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INFORME ESPECIAL: NATALIDAD

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iniciado mucho antes de la crisis económica, aunque los

factores financieros también han tenido influencia en el des-

censo de los alumbramientos. De hecho, según los datos del

avance de la Encuesta Continua de Hogares de 2016, com-

parando con los valores medios de 2016 y 2015, el número

de personas que viven solas se incrementó un 1,2% (54.100

personas más). Por lo que el experto e investigador Luis Ga-

rrido opina que “el emparejamiento y la maternidad, actual-

mente, son vistos como formas de dependencia abrumado-

ras”, que impiden y cortan las alas, sobre todo a la mujer, en

un contexto en el que la estabilidad económica, sumada a la

crisis coyuntural, no resulta fácil de conseguir.

Estabilidad económica, un factor indispensable

Cada vez más, tener un hijo puede llegar a representar un

sacrificio económico mayor. Poder ofrecer a los hijos un en-

torno de bienestar llega a costar entre 7.600 y 22.000 dóla-

res por hijo y por año, según la Organización de las Naciones

Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

En España, en concreto, tal como se desprende de los datos

que BBVA publicaba en 2015, las familias invertían 19.000

euros por hijo durante sus tres primeros años de vida. De

esta manera, aunque las familias cada vez tengan menos

hijos, el gasto en los más pequeños cada vez se concentra

más. De hecho, mientras la natalidad desciende, el negocio

de los productos para la infancia aumenta un 6% interanual,

según informan fuentes del periódico El País.

Sin embargo, todo ello viene enmarcado en una crisis que

sacudió al mundo en 2008, y que en España se tradujo en

un gran aumento del desempleo, junto con el descenso de

los salarios. Una recesión económica que, según la Encues-

ta de Población Activa (EPA) del cuarto trimestre de 2016,

se ha cobrado una tasa de paro del 18,6%. Cifra que dista

aún del 13,7% con el que se cerró 2008, cuando la crisis

ya comenzaba a destruir puestos de trabajo. Una situación

económica que, cuando analizamos la población más joven,

no deja unas buenas expectativas de cara al futuro: el paro

juvenil supera el 40% en España, con comunidades autóno-

mas (como Andalucía o Extremadura) en las que más de la

mitad de los menores de 25 años se encuentra desemplea-

do, y la temporalidad es superior al 26%. Sin estabilidad, ni

ingresos, se complica la idea de desear ser padres y, sobre

todo, madres.

La importancia de la (des)igualdad de género

Las madres españolas, en un 87,7%, son las encargadas

de cuidar a los hijos durante sus tres primeros años de vida,

según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Así, el

padre dedica casi el mismo tiempo que la abuela al cuida-

do de los más pequeños, con un 5,6% y un 4,2% del tiempo,

respectivamente. Buscando una igualdad de género fuera de

las paredes del hogar, no obstante, la mujer se encuentra

en que la maternidad no se conjuga con sus expectativas

profesionales, que tanto han costado de alcanzar, porque

cuando se convierten en madres, deben abandonar las me-

tas logradas. Albert Vinyals, profesor de ESCODI, sobre este

aspecto explica que España “proviene de una tradición muy

machista”, en la que la mujer, no es que no formara parte del

mundo laboral, si no que más bien dejaba de formar parte

con la llegada del matrimonio o la maternidad.

Y es que, la maternidad sigue lastrando más a las mujeres

que a los hombres, según indica el 70% de los 8.500 padres

y madres encuestados para el informe sobre

Maternidad y

trayectoria profesional

elaborado por IESE en colaboración

con Ordesa. En el estudio, los resultados son abrumadores:

el 53% de las mujeres consideran que ser madres les ha

impedido una mayor proyección profesional; el 60%, pese a

trabajar ambos progenitores a jornada completa, tiene poco

apoyo de su marido, que cuenta con una situación de ventaja

en las tareas domésticas y de crianza.

Sin embargo, la búsqueda e importancia sobre la eman-

cipación de la mujer que está sucediendo en el país, dentro

y fuera de casa, no es percibida ni buscada de igual manera

por los dos sexos. Según el Informe sobre

El déficit de nata-

lidad en Europa: La singularidad del caso español

, coordina-

do por Gøsta Esping-Andersen, de la Obra Social La Caixa,

“en España, la disparidad por sexos ha aumentado porque

la adopción de valores igualitarios entre los hombres se ha

quedado atrás respecto a la de las mujeres”. Una disparidad

que, finalmente, hace que la construcción familiar no se aca-

be dando, y disminuya la tasa de fecundidad.

El papel del padre:

hacia nuevos roles sociales

A menudo, “se da por sentado que las preferencias de los

hombres a penas cambian con el tiempo, o de que el coste,

cada vez mayor, que suponen los hijos, o los nuevos roles

de género, no influyen en su manera de afrontar la paterni-

dad”. Sin embargo, cada vez sonmás los estudios que lo des-

mienten, con el surgimiento de nuevos conceptos como el

de “paternidad activa”. Así, del informe

El déficit de natalidad

en Europa: La singularidad del caso español

, se desprende

cómo

en los países occidentales está surgiendo un nue-

vo modelo de paternidad

, y es probable que esto afecte a

la decisión de tener hijos. De acuerdo con la muestra esta-

dística del informe, los hombres anticipan estrategias muy

diferentes para cuidar al hijo que tendrán “atendiendo a los

valores de género, el entorno laboral (la jornada), las pers-