Industria, energía y eficiencia: ¿un paradigma del futuro?
¿Puede existir nuestra sociedad sin industria? ¿Depende de la energía su pervivencia? Si cualquier respuesta radica hoy en la necesidad y en los precios, ¿son estos capaces de darnos la clave del mañana? La sociedad se articula, moviliza y, en cierto modo, valida en torno a una funcionalidad económica. La industria sabe sobradamente que solo cambia un ápice su forma de ser y trabajar si encuentra una fórmula a corto plazo que lo justifique. La eficiencia energética en los procesos industriales ni está regulada, ni tiene norma técnica: no existe ecuación de referencia. Estamos en la era de la imagen, la inmediatez y las emociones. Constatamos el estrepitoso retroceso de la actividad industrial, medida en aportación al PIB nacional y en puestos de trabajo. La pregunta que debe formularse el sector industrial es qué cambio de paradigma requiere para adaptarse a ¡o corregir! los nuevos tiempos.
En la Cataluña de finales de los setenta y principios de los ochenta -me refiero a ella a título ilustrativo por conocerla un poco más que a las otras CC.AA.- la crisis del petróleo no movilizó tanto a la industria como a ciertos inquietos recién titulados energéticos que se sumergieron en el entorno laboral.
Entre los entusiastas emprendedores y los funcionarios comprometidos, la energía formó parte de diversos planes estratégicos, algunos con acento renovable, otros con apellido internacional y todos con cierta pretensión de generar mercado o administración ante una acuciante necesidad de equilibrio, social y de precios. Alguien llamó a las puertas de las industrias, entonces más numerosas, y preguntó por la energía. Si costó encontrar la respuesta a los costes, mejor no imaginarnos la respuesta al uso.
Artículo publicado en: FuturENERGY Enero-Febrero 2014