Entrevista a Victoria Fernández, especialista en fertilización foliar
La fertilización foliar es todavía una materia un tanto desconocida. Rociar fertilizantes disueltos en agua directamente sobre las hojas de las plantas para proporcionar nutrientes es para muchos una práctica a la que rodean muchas preguntas. La Dra. Victoria Fernandez, del Grupo de Investigación de Genética Forestal y Eco-Fisiología de la Universidad Politécnica de Madrid, resuelve en esta entrevista algunas dudas que despierta esta ciencia.
Hay una pregunta básica de la que debemos partir. ¿Qué falta aún por conocer en el campo de la fertilización foliar?
Fundamentalmente nos falta conocer los mecanismos de absorción de las disoluciones por las hojas, puesto que no están bien caracterizados. Hay muchos factores ambientales y químicos, la propia naturaleza del producto que se aplica y las propiedades de las superficies todavía no se conocen bien. Si bien hay bastante desarrollo a nivel de formulación, falta comprender el papel que juegan las propiedades de la superficie.
¿Qué factores son más relevantes en la respuesta de las plantas a los fertilizantes foliares?
Suelo agrupar estos factores en tres grupos: los relacionados con las propiedades físico-químicas de las sustancias que estamos aplicando y el método de aspersión; los factores relacionados con las plantas, como pueden ser su fisiología o la rugosidad de la superficie, si tiene ceras o pelos, la estructura física y química de la superficie, etc.; y los factores relacionados con las condiciones ambientales a la hora de dar un tratamiento, como puede ser la temperatura, la humedad relativa o la luz.
¿En qué cultivos extensivos ha estudiado más la fertilización foliar y con qué resultados?
Suelo trabajar a nivel de planta, de hoja, con base micro o nano. He trabajado con trigo y alfalfa y en estos últimos tiempos estoy trabajando con maíz. Es posible que la permeabilidad de la hoja maíz sea distinta a la de la alfalfa, por ejemplo, ya que ésta última tiene una hoja con más rugosidad y es más hidrófoba. La superficie de la hoja de maíz es más mojable y, por lo tanto, es factible que sea más permeable. En el caso del trigo, su hoja es muy hidrófoba, muy poco mojable, con un ángulo de contacto con el agua bastante alto. Si se aplica un tratamiento foliar al trigo es preciso añadir surfactantes a la formulación ya si no que la probabilidad de que penetre es prácticamente nula.
¿Qué diferencias significativas encontramos con los árboles frutales?
Las diferencias son, fundamentalmente, a nivel de especies. Sean árboles o herbáceos, ambos pueden ser muy hidrófobos o muy mojables… Además, según la edad también varían las propiedades de permeabilidad y de interacción de las hojas.
¿Qué aspectos son imprescindibles tener en cuenta para conseguir una formulación que se ajuste al cultivo y al clima en el que se aplica?
Un aspecto imprescindible es el tiempo de secado de las gotas que se aplican sobre las hojas de la planta, su superficie aérea. Cuanto más tarda en secarse la disolución que aplicamos, más oportunidad hay de que esta disolución penetre las hojas, ya que sólo hay absorción en la fase líquida. Una vez se seca el producto aplicado, deja de haber penetración foliar. Si lo aplicamos en momentos en los que hace mucho calor y la humedad relativa es muy baja, esas gotas se secarán más rápido que si las aplicamos en otras condiciones más favorables en que la temperatura es más baja y la humedad relativa es de 80 o 90%. Así pues el factor del tiempo de secado es clave, y resulta crítico en zonas áridas o semiáridas y en ciertos momentos del año. Este tiempo de secado se puede modificar añadiendo a la formulación sustancias que tengan propiedades humectantes.
Por otro lado, se sabe que el tamaño molecular de la materia activa también influye en la formulación, pero si hay absorción por los estomas (poros con diámetro en el rango de micrometro) este tamaño es menos importante.
Varios estudios han demostrado que dependiendo del compuesto que aplicamos a los elementos minerales, por ejemplo, hay mayores o menores tasas de penetración. Esto se está relacionando con el punto de deliquescencia del compuesto, que es la humedad relativa por encima de la cual el compuesto se hace líquido.
En este sentido, ¿cómo considera las fórmulas en el que principio activo ya viene premezclado sin tener en cuenta las condiciones de aplicación?
Hay un factor muy importante para que la aplicación sea correcta: la necesidad de añadir en el producto agentes tensoactivos, denominados comúnmente surfactantes. El problema que existe con las hojas es que en algunos casos pueden tener una superficie con gran rugosidad, lo cual lleva a que se hagan esferas (como en el caso de la col que genera bolas de agua). En estos casos, en los que el agua no moja la superficie, en que hay repelencia de las gotas con el vegetal, es necesario añadir un agente tensoactivo que baje la tensión superficial del agua. Si no se tiene en cuenta este factor, el tratamiento puede no ser absorbido. El contacto sólido-líquido es imprescindible para que se produzca la absorción foliar.
Y cuando se mezclan a la vez nutrientes y fitosanitarios el caos debe ser aún mayor…
Sí, total. Aunque es un campo por explorar, se está viendo que mezclar algún tipo de fertilizante (sobre todo de zinc) con herbicidas o fungicidas permite potenciar la acción de los agroquímicos. Por el mero hecho de haber añadido esos nutrientes, se puede reducir la concentración de agroquímicos a aplicar si se combinan. Lo que es un hecho es que puede haber reacciones e interacciones entre los nutrientes, el surfactante, el herbicida y el pesticida, provocando que algunos productos se inactiven. Lamentablemente, todavía no somos capaces de predecir ese tipo de interacciones entre diversos agroquímicos.
¿Qué diría a aquellos que defienden firmemente los tratamientos radiculares y dudan de la efectividad de la fertilización foliar?
Creo que es una cuestión de desconocimiento. En algunas situaciones en las que la raíz no es capaz de aportar los nutrientes necesarios por ciertos factores limitantes, como un suelo frío o que la demanda de nutrientes de la planta sea superior a la capacidad de absorción de la raíz, nos podemos beneficiar de la propiedad de absorción de las hojas. Cada especie tiene una tasa de absorción distinta, pero si utilizamos formulaciones correctas (con baja tensión superficial, humectantes…) en todos los casos podemos aprovecharnos de este ‘defecto’. Se está demostrando que la absorción foliar es una estrategia de adaptación ecofisiológica de las especies para proporcionar un extra de agua y quizás solutos. No proponemos reemplazar la absorción radicular ni la fertilización al suelo por la foliar, pero sí utilizar este tipo de fertilización para aportar nutrientes extra a las plantas, algo que puede ser extremadamente beneficioso.
La superficie de la hoja de maíz se caracteriza por ser más mojable y permeable.
¿Existen diferencias significativas entre los distintos fertilizantes foliares que encontramos a día de hoy en el mercado?
Sí. El problema principal es la inexistencia de regulación en materia de fertilizantes foliares. No hay control y esto se puede traducir en que alguien mezcle lo que le parezca y lo venda. Unas marcas son más conscientes con las superficies y se esfuerzan mucho en diseñar productos que penetren mejor, pero otros venden, por ejemplo, simplemente sal, sin surfactantes ni recomendaciones. La eficiencia de esta sal por si sola en algunas superficies es muy baja, y puede que se produzca una absorción radicular y no foliar al aplicar las aspersiones.
¿En qué punto se encuentra la regulación y registro de los fertilizantes foliares?
Hay normativa referente a los tipos de materias activas que se pueden usar y con qué fines, pero no hay regulación específica sobre cómo hacer la formulación de fertilizante foliar. Se encuentra en el mismo punto que están los fertilizantes de suelo pero no hay distinción para su aplicación en la parte aérea de las plantas.
¿Es un mercado que crecerá en los próximos años o dependerá de que la investigación como la que usted lleva a cabo avance?
Es un mercado que está creciendo muchísimo y va a crecer más. Estamos sólo aprendiendo a hacerlo un poco mejor, hay un campo de crecimiento enorme. Pero todo va aparejado a la I+D de empresas e investigadores para hacer formulaciones que funcionen mejor, para entender cuáles son los factores cruciales, cómo recomendar la aplicación de las aspersiones foliares, etc. Se trata de una actividad en la que se pueden dar muchos fallos humanos, por lo que el estado actual de conocimiento aún tiene que mejorar, sobre todo en materia de eficiencia de tratamientos a nivel de campo.
¿Han surgido o están ultimándose nuevas tecnologías que ayudarán en la aplicación de fertilizantes foliares?
Sí, siempre surgen novedades como boquillas o maquinaria que ayuda en la aplicación pero creo que es más importante concentrarse en caracterizar mejor la interacción sólido-líquido que se da en la superficie de las hoas y otros órganos vegetales como los frutos.. El método de tratamiento influye, pero la base es conocer las características físico-químicas del sólido sobre el que aplicamos el producto.
Está a punto de salir a luz en español un libro en el que se recoge toda esta información. Explíquenos de qué se trata…
Este libro lo escribimos en 2012 y se publicó en 2013, a petición de la Asociación Internacional de Productores de Fertilizante (AFE). En el libro recogemos toda la información que pudimos encontrar sobre tratamientos foliares de nutrientes, tanto a nivel aplicado como a nivel de ciencia básica, en cultivos extensivos y, sobre todo, en frutales. Cuando lo escribimos vimos que traducirlo al español era una muy buena oportunidad y así lo hizo mi compañero argentino Ricardo Melgar. Durante la traducción, que saldrá a la luz en los próximos meses, hemos aprovechado para repasar los contenidos y actualizarlos.