La maravilla fotovoltaica
7 de mayo de 2010
En los años 50 costaba 1.000 dólares fabricar un vatio fotovoltaico; hoy alguna empresa lo consigue por menos de un dólar. Siguiendo una curva de aprendizaje asombrosa —el coste unitario se reduce alrededor de un 15% cada vez que se duplica la producción— la fotovoltaica está a punto de ser una fuente de energía de masas, competitiva, inagotable, limpia, autóctona y segura.
La esperanza de vida de los sistemas solares se mide por décadas —hay paneles que, después de 40 años, producen al 80% de su potencia original— y, con las horas de sol que hay en España, solo necesitan dos años para generar la misma energía que empleamos en fabricarlos.
Un panel solar, con la simple exposición al sol, sin ruido ni molestia alguna, convierte en energía útil el 15% de la energía que recibe del astro rey; los combustibles fósiles, por el contrario, apenas convierten el 35% del 0,005% de la energía solar que capturaron las plantas, y eso tras procesos naturales milenarios y procesos industriales de extracción y transformación peligrosos, técnica, geopolítica y ambientalmente.
Sin embargo, el precio que pagamos por la electricidad fotovoltaica conectada a la red no tiene en cuenta esas variables. Los paneles son todavía caros al compararlos con las demás energías; la buena noticia es que falta muy poco para que dejen de serlo, porque la fotovoltaica no tiene por qué competir con ellas en el coste de producción de un kWh, sino en el precio de consumo de ese mismo kWh.
En España, concretamente, ese punto de competitividad sin ayudas —porque nos resultará más rentable producir nuestra propia electricidad que comprársela a la compañía eléctrica— se alcanzará a mediados de la presente década. La curva de aprendizaje lo avala: si en 2004 se instalaron 1.000 MW en todo el mundo, el año pasado se instalaron 7.000 y para 2014 la industria global tendrá una capacidad de fabricación superior a los 50.000 MW anuales.
La curva de aprendizaje fotovoltaica es similar a la de la microelectrónica; de hecho, comparten la materia prima, el silicio, el segundo elemento más frecuente en el planeta Tierra tras el hidrógeno. Podemos pensar en lo que ha avanzado la telefonía móvil en muy pocos años para tener una idea de la velocidad del cambio tecnológico.
Por eso se puede afirmar con rotundidad que la fotovoltaica será competitiva en España muy pronto. Es más, al aprovechar una energía tan segura, fiable y gratuita como los rayos solares, las instalaciones ahora primadas pueden haber devuelto a la sociedad todas las ayudas que reciban a inicios de la siguiente década, y seguir enriqueciéndola durante 20 ó 30 años más.