Abril 2013.- Tecnología, Sociedad y…Planificación!
Independientemente de la crisis, la situación económico-financiera y demás excusas en las que nos escudamos para quedarnos agazapados esperando que alguien nos dirija o nos diga lo que hay que hacer, existen en nuestro tejido empresarial, empresas con ideas, tecnología y motivación, que están desarrollando proyectos de investigación y comercialización de productos que aseguran el confort de las personas, por unos años más, al mismo tiempo que establecen criterios de ahorro energético y de sostenibilidad.
Desde mi humilde punto de vista, me atrevo a dar mi opinión sobre nuestra tecnología "made in Spain" que sin lugar a dudas sigue siendo pionera en muchos sectores, con inversiones en I+D muy importantes realizadas por grandes empresas y pequeños emprendedores.
Existen tres variables que deben ser consideradas para que una tecnología penetre en el mercado; Por un lado, por supuesto, la tecnología debe aportar un beneficio a la sociedad y no me refiero a una mejora en nuestros niveles de confort, sino a la reducción del consumo energético y cuidado de nuestro entorno y está claro que toda tecnología que aproveche los recursos naturales y respete el medioambiente suponen un beneficio para todos.
Por otro lado, la sociedad debe percibir esta tecnología como beneficiosa y es evidente que cada vez más, la concienciación energética y medioambiental de las personas está marcando nuestras orientaciones a la hora de comprar cualquier producto o servicio.
Por último, y no menos importante, debe existir un marco regulatorio estable que favorezca el desarrollo de tecnologías y la inversión externa. Es justo aquí donde observamos nuestra gran debilidad. Desde la entrada en vigor del Protocolo de Kioto en 2005, se han ido sucediendo en España una serie de decretos, que lejos de estar alineados con las políticas europeas, se han sucedido con unos criterios cortoplacistas según las pretensiones políticas de cada legislador. Los indicadores energéticos de cada país, como la dependencia energética, la intensidad energética e incluso el proceso de liberalización del mercado son indicadores que deben estar sujetos a unas políticas medioambientales y energéticas estables y pensadas a largo plazo.
No quería terminar este editorial sin dar antes las gracias a todas las empresas que han participado y nos han apoyado en los dos primeros números de la revista, animándoles a seguir trabajando en favor de la sostenibilidad y el ahorro energético, mientras nosotros les damos soporte en la difusión de sus mejores prácticas.
David Hernández
Director