Entrevista a Gerardo Alcober, enólogo de Cavas Montesquius
En 1918 se iniciaba el camino de Cavas Montesquius en el apasionante mundo del vino. Tras años de profunda dedicación a la tierra, la bodega se ha convertido en una de las firmas mejor valoradas del sector vinícola de la zona de L’Alt Penedès. ¿Por qué? Por su vitivinicultura ancestral, exigente, artesana, respetuosa y comprometida con el entorno y la naturaleza, que trabaja día a día para conseguir que Montesquius siga siendo referencia en cavas y vinos.
¿Cómo definiría el trabajo del enólogo?
El enólogo tiene que tener una formación integral. Es la persona que acompaña al vino en todo su proceso des del viñedo hasta la mesa. Pienso que el enólogo tiene que ser capaz de entender y ayudar en el trabajo de cualquier profesional especializado que intervenga en el proceso de la elaboración del vino.
Un buen enólogo debe tener amplios conocimientos de biología, viticultura y sumiller. Debe conocer su tierra (varietales, suelos...), su bodega (conservación, almacenaje...) y hasta poder ejercer de formador. Es decir, un polifacético en toda regla. Aunque lo más importante es, además, ser un apasionado de su profesión, cuando pones pasión en todo lo que haces los resultados se multiplican, es totalmente gratificante.
Es una labor en la que nunca te aburres, cada día es nuevo aprendizaje. Trabajar con elementos vivos que están en evolución y cambio constante requiere de un nivel de adaptación y conocimiento brutal. En enología 2 más 2 no siempre es igual a 4.
Cada enólogo debe encontrar su camino, conseguir la manera de que el vino transmita placer y bienestar, este es el regalo y la recompensa más grande que puedes sentir tras años de esfuerzo y trabajo.
¿Qué filosofía tiene su bodega respecto al medio ambiente?
Volcamos todo nuestro respeto a la naturaleza, al territorio. Disfruto estando cerca de la tierra, escuchándola y dándole lo que necesita en forma de agradecimiento a todo lo que nos brinda. El vino nos da vida, nos da mucho más de lo que nosotros le ofrecemos y queremos que las futuras generaciones encuentren un entorno del que poder seguir disfrutando.
¿Con qué variedades de uva trabajan en Cavas Montesquius?
Trabajamos con las variedades típicas del Penedés para elaborar nuestros cavas y vinos. Tras las vendimias me gusta poder catar a ciegas las varietales, cada añada hay factores que cambian y de esta manera consigo encontrar la máxima expresión de cada uva consiguiendo su máximo rendimiento cualitativo sin importar qué variedad es. A menudo pueden existir más diferencias entre variedades procedentes de viñas viejas y viñas jóvenes que entre diferentes variedades.
Lo más importante es la búsqueda del mejor coupage, encontrar la harmonía y potenciar la expresividad de las variedades.
¿Notan los efectos del cambio climáticos en sus viñas?
Es un hecho que la meteorología ha cambiado en los últimos años. Nosotros lo vemos reflejado en el ciclo vital del viñedo, por ejemplo, la floración y la vendimia cada vez se adelantan un poco más. Es evidente que hay cambios pero hay que estar preparado para evolucionar y adaptarse a ellos.
Háblenos del Penedès, ¿qué caracteriza esta tierra?
Para mi una de las mejores bazas del Penedés es su diversidad y clima Mediterráneo. Encontrar viñedos plantados des del nivel del mar hasta más de 800 metros, suelos con composiciones muy distintas, viñas plantadas en valles, en llanos y en terrazas es simplemente extraordinario. En un radio de 50 km podemos encontrar todos los ingredientes indispensables para que un enólogo pueda crear vinos magníficos.
Centrándonos en sus vinos, ¿cuáles son los más especiales para usted?
Todos y cada uno de nuestros cavas y nuestros vinos tienen una personalidad distinta. Los más especiales para mi son los cavas Montesquius 1918 Gran Reserva, tanto el rosado como el blanco. Son la combinación perfecta de coupages escogidos y largas crianzas. Además, como curiosidad, el rosado Gran Reserva es la demostración de que también un rosado puede llegar ser un magnífico cava de larga crianza. Igual de especiales son la línea Robert J. Mur y Celler de l'Avi.
¿Qué cree que busca el consumidor hoy en día cuando compra un vino?
Creo que cualquier persona busca una historia, una emoción, la sensación de sentir la tierra, la relación con las personas que han elaborado ese vino. Al fin y al cabo, lo más importante son las relaciones con las personas y la naturaleza, vivir experiencias y a través del vino podemos llegar a hacer viajes maravillosos.
¿Y a qué retos se enfrenta el enólogo frente a estas demandas?
¡Cada día es un nuevo reto! Ya no se trata de conseguir un buen producto, ahora además tienen que ser únicos, especiales. Ahora no es suficiente ser un buen artesano, ahora es necesario tener alma de artista y aportar felicidad.
¿Cómo se puede atraer a un consumidor joven que se declina más por la cerveza o por un refresco?
El vino es un producto con una gran historia y tradición cultural y eso a veces, creo, impone un poco de respeto a los nuevos consumidores. Aún y así pienso que actualmente el mundo vinícola es mucho más cercano a un público más joven, las nuevas generaciones son más conscientes del trabajo artesanal y el esfuerzo, del legado, la historia y de las propiedades beneficiosas para la salud que nos aporta consumir vino. Una vez conocen este mundo, la cerveza o los refrescos no son competencia. Además, nuestros vinos forman parte de la tan saludable dieta Mediterránea.
Y para terminar, ¿qué papel cree que juega el precio en el momento de la compra?
Evidentemente es un factor importante. Lo que tenemos que buscar es disponer de grandes productos para cada uno de los bolsillos, porque independientemente del importe, cualquier persona busca que tras disfrutar del vino su inversión haya merecido la pena.
