Rafael Cambra, la bodega que convierte el vino en una cuestión de entorno y vida

Rafael Cambra cree en la tierra, en la viña y en los cuidados. Una bodega que refleja en sus vinos el sol del Mediterráneo, la calidez de su clima y la altura de las sierras valencianas. Ubicada en Fontanars dels Alforins, la bodega y sus viñas están al sur de Valencia y al norte de Alicante, a 630 metros de altura sobre el nivel del mar, en un paraje rodeado de insectos, pájaros y flores. Visitar este paraje es un privilegio, especialmente si te acompaña Rafael Cambra en persona.

Las viñas de Rafael Cambra en Casa Bosca donde se planta la Forcallà están al pie de la Sierra de L’Ombria y la Sierra Grosa.

Situado al oeste de la ciudad de València en dirección a Albacete se haya el valle en el que se encuentra la bodega, compuesto por paisajes coloridos donde coexisten antiguos pueblos nacidos de la viña. Un entorno natural donde se siente la esencia de un Mediterráneo que se entrelaza con paisajes más continentales, en los que los viñedos y el bosque conviven con los campos de cereales.

En sus inicios, la bodega elaboraba 8 barricas del monovarietal de Monastrel Uno hasta que empezaron a ampliar la producción con las variedades Cabernet Sauvignon y Franc en el vino Dos. A partir de ahí, ya en 2011, los dueños decidieron recuperar una variedad local casi desaparecida, la Forcallà, con la que elaboran sus vinos La Forcallà de Antonia y CasaBosca. Un año más tarde, se atrevieron también con una parcela de la variedad Arco, de donde elaboran el vino CasaLabor. Actualmente tienen una producción de 150.000 botellas. De ellas, un 60% se exportan principalmente a Estados Unidos, Canadá y Alemania. El 30% restante se queda en su mayoría en su tierra, pero también en Barcelona y Madrid.

Pero si algo destaca de Rafael Cambra es su curiosa ubicación. Fontanars dels Alforins, un pequeño pueblo de 800 habitantes, es el segundo municipio más alto de Valencia (660 metros de altitud). Junto a La Font de la Figuera y Moixent forma parte de Terres dels Alforins, lugar conocido como la Toscana valenciana en el que se elabora vino desde tiempos ancestrales. En Fontanars dels Alforins, situado en la frontera con Alicante (Villena), Almansa (Albacete) y a solo 30 km de Yecla (Murcia), los viñedos de la Rafael Cambra son una mezcla perfecta de sabores y aromas.

Cerca de la parcela San Franco, el suelo con el que trabaja la viña Rafael Cambra no se lo pone fácil, al encontrarse próximo a la montaña, su escasa profundidad complican el cultivo pero le otorgan ese vigor controlado que tanto busca el bodeguero.

Las uvas Monastrel se extraen de viñas jóvenes y viejas: las primeras, de una parcela de viñedo joven (6 años) de 5 hectáreas de composición calcárea y franco-arenosa; las segundas se encuentran en una parcela de viñedo viejo (55 años) de pie franco de 10 hectáreas, también en un suelo de composición calcárea y franco-arenosa.

Sucede algo similar con las Cabernets, repartidas entre una parcela de 5 años y otra de 25 de textura franco-arenosa con piedras pequeñas en superficie. La Forcallà más antigua, por su lado, tiene 55 años de edad y es un viñedo de pie franco plantado en terreno arenoso en la parte más occidental de Fontanars, casi a 700 metros de altitud.

Plantación de Garnacha, una zona rodeada de bosque y vida.

“Trabajamos todo en cultivo ecológico y secano estricto”, nos dice Rafael Cambra. “Las variedades autóctonas las trabajamos en vaso y otras, como la Cabernet Sauvignon y Franc, en espaldera. Cultivar variedades autóctonas es todo un reto porque requiere mucha más viticultura, sobre todo en los primeros años. Su terreno tiene que estar muy bien cuidado y trabajado para que prosperen, pero cuando lo hacen es una auténtica maravilla”.

Todo el viñedo de Rafael Cambra se encuentra en secano, en combinación con otros cultivos como el cereal, el almendro o el olivar. Con un clima mediterráneo fresco, sus suelos tienen esa textura algo arenosa en los que la viña puede vivir con pie franco. La mayoría de estos suelos son de ladera, pobres y en ellos solía plantarse la variedad Forcallà, “una uva muy interesante por su piel dura, que aguanta los golpes de calor y los de frío”, subraya Cambra.

Y es que para Cambra la viña es su vida. La pasión con la que explica el proyecto, el tacto con el que cuida sus vides y el respeto con el que habla de ellas consigue que no quieras dejar de escucharle. Su bodega no es solo un placer beberla, también vivirla.

“Trabajamos en el campo y en la bodega con mínima intervención, con maceraciones suaves y respetando el entorno natural que nos rodea, para alcanzar vinos elegantes y personales”, explica el bodeguero, quien añade que tratan de “interpretar la uva que cultivamos y el suelo que nos ha tocado vivir para así poder dejar nuestro legado a las siguientes generaciones”. Y es que para esta bodega “las uvas son como un diamante en bruto al que hay que darle forma y pulirlo, pero en ningún caso modificarlo”.

Para Rafael Cambra y Elena Arpón, su socia y su mujer, “la sencillez y el sentido común nos brindan una relación duradera con la naturaleza a largo plazo, que nosotros podemos resumir en una sola palabra: amor”. Y no se trata solo de amor hacia la viña, sino “por lo que hacemos, por lo que esta pasión significa en nuestras vidas y por la satisfacción de un producto que merece la pena”.

Y esto también lo aplican en La Rioja, donde cultivan su primer vino de la zona: Mateo. Con viñas asentadas en la zona de Baños del Río Tobía, en el valle del Najerilla, esta zona denominada Rioja Alta se encuentra a 700 metros de altitud y su clima influenciado por el atlántico hace de este territorio una de las partes más frías de la Rioja. La Garnacha Tinta con la que se elabora el Mateo se encuentra en un viñedo viejo, cultivado en vaso tradicional en una parcela pequeña de montaña con exposición sur.