Greenpeace y la Fundación Renovables presentaron un informe que advierte sobre implicaciones dañinas que puede tener la apuesta por el H2 renovable
Desmontando el hidrógeno
En un momento crucial en el que Europa se encuentra en medio de un intenso debate sobre el futuro de su política energética, el uso del hidrógeno renovable resulta un tema de gran relevancia. En este contexto, la Fundación Renovables y Greenpeace presentaron 'Desmontando el hidrógeno: H2Med, coartada para una falsa transición energética' un análisis detallado que señala como el uso del hidrógeno renovable podría representar una amenaza real para el modelo de transición energética que se está impulsando.
“Los recursos y las prioridades que se destinan al hidrógeno renovable podrían desviar la atención y los esfuerzos de un desarrollo de las energías renovables de alta eficiencia y respetuosas con el medio ambiente y las personas. Por lo tanto, es importante que se tomen decisiones informadas y conscientes para garantizar que se está avanzando hacia una energía sostenible y responsable con nuestro planeta y nuestra sociedad”, advirtieron fuentes de Greenpeace.
“Esta apuesta desbocada por el hidrógeno no se corresponde, bajo nuestro punto de vista, con la realidad que debe y va a jugar esta fuente de energía”, advirtió Fernando Ferrado.
Al mismo tiempo, el documento reconoce la iniciativa H2Med como el mayor exponente para el desarrollo de este vector energético. El corredor H2Med fue presentado como un proyecto de interés común (PCI) para recibir financiación europea y se ha postulado como el primer corredor de hidrógeno renovable de la UE. Desde Moncloa se ha anunciado que el corredor mediterráneo estará listo en el año 2030 y conectará España, Portugal y Francia.
Al respecto, Fernando Ferrado, presidente de la Fundación Renovables señaló que “la iniciativa H2Med y esta apuesta desbocada por el hidrógeno no se corresponde, bajo nuestro punto de vista, con la realidad que debe y va a jugar esta fuente de energía. Además, esta situación supone hipotecar el futuro de la transición energética con una apuesta por el mantenimiento de una política confesional de infraestructuras que acabaremos tarde o temprano pagando todos, como clientes o simplemente como contribuyentes”.
Esta apuesta por la producción de hidrógeno verde requiere de un aumento considerable de la generación de electricidad verde destinada a la producción de H2 renovable a través de electrólisis. Así, “el desarrollo del H2Med en sus condiciones nominales supondrá la instalación de más de 40.000 megavatios de potencia renovable adicional. Estamos hablando de duplicar la potencia que el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima establece para el periodo 2023-2030”, apuntó Ferrado.
Por su parte, José Luís García, responsable del área de Clima Energía y Movilidad de Greenpeace, indicó que, “en este caso, el problema no es el hidrógeno en sí, la cuestión aquí es la forma en la que se está planteando. Estamos empezando la casa por el tejado y esto pone en riesgo la transición energética, porque la transición debería estar basada ante todo en el ahorro, en el consumo responsable, en la química energética y en las renovables, lo cual significa que debe hacerse una apuesta decidida por la electrificación, acotando cuál va a ser el papel del hidrógeno en el futuro”. Además, Fernando Ferrado añadió que “este es un sueño megalítico ajeno a la realidad del desarrollo actual, tanto de las renovables como del hidrógeno”.
Usos y demanda
El hidrógeno se ha convertido en un tema de gran interés en la actualidad, especialmente en el ámbito de la transición energética hacia una economía baja en carbono. Sin embargo, es importante tener en cuenta que este no es un combustible de uso común para cubrir nuestras demandas energéticas cotidianas. “La idea de que, en el futuro, el hidrógeno se entregará por los mismos conductos de gas natural es incorrecta. Esto se debe en parte a que el hidrógeno se produce a partir de electricidad, lo que hace que sea más lógico transportar la electricidad directamente, y también por razones de seguridad en su uso”, señala el informe.
Hasta ahora, el hidrógeno se ha utilizado principalmente como ‘input’ en procesos industriales, en lugar de ser un vector energético o un combustible, debido a que se produce principalmente a partir de combustibles fósiles. En España, se consumen unas 500.000 toneladas de hidrógeno al año, el 99% de las cuales se produce a partir de gas natural sin captura de CO2, según datos del informe elaborado por Greenpeace y la Fundación Renovables. Así, el consumo de hidrógeno se produce principalmente en las plantas de fabricación de productos industriales y en las refinerías, siendo Repsol el mayor productor y consumidor de hidrógeno del país.
La transición energética hacia la descarbonización persigue la eliminación gradual de las refinerías en un futuro. “Esto supone la necesidad de revisar la hoja de ruta de España y su interés en sustituir la producción de hidrógeno con gas natural y enfocar más su demanda en aquellos usos necesarios para la realidad de la transición energética y las limitaciones de la electricidad”, según apunta el documento ‘Desmontando el Hidrógeno’.
En resumen, el hidrógeno renovable tiene el potencial de ser una importante fuente de energía en la lucha contra el cambio climático, sin embargo, desde Greenpeace y la Fundación Renovables abogan por emplear el H2 verde “en áreas donde la electricidad no puede llegar y no como una sustitución directa de combustibles fósiles en la vida cotidiana. La hoja de ruta hacia una economía baja en carbono debe ser revisada para garantizar que se implementen los usos adecuados del hidrógeno renovable y se evite caer en trampas que desvíen los recursos y prioridades de un desarrollo de energías renovables de alta eficiencia y respetuosas con la biodiversidad”.
Papel del hidrógeno en la transición energética
Como hemos visto el documento señala la electrificación como el método más sencillo para reducir las emisiones en el corto plazo, mientras que relega el papel del hidrógeno renovable a aquellas aplicaciones que resulten más difíciles de descarbonizar. Para Fernando Ferrado “teniendo en cuenta el transporte y la movilidad que tenemos ahora debemos pensar en un cambio de modal, apostando por un transporte público, electrificado o por ferrocarril. Y todo este tipo de transportes son perfectamente electrificadles. Por lo que ahorremos uno o dos pasos para poder utilizar estos sistemas de transporte”.
El hidrógeno es un vector energético que presenta ciertas ventajas en la cobertura de demandas que la electricidad no puede cubrir, por ejemplo, como combustible en el sector industrial. La combustión de hidrógeno es capaz de cubrir las necesidades del proceso industrial con la posibilidad de utilizar la energía residual para la generación de electricidad, formando así el sistema de cogeneración. Sin embargo, para maximizar la eficiencia, la cogeneración debe estar guiada por la demanda térmica de proceso.
En cuanto a la producción de electricidad para el transporte, el documento destaca la utilización de pilas de combustible siempre en aquellas aplicaciones en las que la electricidad no puede ser el vector energético utilizado. La eficiencia actual de las pilas de combustible es del 50%, lo que significa que tan solo la mitad de la energía contenida en el hidrógeno se transforma en energía útil (electricidad), según los datos de Greenpeace y la Fundación Renovables.
“En los sistemas que pueden estar directamente electrificados, apostar por el hidrógeno como vector energético con la utilización de pilas de combustible es irracional. La apuesta debería ser la electrificación plena, como en el caso del ferrocarril, que en España ya tiene una electrificación del 63%, y debería convertirse en el sistema modal recomendado para el transporte de mercancías y de personas, e interconexiones con otros países”, según señala el informe.
Otra posible aplicación del hidrógeno es la producción de gases sintéticos de origen renovable. La producción de gases sintéticos a partir de hidrógeno resulta una de las aplicaciones, promovidas y publicitadas por la industria actual. El objetivo principal es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y aumentar la penetración de energías renovables en los sistemas gasistas.
El H2Med como “coartada”
El H2Med busca desbloquear el potencial de nuestro país como ‘hub’ energético, en un principio de gas y ahora de hidrógeno, retomando la iniciativa del gasoducto MidCat, que fue rechazado en 2019 por el actual Gobierno y declarado económica y socialmente inviable.
La iniciativa, que cuenta con la aceptación de Portugal y Francia, a la que también se ha unido Alemania, pretende alcanzar una capacidad de flujo de dos millones de toneladas de hidrógeno al año, lo que convertiría a España en un intermediario logístico relevante en el hidrógeno renovable. Para ello, se busca alcanzar una producción de 2-3 millones de toneladas de hidrógeno en 2030, que se incrementaría a 3-4 millones en 2040, a la que habría que añadir 0,75 millones adicionales producidos en Portugal para cubrir, aproximadamente, el 10% de la demanda de Europa.
Aunque esta iniciativa puede ser vista con euforia, desde Greenpeace y la Fundación Renovables aseguran que “la realidad es que su presupuesto actual es de aproximadamente 2.500 millones de euros al que será necesario añadir 4.670 millones para la adaptación y la creación de infraestructuras en nuestro país, es decir, que el presupuesto total se situaría por encima de los 7.000 millones de euros. Además, debemos considerar que el BEI (Banco Europeo de Inversión) ya ha iniciado los trámites para su financiación empleando fondos europeos, que salen del bolsillo de los contribuyentes. Por otro lado, las declaraciones sobre la idoneidad del origen del hidrógeno han llevado a una interpretación diferente de lo que supone la producción de hidrógeno limpio, sobre todo a raíz del segundo acto delegado de la Comisión, en las que Francia considera que el origen nuclear del hidrógeno está incluido y que el H2Med debe servir para transportar hidrógeno en las dos direcciones: de Francia a España y de España a Francia”.
Por ello, Fernando Ferrado calificó este proyecto como “una coartada para convertirnos en un ‘hub’, esta vez de hidrógeno”. Asimismo, José Luís García añadió que “esta iniciativa solo sirve para conservar el ‘status quo’ energético actual, respaldada en España y Europa por el ‘lobby’ gasista y nuclear”.