Geotermia, energía para la autosuficiencia
Nuestra vieja Europa vive en medio, no vamos a negarlo, de varias crisis que discurren en paralelo (económica, de valores, de confianza) pero la que puede marcar con más intensidad cómo será nuestro futuro es quizás la falta de capacidad y/o de oportunidad para definir estrategias en uno de sus puntos más débiles, el energético. No se trata sólo de facilitar a los diferentes gobiernos, regiones y comarcas unas guías de política energética. Se trata de vivir, de concienciarnos, de vivir nuestra realidad.
Estamos en una débil posición y lo primero es reconocer la situación en la que nos encontramos en términos energéticos dependiendo de unos vecinos que, muchos dicen, son poco de fiar. Diferentes sensibilidades debajo de un solo paraguas azul lleno de estrellas: el firmamento energético europeo, y qué hablar del inexistente proyecto energético nacional. Dependemos de energías que proceden de zonas remotas que soportan intensos riesgos geo-políticos y despreciamos las capacidades de las energías renovables, y en especial la de la corteza terrestre, la Geotermia.
La energía del centro de la tierra
Nuestro querido Julio Verne nos puso sobre la pista de dónde hay una fuente inagotable y limpia de energía: la que mantiene el inmenso motor de nuestro azul planeta. Parece que perforar la corteza hasta alcanzar fuentes térmicas lo suficientemente duraderas podría dar un plus a esta relativamente nueva fuente de energía renovable. La Geotermia, que tuvo su despegue al final del pasado siglo, presenta en nuestro país un potencial no especialmente importante, limitado a algunas zonas y que podría representar 600.000 TEP/año, apenas 1/6 del potencial de la biomasa por ejemplo.
Todo ello, a primera vista, podría falsamente hacer pensar que es mejor en tiempos de crisis apostar por otras fuentes energéticas. Craso error. Con una tasa de dependencia del petróleo superior al 80% y considerando el déficit comercial que supone para la balanza de pagos, ¿qué es mejor, destinar unos pocos recursos nacionales a las fuentes energéticas locales, promoviendo empleo y autonomía energética (largo plazo), o fijarse sólo en el gasto por unidad energética (muy corto plazo). Un portfolio variado de fuentes energéticas es la clave de un modelo robusto y duradero, al que la Geotermia se debe incorporar.
No podemos negar que además de los costes de la perforación (factor fundamental) hemos de considerar los relativamente largos periodos de amortización, que con un sistema energético construido al capricho del momento, hacen imposible que exista certeza, que la técnica mejore, que los propietarios se planteen invertir en instalaciones de Geotermia allí donde el recurso está disponible, que las empresas energéticas se fijen en la energía geotérmica.
Europa y su dilema geotérmico
Europa no tiene política energética. Hasta aquí nada nuevo. ¿Cómo se va desarrollar en este contexto la Geotermia? En otras áreas, digamos más sensibles políticamente, sí tenemos (economía, agricultura, seguridad, etc.) pero no en la energía y menos dentro de la Geotermia, presente en grandes proyectos en Europa. Somos señoras y señores dependientes al 50% de energías procedentes de más allá de nuestras fronteras europeas, con un solo país Rusia que supone en torno al 20% (petróleo, gas natural y carbón). Estamos en una situación de debilidad y al mismo tiempo de riesgo. La situación se complica no sólo por la propia situación geopolítica de algunos de nuestros proveedores energéticos, sino porque en los últimos años el grado de dependencia no sólo no se ha reducido sino que ha repuntado ligeramente.
Sin brújula para la Geotermia es imposible pensar que los países individualmente puedan alcanzar objetivos duraderos.
Estrategia convergente
Falta desarrollar para la Geotermia una política que asegure no sólo su existencia, sino el desarrollo de la misma, su consolidación y asegurar el necesario desarrollo energético. ¡Es el momento de cambiar! ¡Es el momento de desarrollar la energía geotérmica en Europa!