“El sector está cansado de no contar con la comprensión o la empatía de la Administración”
El director general de la Confederación Española de Empresarios de Estaciones de Servicio, CEEES, Nacho Rabadán, remarca la complicada situación que viven muchas estaciones de servicio que, aún sin recuperar el volumen de ventas previo al estallido de la pandemia de coronavirus, han tenido que hacer frente a una elevadísima volatilidad de los precios que ha puesto al límite la liquidez de muchas empresas del sector. Rabadán añade que "el sector está cansado de no contar con la comprensión o la empatía de la Administración, a cuyos responsables parecemos molestar".
Más allá de la actual volatilidad de los precios de la energía en Europa y España, en particular de los combustibles derivados del petróleo, Rabadán se muestra muy crítico con la asunción por parte del Ejecutivo central de unos postulados energéticos, los fijados por Bruselas para la movilidad en el denominado ‘Fit for 55’, que se alejan de la realidad económica, social, e incluso orográfica de nuestro país.
El director general de la confederación señala que el colectivo presidido por Jorge de Benito ha solicitado al Gobierno “la puesta en marcha de una línea ICO de liquidez y otra de avales para las empresas con CNAE 4730”. Rabadán, además, asegura que “la situación es tan complicada que debería contemplarse la posibilidad de que las estaciones de servicio puedan hacer ERTEs por causa de fuerza mayor”.
¿Cómo ha afectado a las estaciones de servicio el elevadísimo incremento de los precios de los combustibles que se está viviendo desde hace semanas?
Es una situación muy difícil, inédita, que ha complicado sobremanera la gestión en las estaciones de servicio. El coste de aprovisionamiento a la hora de comprar una cisterna podía variar 8.000 o 9.000 euros con una diferencia de 24 o 48 horas. Eso propició que algunas estaciones de servicio compraran en un momento en el que el precio estaba más caro y tuvieran que vender reduciendo su margen al mínimo o incluso a pérdidas si querían competir con otras instalaciones de su entorno que se habían abastecido un par de días antes, cuando el producto era notablemente más bajo.
Esto ha propiciado que hayamos visto gasolineras desatendidas con precios más altos que las que lucen la imagen de alguna petrolera y otro tipo de curiosidades que no son demasiado habituales. Y lo más negativo de todo es que ha habido estaciones de servicio en manos de pymes o micropymes que no han trasladado su incremento de costes de aprovisionamiento a sus monolitos; la consecuencia ha sido que cuando han ido a pedir la siguiente cisterna han comprobado con desolación que no podían afrontar un incremento de 8.000 o 9.000 euros.
¿Cuáles son las razones que han propiciado esta situación de elevados precios?
Lo que está sucediendo con los precios de los carburantes es el resultado de una tormenta perfecta. La guerra en Ucrania ha disparado (aún más) los precios del gas, cuyas reservas en Europa estaban en el mínimo histórico ya en el último cuatrimestre de 2021. Los precios del gas hacen que la producción de hidrógeno que llevan a cabo las refinerías para eliminar el azufre del diésel sea cada vez más costosa.
Por otro lado, aunque la demanda mundial de petróleo aún no ha alcanzado los niveles prepandemia, el consumo mundial de gasóleo aumentó a un nuevo máximo histórico en el cuarto trimestre de 2021. El auge refleja la recuperación económica desequilibrada tras el parón provocado por la pandemia de Covid-19, con la demanda de transporte aumentando para aliviar la oferta.
Esta situación propicia que la cotización internacional del diésel, a la que están referenciados nuestros contratos de compra, esté disparada. A ello contribuye el hecho de que, ya antes de la guerra, los inventarios de diésel tanto en Estados Unidos como en Europa eran alarmantemente bajos. De hecho, en el Viejo Continente el stock de gasóleo estaba en sus niveles más bajos desde hace catorce años.
Estas causas, ¿son coyunturales, o ya avanzan las consecuencias de lo que supondrá descarbonizar la movilidad en los plazos fijados por la Unión Europea?
A todo lo expuesto anteriormente se suma el hecho de que la Unión Europea, Reino Unido y en mayor o menor medida Estados Unidos, están enviando señales muy poderosas a la industria petrolera para transmitirles que su modelo de negocio tiene una fecha de caducidad muy próxima. Estas compañías tienen que diversificar su actividad y es probable que dejen de invertir en exploración y producción para dedicarse a otros negocios.
Creo que Occidente ha pensado que puede dar a un interruptor y que hoy nos acostemos todos con la inmensa mayoría de vehículos con motor de combustión interna y mañana nos levantemos empleando un 100% de vehículos eléctricos. Y eso no sucederá. Aunque la Administración habla permanentemente de “transición energética”, lo cierto es que parece que no desean una verdadera transición, que por definición ha de ser un proceso durativo en el tiempo, sino una disrupción inmediata de una tecnología en concreto, que, por cierto, está aún muy lejos de estar madura.
¿Hasta qué punto han bajado los empresarios del sector sus márgenes para contener la escalada de precios?
No podemos hablar de márgenes concretos, pero me consta que ha habido pymes del sector que se han visto a reducir su beneficio a cero e incluso vender a pérdidas con tal de continuar siendo competitivos en unas semanas tan complicadas como las que estamos viviendo.
En este esfuerzo, ¿han contado con la ayuda de las operadoras?
Nuestra relación con las operadoras es cordial y fluida, pero cada una de las partes es perfectamente consciente de que ha de velar por sus propios intereses. Las estaciones de servicio independientes agrupadas bajo el paraguas de CEEES tenemos una serie de problemas muy concretos que en muchos casos son comunes a las redes propias de las operadoras. Hay muchas cosas que nos unen y es evidente que hay algunas que nos separan. Continuamos dialogando con el sector mayorista para encontrar las mejores opciones para nuestros asociados.
¿Qué medidas ha propuesto CEEES para contener el incremento de los PVPs de los combustibles?
Fundamentalmente una reducción temporal del IVA que grava los carburantes, del 21% al 10%. Entendemos que esta medida tendría un impacto muy positivo en la economía española, permitiendo a las familias tener más renta disponible y aportando un balón de oxígeno a la ciudadanía.
Además, estamos en permanente contacto con las asociaciones de transportistas y públicamente hemos solicitado la adopción de una batería de medidas coherentes y coordinadas entre sí para que las empresas de transporte (que se compensan el IVA) puedan verse beneficiadas de las acciones que podría tomar el Gobierno. Por eso hemos pedido también la reducción del Impuesto Especial de Hidrocarburos al tipo mínimo permitido por la Unión Europea, la devolución mensual del gasóleo profesional o la revisión semanal -y no mensual- de los precios del transporte en función de la evolución del precio del gasóleo.
Pero no hemos pedido sólo medidas encaminadas a reducir el PVP, sino que la situación en las estaciones de servicio es tan crítica -llueve sobre mojado, después de la crisis de 2008 y el mazazo de la pandemia- que hemos solicitado a la Administración una serie de medidas tendentes a garantizar la supervivencia de las estaciones de servicio españolas. Si al final se aprueba una reducción del IVA, la Administración deberá articular mecanismos de compensación de stocks para estaciones que hayan comprado producto al 21% y hayan de venderlo al 10%.
Además, pedimos la puesta en marcha de una línea ICO de liquidez y otra de avales para las empresas con CNAE 4730. La situación es tan complicada que debería contemplarse la posibilidad de que las estaciones de servicio puedan hacer ERTEs por causa de fuerza mayor.
Estas iniciativas, ¿serían transitorias, o considera que la situación económica obliga a establecer un nuevo marco fiscal estable para los combustibles?
A nadie le gusta pagar impuestos, pero entendemos que es algo que debe hacerse para mantener nuestro sistema económico y garantizar el Estado de Bienestar. No obstante, lo que sí deberíamos replantearnos sería qué fiscalidad energética queremos tener. Estamos en un momento de revisión de la Directiva de Fiscalidad Energética y debemos afrontar este proceso con coherencia y valentía. No podemos proyectar una imagen de España como país que no se corresponde con la realidad. En nuestro país, el precio de los carburantes viene incrementándose desde hace tiempo por las crecientes exigencias medioambientales que la Administración impone a nuestros proveedores, como la obligación creciente de incorporación de biocarburantes, las aportaciones al Fondo Nacional de Eficiencia Energética o al Fondo Nacional de Sostenibilidad del Sistema Eléctrico, actualmente en tramitación parlamentaria.
¿Con qué interlocutores del Gobierno central mantiene contacto CEEES para transmitir la situación que atraviesan los empresarios del sector?
Hemos hecho la petición directamente a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero.
¿Qué acogida están teniendo sus peticiones?
De momento, de absoluta indiferencia.
¿Cómo calificaría la gestión gubernamental sobre un asunto de la relevancia económica y social como la que tiene un incremento tan rápido y elevado de los combustibles?
Nuestra opinión es que nos estamos haciendo trampas al solitario, mirándonos en una serie de espejos cóncavos y convexos que, como sucedía a Max Estrella, el personaje creado por Valle-Inclán, nos devuelve un esperpento. Queremos ser los más verdes de toda la Unión Europea, pero obviamos introducir en la ecuación para alcanzar ese resultado el hecho de que ser verde tiene un precio, y por cierto muy elevado. Nos miramos en los países del Centro y del Norte de Europa, aplicamos sus recetas para descarbonizar nuestra economía, pero por el camino se nos olvida que nuestro PIB per cápita es de aproximadamente la mitad, que casi el 70% de los coches españoles duermen en la calle y que las condiciones socioeconómicas y orográficas de nuestro país hacen inviables aquí soluciones que en otros Estados miembro de la UE pueden funcionar.
El Gobierno central ha anunciado que presentará las medidas dirigidas a reducir, ¿tiene sentido buscar una coordinación europea cuando países como Polonia, Francia y Portugal ya han anunciado bonificaciones y/o rebajas fiscales?
Evidentemente, no tiene ningún sentido. Las medidas deberían tomarse ya. Es más, deberían haberse tomado hace mucho tiempo. De hecho, ya en junio del año pasado advertimos al Gobierno de que para afianzar la recuperación post-Covid convendría una revisión a la baja de la fiscalidad que se aplica a los carburantes.
¿En qué medida se han resentido las ventas medias de las estaciones de servicio integradas en CEEES desde el 1 de enero hasta la actualidad?
Es complicado hacer una valoración con valor estadístico, porque CEEES agrupa estaciones de servicio muy diferentes y con una casuística prácticamente infinita. Unos pocos afortunados han alcanzado por poco los niveles de ventas prepandemia, pero lo más común es que las ventas de las pymes de nuestro sector se sitúen entre 15% y un 20% por debajo de lo que sería normal.
Esta situación, ¿está acelerando el cierre de estaciones de servicio? Si es así, ¿en qué tipo de estaciones de servicio se están produciendo?
Se están produciendo cierres, especialmente en estaciones de servicio de la España vaciada. El problema no es tanto cuantitativo como cualitativo. El cierre de una estación de servicio del ámbito rural supone la carta de defunción de esa comarca. Tiene consecuencias muy negativas para los habitantes de la misma, que se verán afectados por la creación de esa zona de sombra de suministro. Éste es el verdadero riesgo al que nos enfrentamos como país, generar ciudadanos de primera y de segunda categoría en función de los servicios a los que tengan acceso en sus ámbitos geográficos.
"Somos una organización empresarial y nuestra misión es suministrar energía para la movilidad, de modo que garanticemos que la sociedad y la economía puedan funcionar con normalidad", apunta Rabadán.
El incremento del precio del combustible vendido por las operadoras, ¿está generando problemas de liquidez a los empresarios del sector?
Por supuesto que existe un problema de liquidez entre las pymes del sector, por eso hemos solicitado al Gobierno la puesta en marcha de una línea ICO específica para aportar liquidez a las empresas de nuestro sector.
Además del Estado, que recauda más dinero por el incremento del precio de los carburantes, ¿hay otros ganadores en esta situación?
Lo desconozco. Desde luego que, si hay ganadores a causa de esta situación, pero las estaciones de servicio agrupadas en CEEES no están entre ellos.
Desde algunos ámbitos se vuelve a hablar del efecto cohete y efecto pluma. ¿Se está posponiendo la traslación de la rebaja del precio del barril de petróleo a las gasolineras?
Yo particularmente no comprendo por qué se hacen esas comparaciones entre la cotización del Brent y el precio de los carburantes. Las estaciones de servicio adquirimos productos refinados y las fórmulas de compra no están relacionadas con el Brent, sino con la cotización internacional de gasolina y gasóleo. Normalmente, esas curvas están relacionadas con la del petróleo, pero no hay una correlación exacta entre esos conceptos, ni en las cantidades ni el tiempo.
¿Se están barajando algunas medidas de presión más firmas, como un cierre patronal, para convencer al gobierno de la necesidad de reducir la presión fiscal de los combustibles de forma inmediata, o ya no tiene sentido tras el anuncio sobre la aprobación de medidas el próximo 29 de marzo?
CEEES ha actuado siempre con responsabilidad. Somos una organización empresarial y nuestra misión es suministrar energía para la movilidad, de modo que garanticemos que la sociedad y la economía puedan funcionar con normalidad. Dicho lo cual, la situación es tan desesperada para alguno de nuestros asociados que no descartamos ningún escenario futuro.
¿Está el sector cansado de actuar de forma responsable mientras la Administración parece procrastinar en una situación de la urgencia como la actual?
Pese a la que nos lleva cayendo desde 2008, las pymes del sector de estaciones de servicio han estado siempre a la altura de las circunstancias. Unas circunstancias, recordémoslo, muy duras, pese a lo cual las estaciones de servicio han permanecido abiertas y atendiendo a los escasísimos clientes que pasaban por sus instalaciones en la aciaga primavera de 2020. ¡Cuántas estaciones de servicio cerraron turnos durante esos días con las ventas a cero! Y sin embargo, allí permanecieron los trabajadores, al pie del cañón y jugándose literalmente el tipo. Y por supuesto, nuestros empresarios dieron el do de pecho, continuando con la gestión de sus negocios, informándose incansablemente acerca de sus obligaciones cambiantes, hablando con sus asociaciones (todas ellas realizaron una labor encomiable durante la pandemia), con sus proveedores, con sus clientes, etc.
Y sí, mucho me temo que el sector está cansado de no contar con la comprensión o la empatía de la Administración, a cuyos responsables parecemos molestar. Tiene más glamour para un político inaugurar cualquier infraestructura destinada a un sector minoritario de la población que dar la importancia que merecen las estaciones de servicio, que utilizan el 99,6% de los vehículos que circulan por España. Y, por mucho que estén acostumbrados, esa actitud es muy dura para unos empresarios que se sienten abandonados.