EDITORIAL
Una despedida que nos obliga a reflexionar
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El cierre de CMD no es una buena noticia. Para nadie. Y quien crea que nos alegramos, está muy equivocado. La competencia nunca ha sido enemistad, y que un medio desaparezca debería ser motivo de preocupación para todos los que nos dedicamos a la comunicación en este sector.
El adiós de CMD es el punto y final a una trayectoria valiente. Podrán gustar más o menos su estilo y sus enfoques, y sus formas, pero lo que es innegable es el mérito de haber creado y sostenido un medio especializado durante tantos años, acompañando a la industria con independencia y espíritu crítico. Un espíritu que, es cierto, no siempre ha sido bien recibido, pero que forma parte esencial del periodismo. Y de la manera que siempre ha tenido Jordi de entender ese periodismo.
En su despedida, Jordi es claro en las razones que han llevado al cierre. La primera, incuestionable: la falta de confianza de los anunciantes. La segunda, igual de contundente: un sector demasiado pequeño para tantos medios. Y la tercera, y en esta radica la clave del futuro para muchos de nosotros, los cambios en la forma en que las marcas comunican. Un cambio que, sobre todo tras la pandemia, ha redefinido las reglas del juego, dejando atrás modelos tradicionales de comunicación y poniendo en jaque a quienes no se adaptan a la nueva realidad. Una realidad donde lo clásico ya no sirve y donde, sobre todo, es fundamental la solidez empresarial.
Dice el refrán que cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar. Y cualquier cierre de un gran competidor -porque eso ha sido CMD- tiene, necesariamente, que hacernos reflexionar. Por muy diferente que sea nuestra estrategia. Por mucha estabilidad que tengamos. Por muchas nuevas ideas que guardemos en el cajón. Porque se trata de la industria. De un sector que cambia constantemente y donde nuestro papel se ha transformado radicalmente con el paso de los años. Y debe seguir haciéndolo.
Esto nos lleva a un debate eterno: ¿debemos comunicar para las marcas o para los lectores? La respuesta más sensata es que debemos hacerlo para ambos. Pero lo que parece cada vez más evidente es que el futuro pasa por ofrecer un valor añadido en el contenido y alejarse, poco a poco, de lo convencional. Es el camino que están siguiendo los grandes medios internacionales y, sin embargo, es una cultura escasamente arraigada en nuestro país. Y en nuestra industria, aún menos.
El cierre de CMD tiene que ser un estímulo para dar un nuevo salto. Cuantitativo, sí, pero sobre todo cualitativo. Reforzar nuestro compromiso con la industria y adaptarnos a lo que ahora necesita. A sus nuevas formas de comunicarse. A un B2B en constante transformación donde la frontera entre negocio y consumidor es cada vez más débil y donde las relaciones entre marca-consumidor, marca-tienda y tienda-consumidor no son, ni mucho menos, las de hace 10 o 15 años.
El cierre de CDM debería hacernos reflexionar, no solo sobre lo que ha cambiado, que es mucho, sino sobre lo que aún podemos cambiar para seguir siendo una pieza clave para la industria.