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Los primeros resultados apuntan a que España necesita acelerar su ritmo de transición hacia un modelo energético sostenible tras un avance lento durante los últimos años

Un barómetro para la transición a un sistema energético descarbonizado en España

Pedro Linares y Xavier Labandeira, directores de Economics for Energy28/09/2018

Hace unas semanas presentamos el primer Barómetro de Transición Energética en España, una nueva iniciativa del centro de investigación Economics for Energy. Como dijo entonces Valvanera Ulargui, directora de la Oficina Española de Cambio Climático, la transición a una economía baja en carbono debe contar necesariamente con información detallada y rigurosa que facilite la toma de decisiones públicas y privadas y ayude a evaluar su efectividad. Esa es la primera finalidad del Barómetro, que busca dotar a España de herramientas ya existentes en países de nuestro entorno, además de presentar resultados lo antes posible, cuando los primeros datos oficiales se hagan disponibles.

Pedro Linares y Xavier Labandeira, directores de Economics for Energy, junto con directora de la Oficina Española de Cambio Climático...

Pedro Linares y Xavier Labandeira, directores de Economics for Energy, junto con directora de la Oficina Española de Cambio Climático, Valvanera Ulargui, en la jornada que organizaron bajo el título 'Barómetro de transición energética'.

Los primeros resultados del Barómetro apuntan así a que España necesita acelerar su ritmo de transición hacia un modelo energético sostenible tras un avance lento durante los últimos años. De hecho, el Barómetro señala un grado de descarbonización del sector energético inferior al del conjunto de la Unión Europea, y que debe por tanto acelerarse significativamente para alcanzar el ambicioso (y difícil) objetivo europeo para 2050 (economías descarbonizadas) pero incluso para cumplir con objetivos mucho más próximos (2030) y fijados por la UE en cumplimiento de sus compromisos dentro del Acuerdo de París.

Otro de los objetivos del Barómetro es ir más allá de la evolución de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Para ello presenta de forma simultánea resultados relacionados con los otros dos ejes de las políticas energéticas y climáticas en Europa: asequibilidad y seguridad. Dentro del componente descarbonización se apunta la evolución de emisiones de GEI, en términos absolutos y en relación con el PIB. La asequibilidad se ilustra con el gasto en energía en relación al PIB y con la evolución de los precios. La seguridad se aproxima con la volatilidad de los precios energéticos, la seguridad de importaciones (midiendo riesgo-país de los proveedores) y con las reservas eléctricas y su coste. Todos los indicadores toman como referencia el año 2010, salvo las emisiones de GEI (años 1990 y 2005, siguiendo la praxis de los acuerdos internacionales).

Por lo que se refiere a la descarbonización, el primer indicador es el volumen de emisiones de gases de efecto invernadero y su análisis desvela una caída de estos a partir de 2010 debida fundamentalmente a la gran recesión, seguida de un incremento desde 2016 por la recuperación económica, que devuelve los valores a niveles de principios de esta década. Este retroceso en el ritmo de descarbonización se ha visto agravado por una reducción acusada de la generación hidráulica en años de sequía, especialmente 2015 y 2017, en los que aumentaron las emisiones de GEI por el uso del carbón para la producción de electricidad. En 2017, las emisiones fueron un 21% superiores a las de 1990 (un 21% menos que en 2005, la otra referencia temporal). Esta evolución está en línea con la contribución estimada para España en 2020 para los sectores sujetos al Régimen de Comercio de Derechos de Emisión de la UE (21% para sectores ETS, entre los que destaca la industria y la generación de electricidad) y un 10% para los no sujetos (sectores difusos, como el residencial o el transporte). Sin embargo, plantea un importante reto de cara a los objetivos marcados para 2030: una reducción del 43% de los gases de efecto invernadero para los sectores ETS y un 26% para los sectores difusos.

El segundo indicador analizado en relación a la descarbonización recoge una ligera reducción de las emisiones de GEI en relación con el PIB desde 2010, lo que reflejaría una mejora en términos relativos. Sin embargo, ésta es inferior a la experimentada en el conjunto de la UE, un factor que pone de manifiesto la necesidad de avanzar en el desacoplamiento entre las emisiones y el crecimiento económico que no se está experimentando en España en esta fase de crecimiento.

Por lo que se refiere al eje de asequibilidad de la energía, los indicadores analizados aumentaron entre 2010 y 2014, fundamentalmente a causa del incremento de los costes de la electricidad y el gas, en particular en el sector residencial. A partir de 2014, el descenso de los precios internacionales de los combustibles fósiles propició una mejora de la asequibilidad de la energía. La mayor reducción del gasto en relación a los precios apunta a la capacidad de España para disminuir la intensidad energética de su economía en este periodo. Sin embargo, en 2017 tanto gasto como precios energéticos volvieron a subir empujados por el precio del petróleo hasta situarse por encima de los valores registrados en 2010. En comparación con el conjunto de la UE, la evolución de los precios se ha mantenido en valores similares desde el inicio de esta década.

En relación a la seguridad de suministro, se observa un descenso tanto de la cantidad como del coste de las reservas eléctricas, especialmente este último, que ha bajado un 60% desde 2010. Esta buena evolución de los indicadores de seguridad física, incentivada por la reducción de la demanda de electricidad, muestra una mejora en la capacidad para gestionar las fuentes renovables de manera eficiente, acompañada además de una disminución en el coste que supone proporcionar este servicio.

En cuanto al indicador de seguridad económica, España sigue mostrando una elevada exposición a la volatilidad de los precios internacionales de los combustibles fósiles. Tras un aumento acusado de la volatilidad de los precios del gas y el petróleo en 2014, los valores de 2017 volvieron al nivel de 2010, lo que refleja una mejora en términos de ajuste de la economía. El otro indicador evaluado en este eje es la seguridad de las importaciones, que ha sufrido bandazos importantes pero que ha descendido en los dos últimos años hasta situar el riesgo en valores similares a los de 2010.

Hemos comprobado que, en general, los resultados muestran una evolución dispar. Tanto asequibilidad como seguridad progresan de forma positiva, en particular desde 2014. Sin embargo, la evolución de GEI es negativa y poco compatible con los objetivos europeos a largo plazo. En el último informe de Economics for Energy, sobre escenarios energéticos en España 2030-2050 apuntábamos que sería relativamente ‘fácil’ para España cumplir con sus compromisos a 2030, pero que la cosa pintaba mucho peor para la descarbonización a mediados de siglo. El Barómetro señala la necesidad de poner ya los medios para poder alcanzar, incluso compromisos a plazos cercanos, y apunta a una divergencia creciente con respecto a nuestros socios europeos en este ámbito.

“El Barómetro señala un grado de descarbonización del sector energético inferior al del conjunto de la Unión Europea”

"España sigue mostrando una elevada exposición a la volatilidad de los precios internacionales de los combustibles fósiles"

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