Opinión: Conservadores
La pandemia, repito, ha sido un gran aliado para el sector. O mejor dicho: para la parte más técnica del sector. El repunte de la práctica, especialmente en deportes como el running, el pádel, el bike o algunas modalidades outdoor se ha traducido, lógicamente, en un repunte de la venta de material técnico. Poco importa si no ha sido un crecimiento directamente proporcional; la realidad es que marcas y tiendas, después de la incertidumbre de los dos meses de cierre, han logrado vaciar -por fin- sus stocks. Tanto, incluso, que aún sigue siendo complicado encontrar bicis o palas de pádel. Sobre si esta rotura de stocks es “culpa” de una programación conservadora ya hemos hablado en otros artículos. Y hacer valoraciones a toro pasado es muy fácil. Otro tema es cómo serán esas nuevas programaciones en los próximos meses. Y no es nada fácil imaginar por donde irán los tiros.
Por un lado, la práctica sigue en auge. A un ritmo mucho más lento, evidentemente, pero se mantiene la dinámica ascendente. Las ventas, lo mismo. Aun habiendo roturas de stock, sigue habiendo cierto dinamismo y, a priori, hay una bolsa de compradores que están esperando para comprar. Sin embargo, la moneda tiene dos caras, y en la otra, hay un cierto runrún de que el sector, a nivel global, está volviendo a centrar sus miradas en la moda deportiva. La pandemia le dio un revés de campeonato, como era previsible, pero como siempre, cuando las cosas empiezan a ir mejor, la moda vuelve a primera fila. Y una gran parte del comercio deportivo se deja seducir en tiempo récord por sus cantos de sirena. No en vano, representa alrededor de la mitad de las ventas, así que es lógico que determinados formatos de tienda depositen tantas esperanzas en ella.
Los índices de práctica son buenos, sigue habiendo demanda, pero las sensaciones de muchas marcas y tiendas es que el crecimiento de lo técnico puede dar un frenazo a corto y medio plazo.
La pandemia ha transformado por completo los hábitos de compra de los consumidores. Y sus preferencias. Pero lo lógico -por experiencia- es que a medida que las cosas vayan volviendo a la normalidad, esas preferencias cambien. Algunas se quedarán, otras que parecía que se impondrían no lo harán tanto, pero la mayoría volverán a febrero de 2019. No somos de aprender muchas cosas. Más bien somos de querer cambiarlo todo cuando estamos entra la espada y la pared… y de no cambiar ninguna cuando las preocupaciones se quedan atrás.
Este rasgo tan propio de la condición humana es el que me hace dudar, y mucho, de que la parte más técnica tenga todavía mucho margen de recorrido. Cuando en marzo nos encerraron y, sobre todo, cuando nos dejaron salir a los dos meses, parecía que la vida no tendría ningún sentido si no se empezaba a definir una nueva cultura del bienestar que girará alrededor del deporte. Ahora, poco más de un año después, y aun siendo evidente que el deporte ha ganado “estatus”, el margen de crecimiento no es el que parecía entonces. Ni mucho menos. Ni siquiera las administraciones parecen haber asumido la importancia del deporte en la salud de los ciudadanos y de las arcas del estado. Alguna acción más bien tímida entorno a la movilidad sostenible y poco más. Los buses y los trenes a reventar y la gente volviendo a redirigir sus gastos hacia donde lo hacia antes de 2020: restauración, viajes, ropa… y un poco de deporte. Que algo queda.
Cuando la práctica empezó a despegar en abril de 2020 ya dijimos, en varias ocasiones, que la clave sería el día después. Que lo importante era buscar fórmulas para, cuando el miedo se dejase atrás, cuando se volviera a una cierta normalidad, mantener ese dinamismo de la práctica. Y espero equivocarme, pero la cosa no pinta muy bien. Los índices de práctica son buenos, sigue habiendo demanda, pero las sensaciones de muchas marcas y tiendas es que el crecimiento de lo técnico puede dar un frenazo a corto y medio plazo. Y eso, en las programaciones, se va a tener muy en cuenta…
Raul Bernat, redactor jefe de Tradesport