Evaluación del estrés del\1CV\2 Albariño en la DO Rías Baixas
GI-1716 ‘Proyectos y Planificación’, Departamento de Ingeniería Agroforestal. Universidad de Santiago de Compostela.
Introducción
Muchos son los aspectos que han cambiado en la viticultura española en los últimos tiempos. La derogación hace dieciséis años del artículo 46 del Estatuto de la Viña, del Vino y de los Alcoholes, facilitando el riego de los viñedos españoles, ha sido un impulso decisivo para ello (Sotés, 2007). En la actualidad, la implantación de una viticultura integrada dentro de la agricultura de precisión que mejore la eficiencia productiva de las viñas (Esser et al., 2002), en un contexto de acusado cambio climático, hace necesario, especialmente en Galicia (Xunta de Galicia, 2009), que se desarrollen estudios que abarquen tanto los aspectos científicos como técnicos de los requerimientos nutricionales, hídricos y de manejo que demanda la viña.
Esta nueva concepción de la agricultura representa en palabras de Martínez-Casasnovas y Bordés (2005) una “estrategia de manejo orientada a la obtención de mayor producción, minimizando el impacto ambiental”. Pero para obtener una mayor producción, el punto de partida es, sin duda, la demanda de una calidad en las viñas presentes en el viñedo. Esta calidad es dependiente del ‘terroir’, integrando atributos históricos, geográficos, humanos, biológicos y ambientales (Martín, 2000), siendo el clima uno de ellos. Estudios recientes realizados en la comunidad gallega por Cruz et al. (2007) han puesto de manifiesto que durante el período de 1961 al 2006 se ha producido un incremento de las temperaturas en 0,18 °C, especialmente las máximas y de forma más acusada en primavera y verano, estaciones en que la demanda hídrica por parte de la viña es más acuciante. Teniendo en cuenta que la distribución de las lluvias se ha visto modificada, en Galicia la implantación de sistemas de riego pasa de ‘opcional’ a ‘necesario’ (Martínez et al., 2012).
El diseño y manejo de un sistema de riego en cualquier viñedo demanda de la medida o estimación del estado hídrico de la planta para el mantenimiento de un cierto grado de déficit hídrico (Medrano et al., 2007). Para ello se emplean indicadores tanto edáficos como fisiológicos (O´Neil, 1983, Koide et al., 1989), aspectos en los que ha centrado su trabajo en los últimos años el grupo de investigación GI-1716- ‘Proyectos y planificación’ de la Universidad de Santiago de Compostela (Cancela et al., 2012), tan necesarios en Galicia y a la vez escasos (Mirás et al., 2012).
La Denominación de Origen Rías Baixas
El origen de la Denominación de Origen Rías Baixas se remonta a 1980 (Orden de 29 de septiembre de 1980), localizándose íntegramente en la provincia de Pontevedra (Galicia, NO España). Aunque inicialmente se reconoció como ‘Denominación Específica Albariño’, en ocho años pasa a reconocerse ya con el nombre actual, ‘Denominación de Origen Rías Baixas’. En sus comienzos se encontraba constituida únicamente por tres subzonas, O Rosal, Condado do Tea y Val do Salnés. Se tardaron dieciséis años en ampliarse incorporando la subzona de Soutomaior, y, posteriormente, en el año 2000, se incluyó la última, Ribeira do Ulla (DO. Rías Baixas, 2012a). Las cinco subzonas de producción se encuentran integradas por veintitrés municipios y por parroquias de otros 12 municipios más (Orden de 21 de julio de 2009) (Tabla 1).
Las condiciones propias de carácter físico, tanto climatológicas como edáficas, de las subzonas que integran la DO, confieren a sus vinos las características distintivas que los hacen sobresalir en mercados tanto nacionales como internacionales. La climatología se encuentra próxima al límite del cultivo de la vid, integrándose en la gran zona atlántica y derivando en los denominados ‘vinos atlánticos’ (Consellería do Medio Rural e do Mar, 2012). Integrada por tierras de altitud inferior a 300 metros, de relieve ondulado, presenta suelos con buen drenaje y materia orgánica y una influencia marítima por su proximidad a zonas costeras y a los tramos finales de los cursos fluviales, siendo sus laderas poco pronunciadas a excepción de las terrazas aluviales del Condado do Tea (Camacho, 2004).
Las variedades permitidas para la elaboración de los vinos protegidos (Tabla 2) comprenden dentro de las variedades preferentes a la Albariña, Loureira blanca o Marqués, Treixadura y Caíña blanca, dentro de las variedades blancas, y Caíña tinta, Espadeiro, Loureira tinta y Sousón, dentro de las variedades tintas. Son también autorizadas dentro de las variedades blancas la Torrontés y Godello, y, dentro de las tintas, Mencía, Brancellao, Pedral y Castañal. Con sistema de conducción en espaldera y sus variantes o emparrado tradicional, para estas variedades se permite una densidad de plantación comprendida entre 600 y 4.500 cepas por hectárea, con una producción máxima de 12.500 kg por hectárea, a excepción de la Albariño, en donde esta queda restringida a 12.000 kg ha-1 y la Caíña tinta, a 10.000 kg ha-1.
Cifras facilitadas por la DO ponen de manifiesto el progresivo incremento que se ha producido tanto en la superficie explotada, el número de viticultores y las bodegas integradas, como en la producción del vino. Desde al año 1987, en donde se censaban 492 viticultores pertenecientes a 14 bodegas y con una superficie productiva de 237 hectáreas, en el año 2011 se han transformado en 6.617 viticultores, 181 bodegas y 3.969 hectáreas de superficie. Todo ello ha provocado un incremento en la producción de vino, pasando de 5.850 a 286.998 hectolitros en 2011.
Durante la vendimia del 2012 se recogieron 17.567. 877 kilos de uva, de los cuales el 96% pertenece a la var. Albariño, pese a que este año las copiosas lluvias de primavera y las bajas temperatura afectaron a la formación del racimo (DO Rías Baixas, 2012b), dato significativo frente a 2011 en donde se recogieron 41.787.783 kilos de uva, entre blancas y tintas, lo cual destaca la importancia de la implementación e implantación de las técnicas agronómicas y de manejo que permitan paliar los efectos adversos del medio, destacando en la campaña pasada los climatológicos.
Conocedores de esta situación climatológica adversa, el equipo de trabajo ‘Fertirriego y Necesidades Hídricas’ del grupo de investigación GI-1716 ‘Proyectos y Planificación’ de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) se encuentra estudiando, conjuntamente con la Estación de Viticultura y Enología de Galicia (EVEGA), las Denominaciones de Origen Gallegas, en las que ahora más que nunca se hace necesario el control de las necesidades hídricas de los viñedos gallegos y la implantación y control de sistemas de riegos adaptados a los requerimientos de la viña. Estudios como el presente permitirán la obtención de producciones con la calidad requerida, tan necesarias para la obtención de vinos distintivos en el mercado nacional e internacional, hecho importante para la DO Rías Baixas que estas navidades de 2012 comenzará a comercializar vinos espumosos de seis tipos (brut nature, extra brut, extraseco, seco, semiseco y dulce), producidos por siete bodegas a fin de diversificar su producción en el mercado (DO Rías Baixas, 2012c).
Estudio de la variedad Albariño
Durante la campaña 2012 el grupo de investigación GI-1716 de la USC realizó una investigación cuyo objetivo se centra en la evaluación de las necesidades hídricas de la variedad Albariño sometida a dos tratamientos, secano y regadío, distinguiendo en este caso dos sistemas de riego, riego subsuperficial y riego superficial (Fig. 1).
La parcela de ensayo seleccionada se encuentra situada en la subzona del Condado do Tea (DO Rías Baixas). Como variedad representativa de la Denominación de Origen Rías Baixas se optó, por tratarse de la mayoritaria, por la variedad Albariño.
La parcela presenta un microclima denominado subhúmedo con tendencia atlántica, caracterizado por temperaturas suaves y abundantes precipitaciones concentradas en los meses de otoño y primavera. La estación agrometeorológica presente en la parcela aporta los datos climáticos durante el periodo sometido a análisis, de marzo a septiembre. Se presenta una precipitación máxima mensual en el mes de mayo de 48,4 mm, con temperaturas máximas en los meses de junio-julio de 26 °C y mínimas en marzo de 4,7 °C. Los valores de humedad relativa máxima se alcanzan en abril con valores entorno al 80%, con mínimos en marzo del 67% (Fig. 2).
Dispuesta la parcela de estudio en terrazas, se han incluido dos bancales en el ensayo, con cuatro y cinco líneas, respectivamente. En ambos bancales las cepas se encuentran dispuestas en ‘semi-parral’ con orientación variable entre N-S y E-O, debido a la geometría de los bancales en función de las curvas de nivel. Las cepas tienen una antigüedad de plantación de 23 años sobre portainjertos ‘19617C’, con un marco de plantación de 1.5 x 3 metros. El sistema de conducción consta de un brazo de 1,3 metros y 4 alambres, persiguiendo con una poda Guyot, de 3 a 4 varas, con 8 y 2 yemas, respectivamente.
Una de las terrazas está dotada de riego por goteo superficial, instalado a 30-40 centímetros de la superficie con goteros entre línea de 2 l h-1, separados 1 metro; y en la otra terraza de estudio se cuenta con una instalación de riego subsuperficial, dispuesto a 50 centímetros de la superficie del suelo y con separación de 1,5 metros. En ambos casos se aplican bajas dosis de riego, inferiores a 50 milímetros en la totalidad de la campaña, por ser la finalidad perseguida la fertirrigación, no la aplicación de una dosis de riego determinada.
Se seleccionaron aleatoriamente seis viñas, sometidas a los tres tratamientos considerados: dos repeticiones (F3-33, F4-27) de riego subsuperficial, dos repeticiones (F1-26, F3-46) con riego superficial, y otras dos viñas sin riego (F5-40 y F4-44), una por terraza. Las cepas en secano se evaluaron como testigos.
Para la evaluación se procedió a la determinación del contenido en agua en suelo y a la determinación de potencial hídrico foliar. Durante el periodo de máxima demanda hídrica por parte de la vid, en los meses de mayo a agosto, previos a la vendimia, se realizó el seguimiento del contenido de agua en suelo mediante un equipo TDR100 de Campbell Scientific, gestionado en campo mediante el software PCTDR (Fandiño et al., 2009). Se dispusieron varillas de medición, conectadas mediante cabezal flexible (Souto et al., 2008), a una profundidad de 60 centímetros, coincidente con la profundidad radicular. Complementariamente se determinó el potencial de hoja tanto en condiciones de rehidratación nocturna (predawn), como en condiciones de máxima demanda (midday), con un water activity meter (WAM) (Gee et al., 1992; Martínez et al., 2011) modelo WP4 (Decagon Device, Inc.), considerando el protocolo de calibración propuesto por Martínez y Cancela (Martínez y Cancela, 2009). Se tomaron hojas del tercio medio del pámpano, sanas, adultas con estado de desarrollo similar, expuestas a la radiación solar directa y sin presencia de alteraciones. Se emplearon discos de 1,2 centímetros de diámetro, eliminado la cutícula mediante un proceso de lijado superficial (Londers et al., 2005).
Los resultados obtenidos durante la campaña 2012 muestran que a nivel de suelo (Fig. 3), la presencia de un sistema de riego subsuperficial aporta un mayor contenido medio de agua en suelo (0,198 m3 m-3) frente al sistema de riego superficial (0,155 m3 m-3). Se constata la presencia de un mismo contenido en agua en suelo en viñas sin riego y en las viñas con riego subsuperficial debido a la percolación profunda, escorrentía y cesión de agua de terrazas que se encuentran a mayor cota a las de menor cota. Dentro de las viñas consistema de riego subsuperficial, la viña F3-33 presenta un menor contenido hídrico, 0,174 m3 m-3, que la F4-27, un 28,16% superior (0,223 m3 m-3) (Fig. 4). Para las viñas estudiadas en la terraza con sistema de riego superficial, la viña F3-46 presenta un contenido de agua de 0,161 m3 m-3, mientras que en la F1-26, la hidratación en el medio edáfico es un 8% inferior (0,148 m3 m-3). Las cepas sin riego, F5-40 y F4-44, presentan un contenido de agua no acordes a la circunstancia de que no cuentan con sistema de riego, de forma que en la viña F5-40 se encuentran 0,210 m3 m-3 medios en la campaña y en la viña F4-44 de 0,186 m3 m-3 (Fig. 4).
A comienzo de campaña, 22 de mayo, las cepas con riego subsuperficial (Fig. 3) presentan un contenido medio de 0,236 evolucionando al final de campaña (29 de agosto) a 0,162 m3 m-3 debido a la pérdida de agua por la transpiración de la viña, la evaporación del suelo y la transpiración de la cubierta vegetal de la calle (Fandiño et al., 2012). Las viñas con riego superficial evolucionaron de un contenido en agua de 0,199 m3 m-3 a 0,111 m3 m-3, mientras que las viñas sin riego en un rango de 0,251 a 0,177 m3 m-3.
Entre las diferentes viñas estudiadas se presentan diferencias en el potencial hídrico foliar tanto de amanecer como de mediodía (Fig. 5A). En siete ocasiones se medió el potencial midday y en cuatro el potencial predawn. En las plantas con riego subsuperficial el potencial medio en campaña se cifra en -1,07 MPa de midday y -1,22 MPa de predawn, mientras que en las plantas con riego superficial se cifra en -1,23 MPa de predawn y -1,47 MPa de midday. Las viñas sin riego tienen antes del amanecer -1,37 MPa y, en el momento de máximo estrés, -1,55 MPa. Se observa que en el caso de viñas con riego subsuperficial se encuentran un 13% más hidratadas al comienzo del día y un 28,21% al mediodía frente a las viñas con riego superficial. En relación al tratamiento de secano, las de riego subsuperfical se diferencian en contenido de agua en un 21,89% al amanecer y un 21,29% al mediodía.
La evolución del potencial por viña en los dos momentos del día se muestra en la figura 6A. El potencial de amanecer en las viñas con riego subsuperficial, comienza a fecha 5 de junio, en la viña F3-33 con un valor de -0,72 MPa, finalizando a 29 de agosto con -1,37 MPa; la viña F4-27 presenta valores parejos (-0,71MPa, -1,33 MPa) y la correspondiente al secano en la misma terraza (F5-40) unos potenciales de -1,08 MPa y -1,52 MPa, respectivamente. En la terraza con sistema de riego aéreo, las viñas F1-26 y F3-46 comienzan con -0,99 y -0,95 MPa, respectivamente, y finalizan con -1,41 y -1,32 MPa. En este terraza la viña testigo, sin riego, presenta un intervalo de potenciales en campaña de -1,11 MPa a -1,57 MPa.
Al mediodía la evolución es similar, presentando valores extremos en campaña de -0,92 y -1,64 MPa en la planta F3-33, -0,90 y -1,60 MPa en la F4-27, y -1,31 y -1,85 MPa en la F5-40 (secano), las tres en la terraza con riego subsuperficial. En la terraza con riego aéreo, los valores alcanzados son de -1,30 y -1,77 MPa para la viña F1-26, -1,28 y -1,73 MPa para la F3-46 y -1,32 y -1,89 MPa para la cepa testigo (F4-44) (Fig 6B). Como valores medios por tratamiento, las cepas con riego subsuperficial presentan un valor de potencial de -1,22 MPa, las cepas con riego superfical -1,47 MPa y las cepas en secano -1,55 MPa (Fig. 5B).
Por la laboriosidad y costes que implica el protocolo de medición de los parámetros foliares (potencial hídrico de amanecer y de mediodía) el equipo de la USC intentó determinar la relación existente en potencial hídrico foliar y el contenido de agua en suelo, por ser la metodología del TDR más simple y de rápida determinación. Se observó la existencia de una relación entre ambos parámetros entre si en función de los tratamientos, destacando la relación entre los valores de mediodía (Fig. 7), obteniéndose unos coeficientes de ajuste muy pobres entre ambos parámetros en condiciones de amanecer (r2< 0,5). Estos resultados son coincidentes con los obtenidos en la campaña 2011 en la DO Ribeira Sacra por el equipo de la USC sobre la variedad Mencía en condiciones de secano (Martínez et al., 2012).
Conclusiones y futuros ensayos
Se constata una diferencia interbancal e intercepa en función de la presencia o no de sistema de dotación hídrica complementaria y de la tipología del sistema de riego empleado. Es observado un mejor mantenimiento del confort hídrico en las cepas con riego subsuperficial, frente a las de riego superficial, y de estas frente a las cepas en secano. En estas últimas se observa una transferencia de agua desde terrazas superiores a terrazas de cota inferior, lo que provoca un elevado contenido de agua en suelo en las cepas testigo analizadas. No obstante, las condiciones de bulbo húmedo generadas por los sistemas de riego y de microclima generadas especialmente por el sistema de riego superficial provocan que las condiciones de las cepas en regadío a nivel de parámetros/indicadores foliares sean más favorables frente a las cepas en secano.
La obtención de una relación entre el parámetro foliar a mediodía, momento de máximo estrés por parte de la cepa, y el parámetro edáfico permitirá en futuras campañas la determinación del estado hídrico de la cepa en base a mediciones edáficas, pudiendo estas evolucionar a la toma de datos en continuo mediante sondas de capacitancia u otro tipo de sensores similares.
Agradecimientos
Esta investigación ha sido realizada dentro del Programa Isabel Barreto 2009, Consellería de Cultura, Educación e Ordenación Universitaria, Xunta de Galicia. Agradecer la colaboración al Grupo Marqués de Vargas.
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