La alternativa vegetal evita la inflación y aumenta su demanda un 25%
Mientras los españoles reducen sus compras para intentar abaratar su presupuesto en alimentación con caídas pronunciadas –sobre todo en el caso de los frescos–, los postres, las comidas y las bebidas de base vegetal siguen ganando cuota y generando ingresos millonarios.
El negocio, que crece al albur de una concienciación ambiental que considera necesario buscar fuentes de proteínas diferentes a las animales y acompaña a la tendencia de la eliminación o reducción del consumo de alimentos de origen ganadero, bordeó los 500 millones de euros en ventas en supermercados e hipermercados en 2022.
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Se desprende así de los datos de Circana, la consultora nacida de la unión de IRI y NPD Group, que apuntan que los postres de origen vegetal incrementaron sus precios por encima del 10% en 2022 y que, aún así, consiguieron un 25% más de demanda.
Como resultado de esta ecuación, las ventas de estos postres se dispararon en valor un 37,9%, hasta los 97,2 millones de euros, con los yogures copando como referencia más demandada y con una tendencia alcista, pues su negocio subió un 45,4% frente al retroceso de hasta el 81% en los quesos.
No obstante, son las bebidas vegetales las que concentran la mayor parte del negocio de los denominados plant based en España, con crecimientos tanto en volumen como en valor superiores al 3% y una facturación por encima de los 300 millones de euros en la distribución alimentaria.
La comida sólida de alternativas vegetales –que suelen imitar la textura y el gusto de carnes e incluso pescados y mariscos– también cuenta cada día con más adeptos en España. Así, han conseguido en 2022 elevar la demanda un 12,8% y las ventas un 14,7%, hasta los casi 90 millones de euros.
Sin embargo, hay categorías que disminuyen su presencia en la cesta de la compra de los españoles como los alimentos con base de seitan, tofu o soja, de acuerdo a la estadística de Circana.
Nuevos productos
Un negocio en expansión genera oportunidades y atrae inversores dispuestos a ampliarlo. En el caso de las alternativas vegetales, está en el foco las grandes compañías de siempre que han diversificado su negocio, como la láctea Danone, infinidad de start ups y empresas que poco a poco se han convertido en referentes del sector como Heura, que ya ha llegado incluso a acuerdos con empresas de restauración. Sólo esta marca especializada ha informado de que en 2022 facturó 31,4 millones de euros, un 80% más y en plena crisis de precios.
Otro de los referentes en el sector, Beneo, tiene previsto para el segundo trimestre de 2023, ampliar su porfolio con su primer producto semielaborado: trozos de pollo de origen vegetal. Según detalla la compañía, cuenta con una receta única y una tecnología de proceso patentada que permitirá presentar el alimento tanto en fresco como congelado elaborado con cuatro ingredientes: micoproteína y proteína de guisante, combinados con un regulador del pH y un saborizante. Beneo defiende que genera una huella de carbono tres veces menor que la del pollo.
El gusto de los consumidores
Si hay algo que está cambiando el contexto de fuerte inflación y cambio climático es la ‘infidelidad’ de los consumidores a sus marcas, sus productos e incluso sus hábitos de consumo.
Así, los productos de base vegetal, antes sólo ideados para personas con dietas veganas o vegetarinas, ganan peso hasta el punto que seis de cada diez españoles estarían dispuestos a probar carne cultivada, según un informe sobre la percepción del consumidor sobre este producto elaborado por Ainia y financiado por la Conselleria d’Innovació, Universitats, Ciéncia i Societat Digital de la Generalitat Valenciana.
La visión de futuro próxima es optimista, sobre todo porque, de acuerdo al mismo estudio, el 53% de los encuestados considera que en los próximos años aumentará su consumo de proteína vegetal. Entre las motivaciones, los encuestados señalan el bienestar animal (63%), el respeto al medio ambiente (50%) y la curiosidad por probarla (48%). También se identifican barreras, como la creencia de un peso elevado (52%), la falta de información (45%) y la desconfianza (44 %).