Movilidad eléctrica: el regalo más sostenible de esta Navidad
Durante la época de Navidad, se incrementan tanto los desplazamientos por carretera como la circulación en las poblaciones: reuniones con familiares o amigos, compras, visitas turísticas para ver la iluminación navideña… Por ello, la Navidad, además de ser un tiempo para la celebración, es uno de esos momentos del año en los que se hace más patente la necesidad de adoptar un modelo de movilidad sostenible para evitar episodios de alta contaminación ambiental, especialmente en las grandes ciudades.
Según los datos aportados por la Comisión Europea correspondientes al año 2015, el transporte por carretera es el responsable del 20% de las emisiones de CO2 a la atmósfera. Con un parque automovilístico de vehículos eléctricos, estas cifras podrían reducirse casi en un tercio, ya que un vehículo de gasolina emite 3 veces más de C02 que uno eléctrico. Estos datos han registrado un incremento de un 20,5% con respecto a 1990.
En lo que se refiere a España, se calcula que ese porcentaje de contaminación debido al transporte por carretera asciende al 28% del total de emisiones. Con un 0,2% en 2016, la implantación de la movilidad eléctrica en nuestro país estaba a la mitad de la media de Europa (0,4%), muy lejos de las cifras de Noruega, que, con un 15%, es el país líder en la adopción de este tipo de movilidad respetuosa con el medio ambiente.
Las cifras de reducción de emisiones de CO2 a la atmósfera son especialmente relevantes en las grandes ciudades, donde se registra una significativa concentración de población. Según un estudio realizado sobre una de las principales capitales europeas, Roma, se ha demostrado cómo podría reducirse hasta en un 30% las emisiones a la atmósfera de CO2 con la implantación de la movilidad eléctrica solamente en 2 sectores: el transporte público y la distribución de última milla.
Casi 450.000 muertes prematuras anuales en Europa debido a la contaminación
“Teniendo en cuenta que casi el 80% de la población tanto en España como en el conjunto de la Unión Europea reside en ciudades”, explica Diego García Carvajal, Director de la Oficina en España del Instituto Europeo del Cobre, “la transición hacia un modelo de movilidad eléctrica es la opción disponible más efectiva para contribuir a la reducción de la contaminación de las grandes urbes, ya que las emisiones indirectas de la producción de electricidad prácticamente desaparecerán con la descarbonización de la generación eléctrica mucho antes del 2050”.
Según un informe de la Agencia Europea del Medioambiente, hace 5 años, el 87% de la población urbana de la UE ya estaba expuesta a concentraciones de contaminantes aéreos superiores a los recomendados por la Organización Mundial de la Salud para considerar un ambiente saludable. Esto incide en la calidad y en la esperanza de vida de los ciudadanos europeos: en 2012, se registraron más de 430.000 muertes prematuras en Europa debido a la contaminación. Con estas cifras, la polución se ha convertido en el mayor riesgo para la salud en Europa. Si se alcanzaran los objetivos marcados por la Unión Europea para mejorar la calidad del aire- y cumplir así con los estándares marcados por la Organización Mundial de la Salud- esta cifra de mortalidad se podría reducir en un tercio.
El cobre, imprescindible para la movilidad eléctrica
Un estudio de la Asociación Internacional del Cobre prevé un incremento de la demanda de cobre a nivel mundial que podría pasar de las 185.000 toneladas registradas en 2017 a 1,74 millones en 2027. Esto es debido al aumento estimado de vehículos eléctricos de todo tipo (desde los 3 millones que había el ejercicio pasado a los más de 27 que se calculan que circularán en 2027).
En palabras de Diego García Carvajal, “la industria del cobre está jugando un papel determinante en el desarrollo de los vehículos eléctricos, tanto por su uso en la fabricación de baterías y motores de los vehículos en sí- un vehículo eléctrico contiene tres veces más cobre que el equivalente de combustión-como en los equipos de carga y su conexión a la red eléctrica. De esta manera, contribuimos a la implantación de un modelo de movilidad sostenible, dado que es mucho más eficiente y sin emisiones directas a la atmósfera”.