollar redes donde son necesarias y hagamos lo posible por reducir su implantación donde no lo son. Con instalaciones de almacenamiento junto a las subestaciones existentes todos salimos ganando por tres motivos: reducimos el impacto visual al ocupar espacios naturales ya alterados por las propias subestaciones, reducimos el impacto ecológico que suponen los tendidos eléctricos para la movilidad segura de la fauna local y, como colofón, reducimos el coste de las instalaciones, lo que redundará en precios de la energía más asequibles para el ciudadano. Si todos ganamos, hagámoslo posible.