La energía fotovoltaica, palanca de cambio para la España que viene
De acuerdo con el informe España 2050, desde mediados de los años sesenta España ha aumentado significativamente su huella ecológica. Si toda la humanidad consumiese como lo hacemos nosotros hoy, harían falta dos planetas y medio para satisfacer sus necesidades. Entre los factores principales detrás de este exceso de consumo se encuentra nuestra elevada dependencia de los combustibles fósiles, tanto para nuestro sector productivo, como para el transporte o para el consumo diario en los hogares.
El cambio climático es ya inevitable, pero aún estamos a tiempo de contribuir a evitar sus efectos más desagradables y de impedir que estos condicionen el bienestar de las generaciones presentes y de las venideras, al tiempo que logremos conservar la biodiversidad. Para conseguirlo, debemos convertirnos en una sociedad neutra en carbono. Esto implicará cambiar la forma en la que producimos energía, nos movemos, producimos, consumimos y nos relacionamos con la naturaleza. Tenemos que aprovechar toda nuestra riqueza intelectual y nuestra cadena de valor para desarrollar un ecosistema energético sostenible, sin dejar a nadie atrás y sin ampliar las desigualdades sociales.
En 2019, España lideró el crecimiento del sector fotovoltaico a nivel europeo y fue la novena potencia a nivel mundial en potencia fotovoltaica instalada. Como resultado, nuestro país es el noveno del mundo en energía solar. Además, la pandemia del coronavirus ha servido para acelerar y reforzar la transición ecológica, no solo en Europa, sino también en nuestro país. Este compromiso se ha materializado a través del aumento de ambición de los objetivos de descarbonización para 2030, y convirtiendo la transición ecológica en uno de los ejes fundamentales del Plan de Recuperación del Gobierno español.