Entrevista a Santiago Blanco, vicepresidente ejecutivo y director regional para Energía en DNV para el Sur de Europa
A pesar de que España ha avanzado notablemente en su apuesta por alcanzar la neutralidad climática y está en vías de reducir las emisiones de CO2 para mediados de siglo en un 74% en comparación con los niveles de 1990 se necesitan medidas urgentes y acelerar los esfuerzos para lograr los objetivos de neutralidad climática en 2050 previstos en el Plan Nacional de Energía y Clima (PNIEC). Así se recoge en el primer análisis del estado de la transición energética de España realizado por la consultora DNV, datos que comentamos con Santiago Blanco, vicepresidente ejecutivo y director regional para Sistemas de Energía en DNV para el Sur de Europa.
Según el informe elaborado por la consultoría DNV, se han logrado avances impresionantes en nuestro país hacia la neutralidad climática, reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero en casi un 27% entre 2005 y 2019, muy por encima de la reducción media de la UE, que se sitúa en el 19%. No obstante, la ambiciosa estrategia para 2050 "exige una ampliación inmediata del despliegue de energías renovables y mejoras en la infraestructura”, asegura Santiago Blanco.
¿Qué obstáculos principales impiden alcanzar este objetivo, y qué acciones adicionales serían necesarias?
En el sector energético, actualmente alrededor del 22% del consumo proviene de la electricidad, mientras que el resto se distribuye en otras fuentes energéticas. Aunque hemos avanzado significativamente en la transición hacia las renovables para generar electricidad, este progreso es insuficiente si no logramos electrificar una mayor parte de la demanda energética. Alcanzar un 100% de electricidad renovable es importante, pero si la electricidad sigue representando únicamente el 22% del consumo total, su impacto será limitado al 100% de ese porcentaje.
Por ello, debemos abordar tres frentes: acelerar la adopción de renovables en la electricidad, un paso esencial para reducir las emisiones en el sector eléctrico; incrementar el uso de electricidad en sectores actualmente dependientes de combustibles lo que implica fomentar tecnologías como los vehículos eléctricos, la aerotermia, la geotermia y sistemas de calefacción eléctrica; y abordar los sectores difíciles de electrificar como industrias de alta intensidad energética, en los que el hidrógeno verde se perfila como una solución.
Aunque el petróleo y el gas natural reducirán su peso en el mix energético, ¿cómo afectará esta transformación a la seguridad energética y la economía en los próximos años?
Los análisis económicos de la transición energética hacia 2050 muestran un impacto positivo en la economía española, especialmente en el largo plazo. Esta transformación no solo reduce la dependencia de combustibles fósiles importados, como el petróleo y el gas, sino que también genera beneficios en términos de inversión y reducción de los gastos energéticos totales.
España cuenta con características únicas que le permiten convertirse en un hub energético para Europa. Gracias a su abundancia de sol, su extensa costa, y la disponibilidad de ubicaciones para el desarrollo de energía eólica, el país tiene un enorme potencial para liderar en energías renovables. Durante encuentros recientes en Europa, se ha destacado cómo España está posicionada para desempeñar un papel estratégico en el suministro energético del continente.
Esta transición no solo contribuye a la sostenibilidad medioambiental, sino que también refuerza la competitividad de España en un futuro energético renovable, alejándonos del modelo actual basado en la importación de recursos.
El informe prevé también que se multiplicará por cuatro la capacidad renovable instalada para 2050, con un aumento de la capacidad de energía solar a 230 GW y de la de energía eólica a 120 GW, ¿Qué desafíos técnicos y económicos enfrenta España para cumplir estas expectativas, y qué políticas públicas serían necesarias para asegurar este crecimiento?
El consumo energético total en España está en tendencia decreciente debido a la mejora continua en eficiencia energética, incluso mientras la economía crece. A nivel doméstico, esto es evidente con la incorporación de electrodomésticos más eficientes que permiten reducir el consumo energético, a pesar del aumento en su uso. Sin embargo, el porcentaje de energía consumida que proviene de la electricidad sigue en ascenso, lo que implicará un aumento en la demanda eléctrica y, por ende, la necesidad de ampliar y reforzar las redes eléctricas.
España ha contado con una red eléctrica robusta, gracias a inversiones significativas que han permitido absorber el despliegue masivo de energías renovables con problemas menores en comparación con otros países europeos. Sin embargo, ahora es necesario reforzarla. El desafío no se limita a instalar más infraestructura de generación, como aerogeneradores, sino también a construir y fortalecer las redes eléctricas que soporten este crecimiento.
Por tanto, los retos para el desarrollo del sector eléctrico en España se centran en tres aspectos principales. Por una parte, la capacidad de conexión eléctrica. La disponibilidad de la red es un factor crítico, ya que en muchos casos proyectos renovables no pueden avanzar debido a limitaciones en la infraestructura de conexión. El segundo aspecto importante, es tener en cuenta la creciente exigencia en términos de sostenibilidad y respeto al medio ambiente que ha añadido un nivel de complejidad necesario en la planificación y ejecución de proyectos. Y, por último, la gestión de precios y almacenamiento de energía. El comportamiento de los precios de la energía hace necesario invertir en almacenamiento, esencial para garantizar la estabilidad y eficiencia del sistema energético en el futuro.
España es un país competitivo en el coste de generación de energías renovables. ¿Cómo puede aprovechar esta ventaja para posicionarse como líder europeo en la transición energética?
España se está consolidando como un destino atractivo para inversores internacionales en el sector energético. Esto se debe, en parte, a la presencia de empresas nacionales muy sólidas, como Iberdrola, Endesa, Naturgy, Acciona y EDP que lideran el mercado. Además, empresas internacionales de relevancia están mostrando interés en operar en el país. Incluso compañías tradicionales del sector energético español, como Repsol y Cepsa, están adaptándose a las nuevas dinámicas del mercado, con Cepsa recientemente cambiando su enfoque y su marca.
Este dinamismo empresarial es positivo para el desarrollo de las infraestructuras necesarias para alcanzar los objetivos de transición energética. Sin embargo, para garantizar que las inversiones se materialicen de manera efectiva, es fundamental ofrecer a los inversores estabilidad regulatoria. Esto les dará la seguridad necesaria para acometer proyectos de gran envergadura dentro de los plazos requeridos.
En el caso específico de las infraestructuras eléctricas, aunque son ejecutadas mayoritariamente por empresas privadas, requieren la supervisión y regulación del Estado para garantizar que la red eléctrica se expanda y opere de forma eficiente y segura. La colaboración entre el sector público y privado será fundamental para que España pueda seguir atrayendo inversiones y avanzando en la transición energética.
¿Cuáles son los principales retos y oportunidades para el desarrollo del almacenamiento energético en España, y cómo podría evolucionar su papel en el sistema eléctrico a corto y mediano plazo?
En la actualidad, el almacenamiento energético en España está más cercano a convertirse en una realidad tangible que el hidrógeno, especialmente en términos de proyectos concretos. El creciente excedente de energía renovable, principalmente solar durante el verano, pone de manifiesto la necesidad de soluciones de almacenamiento que permitan aprovechar mejor esta energía. Aunque todavía no es estrictamente rentable, la tendencia apunta a que pronto lo será. No obstante, es necesario desarrollar la regulación para dar soporte al despliegue de almacenamiento.
Para llegar a estos objetivos de electrificación habría que abordar con fuerza el impulso del vehículo eléctrico e incrementar la electrificación de edificios. ¿Qué acciones se deberían llegar a cabo para acelerar esta transición?
El avance del coche eléctrico en España está rezagado en comparación con otros países, no solo frente a economías como Noruega, sino incluso respecto a Portugal. Esto se debe a una combinación de factores culturales, de infraestructuras y regulatorios.
Existe todavía una percepción entre algunos consumidores de que los coches eléctricos tienen limitaciones significativas, como una menor autonomía o la falta de fiabilidad en trayectos largos. Esto requiere una labor de educación y concienciación para cambiar esta percepción.
Por otra parte, aunque la red de puntos de recarga ha mejorado notablemente en los últimos años, aún no es suficiente para atender la demanda potencial, especialmente en áreas urbanas donde muchos vehículos no tienen acceso a estacionamientos privados con puntos de recarga.
Finalmente, sería necesario fortalecer los planes de fomento del coche eléctrico, incluyendo estímulos fiscales y políticas que incentiven tanto a las empresas como a los particulares.
Aunque el modelo de vivienda en altura y la falta de parkings privados representan retos específicos en España, la transición hacia un parque automovilístico más sostenible será posible mediante una combinación de educación, infraestructuras y medidas regulatorias bien diseñadas.
El Hidrógeno también están ganando protagonismo, primero como impulsor de la descarbonización del segmento industrial y por otro, como fuente importante para la exportación. ¿Qué pasos específicos está tomando España para desarrollar el hidrógeno como vector energético, y qué previsiones manejan sobre cómo se posicionará el país en el mercado europeo de exportación de hidrógeno? ¿Qué barreras tecnológicas y financieras deben superarse?
España enfrenta una debilidad estructural en la falta de interconexiones energéticas con Francia y el resto de Europa, tanto para electricidad como para gas. Por tanto, habría que fortalecer estas infraestructuras para integrar mejor el mercado energético europeo.
El desarrollo del hidrógeno verde está en una etapa temprana; todavía falta madurez tecnológica y es necesario reducir los costes. Actualmente, los electrolizadores y otras tecnologías asociadas al hidrógeno requieren avances significativos antes de ser ampliamente adoptados. Por esta razón, las inversiones privadas masivas no se han materializado, ya que los clientes buscan mayor certeza tecnológica y precios competitivos.
Por tanto, en esta fase inicial, el sector del hidrógeno necesita apoyo público y políticas claras para avanzar. Aunque las refinerías y otras industrias ya utilizan hidrógeno, este proviene en su mayoría de fuentes fósiles. Se espera que el hidrógeno verde tenga un crecimiento significativo a partir de 2040, mientras que para 2030 su impacto será todavía limitado.
Cifras clave del informe sobre la transición energética en España de DNV
Reducción de emisiones:
- Proyección de una reducción de emisiones de CO2 del 13% para 2030, frente al 32% estimado por el PNIEC.
- Previsión de reducción del 74% para 2050 respecto a los niveles de 1990.
Energías renovables:
- Capacidad instalada de renovables en 2050:
o Energía solar: 230 GW.
o Energía eólica: 120 GW.
- Reducción de los costes energéticos:
o Energía solar: 10% por debajo de la media europea.
o Energía eólica terrestre: 15% por debajo de la media europea.
- Caída de los combustibles fósiles del 70% actual al 30% en 2050.
- Cuota de renovables:
o Actual: 22%.
o Proyectada para 2030: 26% (objetivo PNIEC: 35%).
o Meta para 2050: 50%.
Hidrógeno:
- Exportaciones previstas: 1,7 Mt a Europa para 2050.
- Adopción a gran escala: esperada a partir de la década de 2030.