El futuro del regadío en España
José A. Gómez-Limón
Universidad de Córdoba
15/08/2022El regadío nacional se sitúa en un contexto de gran incertidumbre sobre su futuro, por lo que resulta difícil prever los cambios a los que este sector agrario deberá hacer frente durante los próximos años. Estas circunstancias justifican que la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (FENACORE) haya decidido dedicar una de las ponencias de su XV Congreso Nacional (https://cnrleon22.es) al futuro del regadío en España.
Riego en campo de cultivo en Menorca.
Introducción y objetivos
En este contexto, el objetivo de este trabajo es realizar un análisis integral de la situación actual del regadío en nuestro país, así como de los diferentes factores que van a condicionar su futuro próximo. Este tipo de análisis no debe considerarse como un fin en sí mismo, sino solo un medio para incentivar a la acción; es decir, fomentar la toma de decisiones estratégicas de los agentes afectados con el objetivo de conseguir que el futuro sea lo más favorable para sus intereses.
El presente artículo es un resumen de la ponencia impartida por el profesor Gómez-Limón el 2 de junio de 2022 en el XV Congreso Nacional de Comunidades de Regantes celebrado en León.
Aplicación del método DAFO al sector del regadío en España
El análisis interno trata de profundizar en los diferentes aspectos propios del sector analizado al objeto de conocer: a) sus fortalezas, aquellas características que le proporcionan capacidades especiales que le pueden facilitar su evolución hacia la situación futura deseada, y b) sus debilidades, aquellas características que lo colocan en situación desfavorable.
El análisis externo o del entorno se realiza para obtener información sobre los factores exógenos que afectan al sector, con el propósito de determinar: a) sus oportunidades, aquellos elementos que se valoran como positivos en el análisis del entorno general, en la medida en que aumentan las posibilidades del sector de conseguir la situación futura deseada, y b) sus amenazas, aquellos elementos que se valoran como negativos porque disminuyen las posibilidades del sector de conseguir la situación futura deseada.
Los resultados de estos dos análisis permiten construir la denominada matriz DAFO, donde quedan identificados los factores más relevantes que deben tenerse en consideración durante el proceso de planificación estratégica.
Resultados del análisis interno
Fortalezas
Importancia económica: generación de riqueza
La transformación de secano en regadío ha permitido un incremento significativo de la productividad agrícola, y con ello de la rentabilidad de las explotaciones y sus titulares. Según los últimos datos disponibles, el valor anual de la producción de una hectárea promedio de regadío en España (5.576 euros) es 5,4 veces superior a una hectárea promedio de secano (1.030 euros). La elevada productividad del regadío en España explica que el regadío nacional, con tan solo el 23% de la superficie de cultivo, produzca a escala nacional el 64% de la producción vegetal. Así, de los 27.359 millones de euros de producción vegetal obtenidos en España en 2019, aproximadamente 17.500 millones de euros procedieron del regadío.
Además, cabe destacar que el regadío no sólo permite unas rentas más altas, sino también más seguras, tanto por la mayor diversificación de producciones que permite, como por la reducción de los riesgos climáticos derivados de la variabilidad de precipitaciones. Así, el regadío no solo hace las explotaciones agrícolas más rentables, sino también más resilientes.
En este sentido, resulta evidente cómo la disponibilidad de agua por parte del sector agrario supone para muchos agricultores su supervivencia económica. En estas zonas, además, el regadío es el motor de desarrollo económico local, constituyendo la principal fuente de rentas de la población rural.
La producción agrícola de regadío contribuye igualmente a generar rentas en otros sectores económicos relacionados. Efectivamente, el regadío nacional genera importantes efectos positivos en toda la cadena de valor agroalimentaria, tanto ‘hacia atrás’ (p. ej., sectores de fertilizantes, fitosanitarios, maquinaria, construcción, …) como ‘hacia delante’ (p. ej., sectores agroindustriales, de transportes, etc.). En este sentido, los cálculos más recientes sobre los efectos de arrastre de los diferentes sectores de la economía española señalan que el efecto multiplicador del sector agrario es de 3,56; es decir, que cada euro producido en agricultura induce una producción de 2,56 euros en el resto de los sectores de la economía.
Importancia social: contribución al desarrollo rural
La contribución social más relevante de la agricultura de regadío está relacionada con la generación de empleo en el medio rural, dado que este tipo de agricultura es más intensiva en el uso del factor trabajo que el secano. Efectivamente, como promedio en España, para generar un puesto de trabajo en agricultura se requieren 41 hectáreas de secano o, alternativamente, solo 9 hectáreas de regadío. Extrapolando los datos anteriores para el conjunto de España, se deduce que el regadío genera un empleo directo para 415.714 personas, lo que supone el 39,4% de la mano de obra ocupada en la agricultura.
Adicionalmente, debe tenerse en cuenta que:
a) El regadío lleva aparejado la generación de empleo indirecto en los diferentes escalones de las cadenas de valor añadido de los productos agroalimentarios que va más allá de los datos de empleo directo en el sector primario antes referido. Algunos cálculos apuntan a que cada empleo directo en el regadío genera 0,46 empleos indirectos en empresas agroindustriales y de suministros agrarios igualmente localizados en el medio rural, en su mayoría cubiertos por mujeres y jóvenes.
b) El regadío no sólo genera más empleo en el medio rural que el secano, sino que hace que este sea más estable, reduciendo la estacionalidad de la mano de obra.
La conjunción de las circunstancias anteriores permite afirmar que el regadío favorece una adecuada estructura de la población (población más joven y relación de géneros más equilibrada), contribuyendo de forma efectiva a la fijación de población en el territorio.
Solidez institucional
El gran desarrollo del regadío español se ha fundamentado en la creación de instituciones con fundamentos sólidos, pero que han sido lo suficientemente flexibles para adaptarse a los cambios que la gestión del recurso y la actividad productiva requerían en cada momento para garantizar su prosperidad.
Dentro del entramado institucional español, cabe reseñar a las Confederaciones Hidrográficas (CCHH) y las comunidades de regantes (CCRR) como las organizaciones clave que han permitido escribir la historia de éxito de nuestro regadío. Ambas instituciones están fundamentadas en la conceptualización del agua como un recurso de titularidad pública (dominio público hidráulico) y su consideración como recurso unitario. Estos fundamentos se han hecho operativos mediante el régimen concesional, por el cual los poderes públicos (CCHH) deben asegurar la correcta gobernanza del recurso, supeditando su uso privativo al interés general mediante las CCRR.
Asimismo, hay que hacer notar que las CCRR se han asociado igualmente en federaciones, tanto a nivel nacional (FENACORE, creada en 1955), como a nivel de cuenca (Ferduero, Ferebro, Feragua, etc.), como entidades representativas del regadío a diferentes escalas de gestión del recurso. A nivel internacional también se ha creado la Comunidad Euromediterránea de Regantes (EIC), como representación del sector ante organismos internacionales.
Modernas infraestructuras y tecnologías de riego
El sector del regadío español ha experimentado una importante evolución tecnológica a lo largo de las dos últimas décadas, consecuencia del proceso de modernización. Este cambio tecnológico ha sido posible gracias al esfuerzo de los agricultores y sus CCRR, que han aprovechado los incentivos proporcionados por las administraciones, tanto central como autonómicas, para la financiación de las obras de infraestructuras y de tecnologías de riego más eficientes. Así, el 54% de la superficie regada en España dispone de tecnología de riego localizado y el 23% de riego por aspersión o automotriz. Tan solo el 23% se sigue regando por gravedad.
La cofinanciación pública del proceso de modernización ha estado justificada desde un primer momento por ser esta la vía más rápida y aceptada socialmente para reducir la demanda de agua, minimizando así los efectos de la escasez del recurso. En las dos últimas décadas se ha reducido el uso de agua un 8,3%, incluso a pesar de que la superficie de regadío se ha incrementado en algo más de 500.000 hectáreas.
Además, la modernización ha supuesto una mejora en las condiciones de trabajo de los regantes, así como en su capacitación profesional, dadas las mayores exigencias de formación en técnicas de riego para un mejor aprovechamiento del agua.
Según los últimos datos disponibles, el valor anual de la producción de una hectárea promedio de regadío en España (5.576 euros) es 5,4 veces superior a una hectárea promedio de secano (1.030 euros)
Debilidades
Presión cuantitativa sobre los recursos hídricos: el ‘cierre’ de las cuencas
La demanda total de agua en España para usos consuntivos es del orden de los 32.000 hm3/año. El principal uso del agua es el regadío, que supone el 80,5% de esta demanda. La atención de estas demandas es solo posible gracias a una desarrollada red de infraestructuras de regulación, que asciende a 38.234 hm3. Sin esta red de embalses, utilizando únicamente el agua disponible bajo el régimen natural, sólo se podrían aprovechar unos 7.700 hm3/año para usos consuntivos.
Sin embargo, desde hace unos años esta capacidad de embalse no ha crecido conforme a las nuevas necesidades de agua. Este frenazo en las obras de regulación se debe a razones técnicas y, sobre todo, a la creciente oposición social y política a nuevas obras que impliquen la inundación de zonas naturales de valor ecológico y/o núcleos de población, así como la alteración del régimen de caudales naturales.
Si tenemos en cuenta la rigidez de la oferta y el crecimiento continuado de la demanda, se constata una fuerte competencia entre distintos usos, que está erosionando la garantía de suministro y promoviendo la generación de externalidades medioambientales negativas.
El proceso arriba descrito no solo está ocurriendo en España, sino que se trata de un proceso global, encabezado por las regiones con economías del agua más maduras. Esta evolución está llevando a las diferentes demarcaciones hidrográficas españolas a una fase de ‘cierre’ de cuencas, proceso que: a) impide continuar con el crecimiento de la superficie regada, al no existir recursos adicionales que puedan ser destinados a este uso; b) prioriza el uso de instrumentos de gestión de la demanda, lo que podría derivar en pérdidas de derechos por revisiones concesionales y mayores costes para los regantes (p. ej., tarifación como medida de reducción de la demanda); c) reduce la capacidad de los sistemas de explotación hidrológicos para gestionar situaciones de escasez y adaptarse al cambio climático; y d) motiva un intenso debate social y político sobre la eficiencia en el uso del agua en el sector agrario, señalándose demagógicamente al regadío como el ‘culpable’ de la situación, al ser el mayor usuario del recurso.
Variabilidad e incertidumbre sobre la disponibilidad de agua
Todas las regiones de España padecen episodios de sequías hidrológicas, si bien con una regularidad e intensidad dispar. Estas circunstancias de estrés hídrico impiden satisfacer la totalidad de las demandas consuntivas, lo que conlleva severos impactos sobre la producción, el empleo y el medioambiente.
Las sequías se han sucedido de manera recurrente en España desde siempre. Lo que sí cabe señalar es que el impacto de estas se ha venido agravando en las últimas décadas, a medida que ha ido acrecentándose la escasez estructural del agua por el cierre de las cuencas. Efectivamente, en situaciones donde los balances hídricos están tan ajustados, cualquier reducción temporal en la oferta se traduce casi automáticamente en reducciones en las dotaciones que reciben los regantes, ya que el margen de maniobra que deberían proporcionar las obras de regulación ha quedado reducido significativamente por los sucesivos incrementos de las demandas, sin que se haya aumentado la oferta.
Esta situación resulta una clara debilidad para el regadío, puesto que los criterios de asignación seguidos durante las sequías hacen que las concesiones sean más precarias (baja garantía de suministro), limitando la consolidación del sector al suponer un freno para muchas inversiones productivas (p. ej., la plantación de especies frutales de gran valor añadido, pero intolerantes a la sequía). A esto hay que unir la falta de instrumentos de gestión específicos del riesgo de sequía hidrológica, ya que los fallos de suministro no son siniestros cubiertos por los seguros agrarios.
Envejecimiento y dificultades para el relevo generacional
El regadío está sufriendo una crisis social. Se aprecia un paulatino envejecimiento de los titulares de explotación y una fuerte masculinización (desvinculación progresiva de la mujer respecto a las explotaciones agrarias). Esta crisis social se agrava con las incertidumbres respecto al relevo generacional de las explotaciones de regadío.
Estas dificultades para el relevo generacional, más que en dificultades de tipo económico, se explican por cuestiones sociales, sobre todo por el desapego de muchos jóvenes respecto al modo de vida de las zonas rurales (limitación de servicios y posibilidades de ocio) y la escasa consideración social hacia los agricultores. Esta situación de crisis del “regadío tradicional” es una clara debilidad, ya que limita la capacidad emprendedora del sector de cara a seguir modernizándose.
Limitaciones estructurales: reducida dimensión de explotaciones y comunidades de regantes
El regadío nacional se caracteriza estructuralmente por el predominio de explotaciones de reducida dimensión. Esta circunstancia ha supuesto un freno para su competitividad, al no poder aprovechar las economías de escala inherentes a las modernas tecnologías de producción. No obstante, también debe reconocerse que esta debilidad se ha ido minimizando a lo largo de las últimas décadas mediante un proceso de ajuste estructural consistente en la reducción en el número de explotaciones y un aumento del tamaño físico medio de las que han ido quedando en el sector.
En los últimos años, sin embargo, se observa un cambio en el modelo de ajuste estructural en el sector. Más recientemente se aprecian unas estrategias más basadas en la intensificación productiva como vía para aumentar la dimensión económica (no tanto física) de las explotaciones. Este proceso de intensificación se está traduciendo en un cambio en las orientaciones productivas del regadío nacional, disminuyendo la superficie de las explotaciones de regadío especializadas en cultivos herbáceos más extensivos (cereales, oleaginosas y leguminosas) y aumentando el de aquellas dedicadas a frutas, hortalizas, olivar y viñedo.
De manera similar, cabe destacar la escasa dimensión de muchas CCRR. Este pequeño tamaño provoca que dichas entidades colectivas de riego tengan dificultades para administrar adecuadamente las aguas otorgadas en base a su título concesional, dado que no disponen de personal técnico propio ni de los medios técnicos necesarios para ello. Además, su reducido tamaño también supone barreras para el acceso a la modernización, dada su limitada capacidad para tramitar expedientes administrativos complejos.
La escasa dimensión de muchas CCRR provoca que tengan dificultades de gestión del agua dado que no disponen de personal técnico propio ni de los medios técnicos necesarios para ello.
Resultados del análisis externo
Oportunidades
Aumento de la demanda mundial de alimentos y materias primas
La población mundial actual es de aproximadamente 7.400 millones de personas, y las proyecciones apuntan a que esa cifra llegará a los 9.700 millones en 2050. Además, debe tenerse en cuenta que esta población tendrá un mayor nivel de renta que la actual, lo que permitirá cambios en los patrones de consumo alimentario a nivel global. La combinación de ambas circunstancias explica que se espere un crecimiento de la demanda mundial de alimentos entre un 60% y un 100% respecto a la actual.
Este incremento de la demanda amenaza la seguridad alimentaria del planeta, constituyéndose como uno de los mayores retos de la humanidad en las próximas décadas. Efectivamente, el reto para la agricultura mundial es incrementar su producción entre el 50% y el 70%, a sabiendas de que difícilmente podrá contar con una dotación de recursos naturales (tierra, agua y energía) mayor que la disponible actualmente, y que la producción será afectada negativamente por el cambio climático.
Dentro de este contexto, cabe señalar que el regadío, ocupando tan solo el 7,2% de la superficie agraria útil del planeta, juega ya un papel muy destacado para garantizar la seguridad alimentaria, en la medida en que produce el 45% de la producción mundial de alimentos. Además, se prevé que sea este tipo de agricultura donde se produzcan los mayores aumentos de productividad (incremento de rendimientos).
El incremento de la demanda mundial de alimentos y materias primas es una oportunidad importante para la agricultura de regadío en España. En primer lugar, porque esta circunstancia es un argumento convincente que puede trasladarse a la sociedad al objeto de conseguir que dentro del debate político se equilibren las prioridades relacionadas con la conservación ambiental y aquellas que tienen que ver con la producción de alimentos. Y, en segundo lugar, el incremento de la demanda de alimentos resultará positivo para el regadío porque supondrá un incremento sustancial de sus ingresos por ventas: si la producción se incrementa en torno al 60% y los precios de los productos agrarios suben un 15%, parece razonable pensar que para el año 2050 los ingresos por ventas suban alrededor del 80%.
Innovación tecnológica en el ámbito depuración y desalación de agua
La escasez o déficit estructural de agua en buena parte del territorio nacional ha hecho que España sea uno de los países donde más se utilizan los recursos hídricos no convencionales, como la desalación y la reutilización.
España cuenta con una capacidad instalada de desalación de aproximadamente 5 millones de m3/día, siendo uno de los países con mayor capacidad de desalación a nivel mundial. No obstante, la mayoría del agua desalada se emplea para abastecimiento urbano; solo el 20% de esta fuente no convencional se utiliza para riego. Así, en zonas del sudeste español, los regantes están usando, según los años, entre 140 y 150 hm3 de agua desalada al año, constituyendo esta fuente no convencional una proporción significativa del total del agua empleada para el riego en dichos territorios. En la medida en que el precio del metro cúbico de agua desalada pueda rebajarse con mejoras tecnológicas, su utilización por el sector agrario aumentará significativamente en las zonas regables litorales del Mediterráneo.
Por su parte, la reutilización de agua para regadío todavía es incipiente. No obstante, en la actualidad se reutilizan en España del orden de 500 hm3 al año, de los cuales el 70% se destina al riego. La reutilización de aguas está tomando especial relevancia en el área mediterránea (Murcia y Comunidad Valencia) y en los archipiélagos, donde ya están reutilizando más del 50% de sus aguas residuales tratadas. En cualquier caso, el uso de aguas regeneradas resulta igualmente una oportunidad para el regadío nacional por dos motivos fundamentales. En primer lugar, porque a nivel nacional solo se está reutilizando el 10% de las aguas residuales tratadas. Así, el potencial de crecimiento de esta fuente no convencional de agua es muy importante. En segundo lugar, porque los costes del agua regenerada son menores que los de la desalada. Y, en tercer lugar, porque la regeneración de las aguas reduce el nivel de contaminación medioambiental al disminuir el volumen de descarga de aguas residuales, lo que abre la posibilidad de que el coste de la regeneración se comparta entre el conjunto de la sociedad que se beneficia de la mejora ambiental y los regantes que emplean estas aguas.
Transformación digital del regadío
El sector del regadío en España se encuentra ya en un proceso de transformación digital, incorporando nuevas tecnologías de la información y de la comunicación (TIC), el internet de las cosas (IoT) y el análisis de Big Data. Este proceso de transformación digital es necesario para la sostenibilidad del sector, compatibilizando rentabilidad para los regantes con la conservación del medioambiente, en la medida en que permite incrementar la productividad agrícola a la vez que reduce los costes por la disminución del uso de insumos, especialmente agua y energía.
Estas tecnologías digitales permiten emplear una infinidad de aplicaciones que facilitan su trabajo: a) sistemas de información geográfica (SIG), b) sistemas de control de supervisión y adquisición de datos (SCADA) para la monitorización y el telecontrol, c) sistemas de soporte a la decisión (SSD) que permiten a los usuarios tomar decisiones óptimas para la gestión de sistemas dinámicos y complejos, d) aplicaciones web y aplicaciones para telefonía móvil que posibilitan el manejo de riego por parte de los regantes mediante cualquier dispositivo electrónico (PC, Tablet, smartphone), y e) redes sociales de gran utilidad para la transmisión de información agrometeorológica, comercial o sobre la gestión del agua.
Dentro del contexto de escasez estructural de agua, la mayor amenaza para el regadío nacional es el incremento de las “demandas” ambientales de agua, derivadas de la fijación de caudales ecológicos cada vez más exigentes
Amenazas
Cambio climático: aumento de la demanda de riego y disminución de la oferta de agua
Ya no existe duda alguna sobre que el clima del planeta está cambiando, una vez que se va observando su creciente impacto sobre los ecosistemas y la actividad humana. Este cambio global está caracterizado por:
a) Aumento de las temperaturas medias, que está provocando una mayor evapotranspiración de las plantas y, por tanto, un incremento de las necesidades hídricas de los cultivos, que requieren mayores dosis de riego.
b) Cambios en los regímenes de lluvia. La práctica totalidad de modelos disponibles prevén disminuciones de las precipitaciones en los países ribereños del Mediterráneo. Para el caso de España, la disminución de lluvias se prevé que llegue al 19% para 2071-2100. Los recursos hídricos disponibles se reducirán entre un 3% y un 7% para el 2040, siendo esa cifra aún mayor, de entre un 8 a un 10%, en cuencas del Sur y el Este peninsular.
c) Un régimen de precipitaciones más errático, haciendo que la creciente variabilidad de las lluvias agrave el riesgo de sequías e inundaciones.
Todo lo anterior evidencia que el cambio climático supone la principal amenaza para el regadío español, ya que aumentará las necesidades hídricas de los cultivos y disminuirá el agua disponible para el riego.
Opinión pública: la mala reputación del regadío
El uso del agua ha sido y sigue siendo en general en España objeto de intensos debates y, en muchas ocasiones, de confrontación política y social. Sólo así se explica que la agricultura de regadío no cuente con el apoyo social que cabría esperar sobre la base de datos objetivos; es la denominada “injusta crisis de popularidad” del regadío. Así, al regadío se le achaca que despilfarra el agua y contamina el medioambiente, y que tiene como única demanda la construcción indiscriminada de obras de regulación para poder disponer de la máxima cantidad de agua, sin reparar en que estas obras podrían destruir ecosistemas acuáticos y atentar contra la biodiversidad.
Sin duda, esta visión tan negativa del regadío no refleja adecuadamente la realidad del sector. Pero a pesar de ello, esta visión catastrofista ha calado sobre amplios estratos de la sociedad actual, hasta hacerse mayoritaria en la actualidad. La principal causa de la mala reputación social del regadío es que la mayoría de la sociedad carece de información directa u objetiva sobre este sector. Así, buena parte de la sociedad, especialmente la urbana, asocia el regadío a una serie de externalidades negativas generadas, apreciación que se ve acentuada por el interés mediático y la alarma social que generan este tipo de impactos ambientales. Estamos frente a una crisis reputacional derivada de problemas ambientales puntuales como consecuencia de la sobreexplotación del agua y/o uso inadecuado de agroquímicos (Mar Menor, Doñana, Tablas de Daimiel), que son (erróneamente) trasladados al público por los medios de comunicación como problemas generalizados del conjunto del sector. Estos hechos están ocasionando, incluso, que cadenas de suministro internacionales consideren que existe un gran riesgo para su reputación si se abastecen con productos agrarios desde estas zonas, lo que podría derivar en que estas rompan sus relaciones comerciales con los proveedores de estas regiones.
Frente a esta amenaza reputacional, la actuación del sector debería ser clara e inequívoca, liderando todas las iniciativas que permitan compatibilizar la producción agraria con la conservación del medioambiente.
Aumento de la competencia por el agua: los nuevos caudales ecológicos
Dentro del contexto de escasez estructural de agua, la mayor amenaza para el regadío nacional es el incremento de las “demandas” ambientales de agua, derivadas de la fijación de caudales ecológicos cada vez más exigentes. En España, los regímenes de caudales ecológicos son una restricción previa que se impone en los sistemas de explotación al aprovechamiento para fines socioeconómicos. Ello viene a significar que estos regímenes son considerados la parte del flujo natural que no puede ser detraído por la gestión del agua (satisfacción de demandas humanas). La consideración de los caudales ecológicos como una restricción que se impone a los sistemas de explotación implicará necesariamente reducciones de las dotaciones de riego. Mientras la fijación de estos caudales ecológicos sea más voluminosa, mayor será el impacto negativo sobre el regadío nacional.
La fijación de los caudales ecológicos por parte de los Organismos de Cuenca no es tan solo una cuestión técnica, sino que tiene una importante carga política o ideológica, en la medida en que estos caudales se establecen conforme a lo que la Administración entiende como el “interés general”, resolviendo mediante la aprobación de la planificación hidrológica de cuenca los heterogéneos intereses públicos y privados. Los planes hidrológicos, en aplicación de la Directiva Marco de Agua de la Unión Europea y de la legislación nacional, deben tratar de garantizar un “equilibrio” entre las necesidades humanas (abastecimiento y actividades económicas) y la protección ambiental de los ecosistemas dependientes del agua.
Encarecimiento de los factores de producción
Otra amenaza para el regadío español es el incremento de sus costes de producción por el encarecimiento de sus principales factores de producción: energía, agua y mano de obra.
El regadío es una actividad económica muy intensiva en el uso de energía; el total de costes energéticos del regadío se estima en algo más del 40% del valor de su producción, especialmente por el uso del agua. Este elevado peso justifica que cualquier incremento en el precio de la energía afecte negativamente a la rentabilidad del sector. La amenaza proviene de la transición energética, que encarecerá sensiblemente el coste de la energía. La subida en el precio de la energía también se está trasladando a otros factores de producción que requieren de energía para fabricarlos, como en el caso de los fertilizantes y fitosanitarios.
También el coste de la mano de obra contratada por el regadío está experimentado un incremento importante, derivado de las sucesivas subidas del salario mínimo interprofesional.
Reducción del apoyo de la PAC
La PAC se caracteriza por ser una política en continua evolución. Así, mediante sucesivas reformas, ha ido tratando de dar respuesta a las cambiantes demandas sociales en relación con la agricultura. En una primera etapa, desde su inicio en los años cincuenta hasta finales del siglo pasado, los objetivos de esta política fueron claramente económicos, encaminados a mejorar las rentas de los agricultores y conseguir el autoabastecimiento alimentario de Europa mediante elevados precios de los productos agrarios. Este enfoque de la PAC favorecía al regadío, puesto que al tratarse de un sistema agrario más intensivo y productivo, se beneficiaba especialmente de los elevados precios agrarios. Sin embargo, con el inicio del siglo XXI, la orientación de la PAC ha ido cambiando con el propósito de conseguir objetivos de carácter ambiental. Por este motivo, la agricultura de regadío en los últimos años ha ido perdiendo apoyo de la PAC, en la medida en que se va favoreciendo a los sistemas más extensivos.
Para evidenciar esta pérdida sucesiva de apoyo de la PAC, cabe comentar las novedades de la última reforma, que se implementará durante el periodo 2023-2027. En materia de pagos directos (primer pilar) cabe destacar la sustitución del actual pago verde por los nuevos ecoesquemas. El importe de la nueva ayuda es uniforme para todas las explotaciones que realicen las prácticas agroambientales propuestas. Este pago uniforme, independiente de la productividad de la explotación o del nivel de apoyo que esta recibe, se diferencia pues del actual pago verde, cuyo importe se calcula como una proporción del pago básico percibido por la explotación. Así, los nuevos pagos uniformes a percibir por los ecoesquemas perjudican al regadío en favor del secano. Esta circunstancia explica que, durante el próximo periodo de programación, el conjunto de pagos directos otorgados al regadío se reduzca entre un 10% y 15%.
En relación con el segundo pilar, la tendencia de la PAC tampoco es favorable para los intereses del regadío nacional. Efectivamente, durante los periodos de programación anteriores al periodo 2014-2022, una parte significativa de las ayudas de este pilar se destinaron en España a la modernización de regadíos. De hecho, el éxito de esta política de modernización ha sido posible gracias a la cofinanciación de la UE mediante el Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (FEADER), más concretamente a través de la medida de “gestión de recursos hídricos” de este segundo pilar. Sin embargo, las reglas de elegibilidad de esta medida se han vuelto mucho más exigentes y se han reducido las dotaciones presupuestarias para esta partida.
Propuesta de estrategias
Como ya se avanzó en la introducción, el futuro no está escrito, sino que hay que construirlo. Y cuando nos referimos al futuro del regadío en España, las CCRR y sus federaciones tienen un papel clave en su construcción. En este sentido, las estrategias que a continuación se exponen están basadas en el análisis realizado, y responden al objetivo de posicionar al sector del regadío en las mejores condiciones posibles para que el futuro favorezca los legítimos intereses de los regantes.
Estrategias ofensivas
- Aprovechar las ventajas competitivas con las que cuenta el regadío español para promover una intensificación sostenible de la producción, mejorando para ello la genética de los cultivos y las tecnologías de producción.
- Introducir de manera progresiva las tecnologías digitales en todos los ámbitos del regadío, como elemento clave para su futura competitividad.
Estrategias de reorientación
- Fomentar una actividad de regadío más sostenible, aprovechando todos los incentivos existentes (subvenciones públicas y nuevos nichos de mercados).
- Apoyar el uso de fuentes no convencionales de agua (desalación y depuración) al objeto de aumentar la garantía de suministro.
- Favorecer modelos de integración horizontal y vertical de explotaciones de regadío y de CCRR con otros agentes de la cadena de valor agroalimentaria, con el propósito de beneficiarse de las economías de escala de una mayor dimensión.
Estrategias defensivas
- Apostar por el uso de energías renovables.
- Mejorar la eficiencia energética de los sistemas de riego también con el doble propósito de abaratar los costes de riego y contribuir a mitigar el cambio climático.
- Generalizar los modelos exitosos de gobernanza de recursos hídricos para evitar la sobreexplotación de acuíferos; por ejemplo, mediante la creación de Comunidades de Usuarios de Aguas Subterráneas.
- Apoyar el diseño e implementación de instrumentos de gestión del riesgo para afrontar la previsible disminución de la garantía de suministros: a) nuevo seguro de sequía hidrológica para el regadío dentro del Sistema Español de Seguros; y b) la generación de los instrumentos de flexibilización del régimen concesional, como son los contratos de cesión y los centros de intercambio.
Estrategias de supervivencia
- Concienciar al conjunto del sector sobre la necesidad de realizar una agricultura sostenible, que minimice los impactos ambientales negativos.
- Mejorar la comunicación con la sociedad, al objeto de informar adecuadamente de los múltiples beneficios que el regadío reporta al conjunto de la ciudadanía.
- Extender la representatividad de FENACORE y resto de federaciones de CCRR en relación con la gestión del agua a otros ámbitos políticos y sociales donde se requiera la defensa de los intereses del sector del regadío.