¿Una nueva era de oro para la energía nuclear?
Por Eduard Saura, socio director de Accuracy España y René Pigot, socio de Accuracy Francia.
Después de haber sido debilitada por diversos acontecimientos y decisiones que la perjudicaron (Fukushima, Flamanville, Garoña), ahora, la industria nuclear está experimentando un cierto resurgimiento.
El reciente anuncio por parte del presidente francés de un programa de construcción de seis reactores EPR2 manifiesta su decisión de mantener parte de la producción de electricidad descarbonizada mediante energía nuclear.
Aunque es objeto de mucho debate en Francia, esta decisión nace del frío pragmatismo: a pesar de su demostrada implantación a gran escala, las energías renovables siguen estando sujetas a los caprichos del clima. Por sí solas no podrán sustituir a las instalaciones de generación de energía a demanda, si se tiene en cuenta el propósito que hay detrás de los compromisos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero para 2050.
Ante la electrificación de la economía, la decisión de mantener la energía nuclear en el mix energético francés junto a las energías renovables no es tanto una opción como una necesidad. El garante del equilibrio en la red francesa, la compañía Réseau de Transport d’Electricité también lo reconoce: los posibles escenarios sin renovación de la base nuclear dependen, en términos de seguridad de suministro, de importantes avances tecnológicos y sociales, una apuesta cuanto menos arriesgada. La prórroga de las licencias de las centrales de Ascó hasta 2030 surge de este mismo pragmatismo.
Más allá de estos aspectos, la energía nuclear constituye también un vector evidente de independencia energética para los europeos. La actualidad nos lo recuerda con crudeza, y la situación casi podría haber provocado un cambio en la posición alemana, si consideramos las últimas declaraciones de su gobierno.
En Francia, las primeras estimaciones sitúan los costes de construcción en 52.000 millones de euros, pero los mecanismos de financiación aún están por definir. La única certeza es que el respaldo estatal será esencial para garantizar un precio final competitivo de la electricidad, dada la magnitud de las inversiones y los riesgos que recaen sobre el proyecto. En definitiva, la ingeniería financiera del proyecto deberá ser creativa para conseguir alinear los intereses del Estado, de Électricité de France (EDF) y de los consumidores.
En España el debate está extrañamente ausente de los medios de comunicación y el gran público, centrados en el funcionamiento del mercado marginalista en lugar del mix energético. Quizás el impacto del fin de la energía nuclear se vea lejano o la decisión irreversible, pero es un debate que la geopolítica nos fuerza a retomar sin más demora. Un debate que debe ser sobre todo técnico-económico, y debe incluir – sin prejuicios ideológicos – el análisis de las externalidades positivas y negativas de cada tecnología y el coste de la dependencia energética actual.