Viento en popa, aún a falta de velas
Por este motivo, se seleccionaron y algunas se quedaron en un cajón. Como ejemplo, la no aprobación del Real Decreto que regulaba las comunidades energéticas, abierto a consulta pública en abril de 2023. También se detuvo la tramitación de la Ley de Movilidad Sostenible y la aplicación de las Zonas de Bajas Emisiones, entre otras cuestiones. En junio se dio prioridad a la aprobación de la reestructuración del PVPC, creando un sistema de compra venta de electricidad a medio/largo plazo para reducir la volatilidad de la tarifa regulada. Una medida que, si bien era urgente para amortiguar el incremento paulatino de los precios para las familias vulnerables, se quedó en una buena intención más que en una medida efectiva y protectora.
La reforma aprobada sigue necesitando mejorar la transparencia y la trazabilidad de la señal precio y la correspondencia con los costes debe ser un elemento primordial de la propuesta de la tarifa, entendiendo que la electricidad es el pilar de la transición energética y un recurso básico cuyo acceso debería ser universal. Además, su origen deber ser 100% renovable.
También, como la fecha tope fijada por la Comisión Europea (CE) era el 30 de junio, el MITECO sacó a consulta pública la nueva actualización del PNIEC, considerando que los meses de verano eran más propicios para que las empresas, asociaciones e instituciones lo leyeran y presentaran alegaciones. Esta era la señal de salida para definir el incremento en la ambición y ejercer el liderazgo que España estaba asumiendo en las instancias europeas.
La actualización del PNIEC incrementó los objetivos de la oferta de energías renovables y, consecuentemente, los objetivos de descarbonización total y por sectores. No obstante, el escaso desarrollo propositivo con relación a los compromisos de electrificar hace que el PNIEC carezca de homogeneidad al fijar objetivos ambiciosos por el lado de la oferta, pero desligados de la demanda, con muchas medidas enfocadas en su gestión, pero carentes de concreción.
“El PNIEC carece de homogeneidad al fijar objetivos ambiciosos por el lado de la oferta, pero desligados de la demanda, con muchas medidas enfocadas en su gestión, pero carentes de concreción”.
En cambio, al llegar el segundo semestre, el foco regulatorio pasó de la península a los vecinos europeos, más concretamente a partir del inicio de la Presidencia Española de la Comisión Europea. Las expectativas eran muy elevadas ante el liderazgo ejercido por Teresa Ribera en temas tan cruciales como la reforma del mercado eléctrico. Había que decidir el futuro energético, no de España, sino de Europa. Es decir, consensuar una vía de descarbonización entre países y realidades muy dispares, muchas veces contrapuestas y con intereses diversos.
Ahora disponemos de una nueva directiva de eficiencia energética, en la que se obliga a reducir el consumo de energía final en la UE en al menos un 11,7 % para 2030, del ReFuel EU para la descarbonización del transporte marítimo y de aviación, del Reglamento sobre la Infraestructura para los Combustibles Alternativos, del Reglamento Euro 7, en el que se prohíbe la venta de coches contaminantes en 2035, la nueva directiva de renovables, que aumenta la proporción de energías renovables en el consumo total de energía de la UE hasta el 42,5 % de aquí a 2030, la reforma del mercado eléctrico, el Reglamento para reducir las fugas de metano en el sector energético (15 de noviembre de 2023), una. Nueva Directiva del Gas (gas package), la Ley sobre la industria de cero emisiones netas, el Critical Mineral Raw Act para la reducción de la dependencia de minerales críticos de terceros o la Directiva de eficiencia energética en edificios.
“El gran caballo de batalla es la electrificación de la demanda de energía, como lo ha sido durante estos últimos años”.
Entre medias, la COP 28, en pleno terreno de juego petrolero, supuso una nueva oportunidad perdida para fijar objetivos reales y cuantificables de reducción de los combustibles fósiles. Aunque exista un rechazo casi instintivo a la servil indolencia de las COP, se consiguieron algunos logros como la mención explícita en el texto final a triplicar la potencia instalada de energías renovables, a duplicar la tasa anual de eficiencia energética, a reducir todo lo posible las emisiones de metano y a promover los vehículos cero emisiones, aunque sin determinar fechas.
Muchos de los retos pendiente en 2024 siguen siendo los mismos y que quedaron en standby por los comicios electorales. Transponer las directivas previamente mencionadas, amoldadas a las necesidades y las capacidades de España, será todo un reto normativo. Además, conocer por fin la demanda real de hidrógeno permitirá librarnos de la burbuja existente y de la pérdida de financiación pública que puede desviarse a otros retos, como es el caso del autoconsumo o la retribución de baterías, tanto estacionales como distribuidas. Incentivar y promover las comunidades energéticas será también deseable.
"Nos parece imprescindible que exista un control anual para el conjunto de las medidas y los objetivos definidos en el PNIEC, con el fin de seguir su desarrollo"