El importante papel del agua en el cuidado del medio ambiente
Vivimos tiempos inciertos. Un ajuste fiscal duro y unos impuestos que nos atenazan por ser muy elevados, están originando estrecheces económicas en lo social y en lo individual. A nivel social, la opresión es para todos, pero dentro de la generalidad hay ciertos sectores productivos, entre los que se encuentra el de las infraestructuras, consideradas en sentido amplio, que lo están pasando mal; situación que frena el desarrollo económico de la sociedad, con consecuencias directas para las familias, como las derivadas del desempleo que genera y la pérdida de buenos profesionales, no porque hayan dejado de serlo, sino porque se quedan sin trabajo.
EDAR Burgos.
Esos efectos tienen consecuencias negativas para el futuro, abstracción hecha del dinero que se gastó y se gasta en formar a los profesionales, desde operarios a titulados superiores, de la maquinaria inutilizada y de los efectos sobre las industrias auxiliares. España necesita de infraestructuras y de su mantenimiento si quiere progresar, y eso requiere de inversiones que, públicas, privadas o mixtas, todas demandan dinero.
La primera ha de estar prevista en los Presupuestos Generales del Estado y las otras dos necesitan una normativa que les dé seguridad para desenvolverse con eficacia. En estos aspectos todas ellas están condicionadas por decisiones políticas.
La caída de la inversión pública ha sido muy importante en los últimos años. Podemos decir que ha soportado una gran parte del ajuste fiscal tendente a reducir el déficit presupuestario. La bondad o no de la decisión la desvelará el paso del tiempo y no a mucho tardar. En cualquier caso debemos tener presente que la penuria a la que han estado condenadas las labores de conservación y mantenimiento de las infraestructuras exigirán un gasto adicional para devolver su integridad al stock de capital público en agua, gasto que no se hubiera producido si se hubiera actuado con la diligencia de un buen padre de familia; son los pequeños desperfectos en el hogar que no arreglados en tiempo y forma cuestan más, porque la avería se acrecienta y además los desperfectos son de mayor entidad. Una planificación cabal de los recursos hidráulicos y de las necesidades quizás hubiera cambiado el signo de las decisiones: con certeza la sangría de empleos no se hubiera producido y el sector, que es uno los motores de economía, hubiera mantenido activada toda la industria auxiliar y en debida forma la I+D+i del agua.
De esa tendencia a la baja dan fe los Presupuestos Generales del Estado y en concreto el cuadro de inversiones reales que presentamos.
2007 | 2008 | 2009 | 2010 | 2011 | 2012 | 2013 | 2014 | 2015 | 2016* |
13.331 | 14.068 | 13.683 | 12.273 | 8.230 | 6.922 | 5.952 | 4.728 | 4.959 | 3.578 |
También queda reflejada en los programas 452A (Gestión e Infraestructuras del Agua) y 456A (Calidad del Agua), ambos del Magrama.
2007 | 2008 | 2009 | 2010 | 2011 | 2012 | 2013 | 2014 | 2015 | |
452A | 1.762 | 1.909 | 1.712 | 1.622 | 1.138 | 940 | 839 | 1.171 | 1.170 |
456A | 606 | 550 | 576 | 461 | 282 | 199 | 135 | 149 | 243 |
Total | 2.368 | 2.458 | 2.282 | 2.083 | 1.420 | 1.139 | 974 | 1.320 | 1.413 |
Este panorama presupuestario no ha propiciado la construcción de nuevas infraestructuras de depuración, al menos al ritmo que requiere el cumplimiento de la Directiva Marco del Agua, lo que acarreará fuertes sanciones. Tampoco ha permitido la adecuada conservación y mantenimiento de las existentes, alguna de las cuales ha dejado de funcionar; esto es la consecuencia directa de residenciar en los ayuntamientos las competencias en materia de abastecimiento, saneamiento y depuración; labores que demandan una inversión total del 2% del PIB y por tanto, del valor actualizado del patrimonio hidráulico en el caso del agua.
En este aspecto la modificación de la Ley de Bases de Régimen Local, ahora denominada de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local, ha sido una ocasión perdida para cambiar la situación, porque las competencias las siguen ostentando los mismos sujetos, lo que sin duda se traduce en desigualdad: el precio del agua varía de unas poblaciones a otras, el recibo del agua tiene distintos componentes en función de la localidad, alguno de los cuales no responde al servicio del agua, como puede ser la Tasa de Residuos Sólidos Urbanos ¿o sí?
Para que esta situación tan absurda e injusta termine, es ineludible afrontar con la debida lucidez la cuestión de las competencias y el establecimiento de una planificación objetiva y de un regulador único, amén de otras acciones ¡Menos recortes en el presupuesto para estas labores y, ponemos por caso, menos subvenciones que en cierta manera son un freno para el progreso, además de otros menos en partidas de dudosa utilidad!
EDAR Camp de Turia.
Si le preguntamos a un joven qué es el progreso, en resumen nos dirá que es alcanzar una mejor situación en la vida. Y si le inquirimos acerca de cómo lograrlo, de forma sumaria nos responderá que preparándose, a lo seguramente añadirá “aunque no por mucha preparación lo voy a conseguir en estos tiempos”. Naturalmente en estos tiempos y en los próximos si no hay enmienda después de haber hecho un acto sincero de contrición. Si en este episodio hacemos protagonista a la I+D+i, las respuestas irían en el mismo sentido. Eso sí hablaría de que todo eso de progresar pide medios suficientes activados por el dinero; que las buenas ideas o proyectos son como un fuego que demanda combustible. Aquí, como en el caso de las infraestructuras, los medios de financiación son los mismos e igual la necesidad de desarrollar los no públicos en sus dos vertientes.
La relación entre las infraestructuras y la I+D+i es clara. El agua es un bien escaso, por tanto necesita de todos los sistemas que hagan más eficiente su consumo: mejor aprovechamiento en todos los sentidos, mejor calidad y tratamiento más eficiente y fiable, y todo ello al menor precio posible. Parte de esa eficiencia reside en lograr un menor consumo, acción que está directamente ligada a las labores docentes y a la educación de las personas.
Lo expuesto, aunque de forma somera, nos ayuda a entender que el medio ambiente depende del agua y que si enferma aquél pierde la salud. En términos coloquiales el medio ambiente es todo lo que nos rodea: el hombre es la parte esencial del mismo, tanto cuando actúa a favor de él como en contra, y no nos referimos a errores bienintencionados. La salud física y mental, el bienestar, la felicidad, las relaciones sociales, el yo individual y el social dependen del buen estado de conservación del medio ambiente. Si a esto le añadimos la naturaleza con sus seres animados e inanimados y sus relaciones con aquél, ya lo tenemos completo.
Con facilidad se comprende que en su integridad el medio ambiente constituye un complejo difícil de aprehender, por eso es un campo propicio para la interdisciplinaridad, por cuanto su evaluación demanda conocimientos, prudencia y generosidad. La gran variedad de sistemas que comprende y la necesidad de relacionarlos entre sí para tomar las decisiones oportunas, lo hace muy sensible a la manipulación, por eso su gestión y, por tanto, la del agua, exigen que los máximos responsables de la misma tengan capacidad de raciocinio, sentido común, sensibilidad, veracidad, altruismo y no practiquen la demagogia; cualidades que descartan a ciertos grupos para ejercer esa función.
EDAR Hellín.
El agua condiciona el destino del medio ambiente, que para este universo es su demiurgo; divinidad condicionada a su vez por el hombre, quien con sus actuaciones puede potenciarla o contravenir sus designios y, en consecuencia, mejorar el medio ambiente o liquidarlo.
Casi todo en la tierra es agua y también en el hombre. Sus cualidades, su esencia varían de unos lugares a otros. Aquí es potable, allí no, pero siempre entraña mecanismos de autocorrección y además, admite que se le induzcan. En la naturaleza todo es equilibrio, y así cada sistema está adecuado a la misión que le corresponde desempeñar. El actuar del hombre puede romper ese equilibrio, por eso es importante lo que antes dijimos acerca de la interdisciplinariedad y de la necesidad de interrelacionar los sistemas que constituyen el medio ambiente.
A salvo de ciertas acciones realizadas con ‘poca cabeza’, el género humano actúa para progresar; progreso que tiene la obligación de conciliar con el respeto a la naturaleza. Conocimientos y buenos profesionales no faltan para hacerlo así, por eso a priori no conviene rechazar ningún proyecto; pero claro, hay que reconocer que no siempre los mecanismos implantados para evitar los atropellos son suficientes y que los que deciden, con frecuencia no están debidamente cualificados.
No hay que olvidar que la naturaleza actúa en pos de su equilibrio a veces con efectos catastróficos, que se incrementan si el terreno fue sujeto de acciones irresponsables capaces de despertar a esas fuerzas que ningún ingenio humano puede detener, por ejemplo construir en las márgenes de los torrentes, desecar zonas pantanosas o deforestar sin tino ni medida, olvidando que si no se hacen las cosas atendiendo a los resultados objetivos de los proyectos, tarde o temprano aparecerán las consecuencias y con ellas el sufrimiento que todos estamos obligados a evitar.
La solución es una buena planificación. En España, en el ámbito de lo hidráulico está materializada en los Planes Hidrológicos de Cuenca y en el Plan Hidrológico Nacional. El pasado año se aprobaron los primeros después de un retraso de cinco años y de una sentencia condenatoria del Tribunal Europeo, y este año concluirá su revisión, que todo apunta a que se conseguirá.
La norma de cabecera del bloque normativo de las que regulan esta actividad es la Directiva Marco del Agua que vio la luz en el año 2000. Surgió de la necesidad de coordinar las actuaciones de los Estados miembros en orden a proteger las aguas comunitarias en sus aspectos cualitativos y cuantitativos, con el fin de conseguir el uso sostenible de las mismas.
Proclama que el agua no es un bien comercial como los demás, sino un patrimonio que hay que proteger. Convierte a la planificación en el motor y sostén de sus objetivos y sienta la ineludible necesidad de recuperar los costes asociados a los servicios, incluidos los medioambientales y las inversiones, con el fin de lograr una política de precios que asegure que el usuario la utiliza de forma eficiente; fin al que han de contribuir también los distintos usos.
Añade la necesaria transparencia en la gestión del agua como premisa ineludible para que cobre plenitud el derecho a opinar, el cual asiste a las organizaciones sociales en el proceso de formación de los planes hidrológicos y, cómo no, a la labor docente que han de desarrollar los poderes públicos.
PTAR Pinedo.
Todos conocemos el ciclo del agua y, sobre todo, el urbano –abastecimiento, saneamiento y depuración-. Hemos oído hablar o hemos hablado de las plantas potabilizadoras, de las desaladoras, de las depuradoras y comentar alguna vez que se pierde agua -potable y residual- por las tuberías y si el precio del agua es barato o caro, o incluso, acerca de si ha de ser gratis. ¡Y lo es! Lo que pasa es que transportarla, tratarla, llevarla hasta el grifo, recogerla y volverla a tratar antes de devolverla a los cauces cuesta dinero: así lo entiende la Directiva.
Parte importante de los planes hidrológicos son los programas de medidas que compendian las actuaciones a realizar en la cuenca para conseguir agua en calidad y cantidad suficientes para los distintos usos.
Han de ser realistas, porque para ejercer bien esas labores se necesitan medios humanos y materiales, entre ellos dinero; dicho en otras palabras y aquí reside el genio y el ingenio del planificador, hay que realizar primero lo más necesario y dejarlo todo preparado para que lo postrero complemente lo anterior con facilidad y todo ello sea útil desde el principio. Hacerlo de modo que la relación calidad precio sea la óptima y sobre unos cimientos firmes de conocimientos científicos y técnicos que no socaven mandatos irresponsables.
Los Programas de Medidas que contemplan los Planes Hidrológicos de España son demasiado optimistas: anuncian muchas medidas y mucho dinero en inversiones. Si recordamos el principio de lo escrito hemos de concluir que eso es pura fantasía. La revisión de estos Planes promete ser más realista.
Como ejemplo de lo que deben de ser las premisas técnicas de una buena planificación, citamos el catálogo de obras realizado por la Dirección General del Agua del Magrama, que son necesarias para evitar los incumplimientos de España en materia de depuración de aguas. Enhorabuena.
En relación con la Directiva está el Plan Nacional de Calidad de las Aguas: saneamiento y depuración 2007-2015, que habla de una inversión de 19.007 millones de euros, dinero que no se ha gastado en su totalidad.