Sin las comercializadoras las comunidades energéticas podrían estancarse
La Asociación de Comercializadores Independientes de Energía (ACIE) ha presentado el Estudio sobre la figura de las Comunidades Energéticas Locales, elaborado por PWC. Un análisis que pone de manifiesto cómo la falta de regulación afecta al desarrollo de las CCEE y plantea nuevas oportunidades en torno a esta figura para mejorar el autoconsumo, los servicios energéticos y la gestión activa de la demanda.
«Las comercializadoras pueden ser el aliado clave para el despegue de las comunidades energéticas en nuestro país, pero es fundamental el desarrollo de un marco regulatorio y una hoja de ruta que incentive a todos los agentes implicados en la constitución de la comunidad«, apunta Javier Bescós, presidente de ACIE.
El estudio insiste en el escaso desarrollo normativo y destaca que aspectos como la gestión de la facturación y el reparto de la energía no se encuentran suficientemente regulados. Además, recuerdan que para el impulso de las CCEE es imprescindible que la regulación contemple incentivos por su creación.
Por otra parte, Bescós subraya que los comercializadores pueden desempeñar un rol fundamental como promotor de las CCEE, gestionando los repartos de energía y la facturación a los ciudadanos y destaca la gran capacidad de intermediación entre diferentes agentes.
Este papel como impulsor de las CCEE es posible ya que el comercializador es el único agente con capacidad de gestionar la energía que reúne los conocimientos y la experiencia necesaria para ofrecer todos los servicios profesionales que requiere esta figura, solventando además las limitaciones de conocimiento y de economía de escala de las CCEE.
Otro de los puntos de mejora que detecta el estudio presentado por ACIE es la complejidad administrativa y dificultad para conseguir escalabilidad. Desde la asociación proponen la simplificación de los trámites burocráticos para agilizar los procesos y hacerlos más accesibles. Las limitaciones regulatorias también influyen a la hora de desarrollar modelos de negocio asociados, impidiendo que las comunidades energéticas alcancen un papel más destacado, como sí lo tienen en otros países de la Unión Europea que han trabajado más en esta figura.