Entrevista a Jorge Morales de Labra, director general de GeoAtlanter
A su juicio, ¿qué papel debe jugar el autoconsumo en el sistema energético español?
El Autoconsumo se presenta como un elemento fundamental para lograr un cambio de modelo. Teniendo en cuenta que en un país desarrollado en torno a un tercio del consumo de energía se produce en el interior de los edificios y conocida las carencias que siguen existiendo en nuestro país en materia de eficiencia energética, resulta prácticamente imposible establecer un nuevo modelo energético sin considerar el Autoconsumo.
Entonces, ¿cuáles son los factores que están impidiendo su crecimiento en nuestro país?
El principal, no sólo en España sino a nivel mundial, es el desarrollo del gas. En las economías de la OCDE se ha venido apostando principalmente, y más aún tras el accidente de Fukushima, por el gas, construyendo nuevas centrales de ciclo combinado. En ese mismo tiempo, la fotovoltaica y la eólica, han sido consideradas como energías alternativas, con marcos de apoyo a sus tecnologías que permitieran acelerar su desarrollo para poder competir con las fuentes convencionales antes de que éstas disparen sus costes. ¿Pero qué ha ocurrido en estos últimos años? Que la tecnología fotovoltaica en particular, y permítame la expresión, le ha arrancado las pegatinas a la eólica, logrando un espectacular recorrido en la curva de aprendizaje que nadie preveía, ni siquiera las asociaciones del sector. Esto la ha llevado a alcanzar un nivel de competitividad muy alto, ofreciendo incluso en algunas ubicaciones mejores condiciones que la eólica.
Lo anterior, unido a la propia evolución que también ha seguido la eólica, hace que estas tecnologías ya no deban ser valoradas como energías alternativas al gas, sino como fórmulas totalmente competitivas y sustitutivas de éste.
¿Son competitivas en todos los ámbitos?
Ahora mismo, los países desarrollados tenemos un crecimiento plano en la demanda energética (o incluso negativo como es el caso de España), lo que sumado a unos precios de los combustibles fósiles cada vez más elevados y a la curva de aprendizaje que señalaba antes, hace que la fotovoltaica y la eólica ofrezcan una competitividad real, incluso sin contar los inconvenientes medioambientales de los combustibles fósiles y las ventajas que tiene para un país crear instalaciones propias de renovables.
El problema principal al que nos enfrentamos hoy y que deberíamos someter al debate social, es qué hacemos con la potencia instalada que hoy sobra en muchos de los países de la OCDE. Personalmente, después de romperme la cabeza con parámetros técnicos y legales de la configuración que debería tener el autoconsumo y el balance neto (como por ejemplo cuál es la potencia máxima que se debe admitir en una instalación o cómo deberían tratarse los excedentes instantáneos), creo que lo principal es no perder el norte y centrarnos al 100% en el principal problema, que no es otro que el nulo interés que demuestra el Ministerio de Industria, Turismo y Energía del Gobierno de España de promover una política de eficiencia energética, en la que el autoconsumo tenga un papel protagonista.
¿Realmente no se aprecian desde la Administración las ventajas que puede ofrecer para el desarrollo del país el apostar por el Autoconsumo?
En este aspecto le puedo señalar que hace unos meses hablaba con el responsable de Energía de una CC AA, el cual me reconocía que, tras haber analizado los objetivos de eficiencia energética que tenía marcados, tenía claro que sin contemplar el autoconsumo sería imposible cumplirlos. Medidas como subvencionar dobles acristalamientos o favorecer la compra de electrodomésticos de mayor eficiencia energética son positivas, pero el retorno de estas actuaciones es a más largo plazo y en menor incidencia que lo que puede suponer una buena política de autoconsumo.
Desgraciadamente vemos cada vez más decisiones que demuestran que la Administración va por otro camino. Una de las últimas, el voto en contra que ha emitido España en el marco de la Unión Europea respecto a la nueva directiva de Eficiencia Energética. El problema, por tanto, es que el ministro de Industria, lo que tiene en la cabeza es la idea de que no hace falta ninguna potencia adicional y, seamos claros, ciertamente tiene un serio problema porque en España se han construido en los últimos diez años 26.000 MW de centrales de gas y en estos momentos sobran cerca de 10.000 MW. Las empresas eléctricas han invertido miles de millones de euros en esas centrales y no las están amortizando al trabajar menos del 20% de las horas previstas. Sin embargo, a diferencia de lo que opina el Ministerio de que éste es un problema del sector, desde mi punto de vista se debe cambiar el planteamiento porque realmente éste es un problema de las eléctricas, las cuales han realizado esa inversión bajo unas condiciones de mercado que luego han cambiado.
¿Cree que la sociedad española está en condiciones de afrontar un cambio en el modelo energético tan importante?
Debe estarlo porque es fundamental para poder salir de la crisis. Con la dependencia energética que tenemos en España y con la constante subida de los precios de los combustibles, cada vez se hace más urgente cambiar este modelo.
¿Y sería complicado afrontar esta transformación a nivel tecnológico? ¿Habría que cambiar de arriba abajo todas las instalaciones que tenemos en nuestras casas, por ejemplo?
Las empresas del sector están ya en condiciones de facilitar este cambio sin que suponga un trauma para el cliente. Sin duda, ya no existen impedimentos técnicos insalvables, lo que no quiere decir que, a partir de ciertos niveles de penetración, de los que estamos aún muy lejos y que tardarán años en lograrse, haya que contemplar en un futuro ciertas modificaciones en la topología y en la gestión de las redes eléctricas, que supondrán una inversión diferente… pero no mayor. Es decir, históricamente se ha invertido en redes eléctricas con un concepto de arriba a abajo, por el que las grandes centrales de generación inyectan en un número discreto de nudos la energía, estando preparada la red para atender cualquier variación de demanda bajo este sistema de árbol. Si el sentido de la energía empieza a cambiar de forma evidente por una mayor penetración del autoconsumo, habrá que transformar la topología de las redes pero, insisto, esa situación se daría a muy largo plazo.
Según mis previsiones, tendríamos que llegar a penetraciones superiores al 30% de la población, es decir que hubiera más de 10 millones de domicilios con Autoconsumo, para que se vieran cambios en los flujos de las redes.
¿Es aquí donde radica la importancia de las redes inteligentes o Smart Grids, un concepto cada vez más extendido?
Desde mi punto de vista, el autoconsumo es la puerta de entrada de las Smart Grids. Es decir, el autoconsumo es una parte importante de las Smart Grids pero no necesitamos tener funcionando redes inteligentes para poder introducir el autoconsumo. Las tecnologías de Smart Grids ya existen, no hay que inventarlas, y el paso más importante que hay que dar ahora en este sentido es lograr su estandarización, desarrollar un trabajo administrativo para que los diferentes elementos que puedan dotar de inteligencia a la red se comuniquen entre sí.
Lo que es insostenible es que hayamos pensado en un modelo preparado para atender cualquier demanda en cualquier momento (puedes encender la luz o la calefacción cuando quieras) sin que el usuario sea penalizado por ello. Hay que cambiar el enfoque, que el cliente sea considerado como un prestador de servicios al sistema y no como un consumidor pasivo. Este cliente tiene que tener toda la información para poder programar la generación de autoconsumo que tiene en su domicilio o trabajo.
Es lo que desde algunos ámbitos se apunta como paso del consumidor pasivo a consumidor-generador-gestor, ¿no es así?
Efectivamente. Y tenemos tecnologías para dar este paso, pero hay que coordinarlas. Recientemente conocía el caso de una ciudadana que ha incorporado una instalación de autoconsumo fotovoltaico en su casa, con la que pretende cubrir el 80% aproximadamente de su consumo anual, quien me indicaba que para ella lo más interesante de esta fórmula es el sistema de monitorización implementado, que le permitirá minimizar sus excedentes y desplazar sus consumos a las horas del día donde haya mayor generación de energía fotovoltaica. Ese es el camino.
¿Puede contribuir también el abaratamiento de las tecnologías de almacenamiento al desarrollo del autoconsumo?
Yo creo que es al revés. El autoconsumo es imparable, por muchas trabas administrativas que se quieran poner. Cuando hay una obviedad tan grande como que es más barato producir energía fotovoltaica en tu casa que comprarla de la red, parece evidente que la gente se decantará cada vez más por el autoconsumo. Lo que va a ocurrir con los sistemas de almacenamiento es que si no se regulan adecuadamente estos servicios de gestión de red, va a llegar un momento donde los abusos que se pretenden imponer a los autoconsumidores van a ser tan grandes que al final el cliente va a preferir desconectarse de la red y almacenar.
Esa autonomía iría, por tanto, en sentido contrario a lo que se pretende con el balance neto. Por cierto, ¿considera que el ciudadano conoce ya realmente todas las ventajas que obtendría con la implantación de este balance neto?
¿Hay en el mundo algún modelo que podría seguirse a la hora de desarrollar el autoconsumo y balance neto en España?
Hay muchos modelos y algunos de ellos se han puesto tradicionalmente de ejemplo, como el caso de EE UU, especialmente el del estado de California. Pero yo siempre digo lo mismo, cada sistema eléctrico es especial y distinto, y no podemos tratar de copiar punto por punto las regulaciones de otros países. Hay que tener en cuenta diferentes variables, como normativas, costes aplicados a las tarifas… Lo que sí deberíamos hacer es aprender de las mejores prácticas internacionales y adaptar éstas a la configuración del sistema eléctrico español.
Entiendo que es muy diferente el balance neto en el ámbito doméstico que el que pueda realizar un comercio o una industria, ¿verdad?
Es evidente que donde mejor se aprecian las ventajas del balance neto es en el cliente doméstico ya que en un comercio o en una industria el autoconsumo fotovoltaico instantáneo es mayor, al recaer buena parte de la demanda en las horas de día. En el ámbito doméstico ocurre todo lo contrario, por lo que la posibilidad de jugar con la red como colchón es mucho más importante.
Pero para favorecer este intercambio de energía, este balance neto, al cliente hay que hacerle llegar de forma clara el coste de estos servicios. El cliente doméstico difícilmente entenderá que si inyecta 1 kWh a la red le van a pagar 2, pero que cuando luego lo recupere va a tener que pagar 4 por él. Es más fácil trasladarle que va a intercambiar con la red en una proporción 1/1, de tal forma que si vuelca 10 kWh tendrá un crédito de 10 kWh para consumir en el futuro y que por ese servicio de intercambio se le va a cobrar X, que es el equivalente al 2 y al 4 que señalábamos antes. Conceptualmente hay una gran diferencia.
Desde Unef venimos defendiendo desde hace tiempo que el autoconsumo está ya en condiciones de competir sin ninguna subvención y que puede asumir el coste derivado de la utilización de las redes. El cliente debe saber que está haciendo uso de esta infraestructura, de esta red eléctrica, y que esto lógicamente tiene un coste. Podría evitarlo sustituyendo este servicio por la adquisición de una batería de almacenamiento, pero lógicamente eso también tendría un coste para él.
¿Es posible, por tanto, un autoconsumo sin primas ni subvenciones?
Volviendo a lo que señalaba al inicio de esta entrevista, cuando le dices al Ministerio que no queremos ninguna subvención, que estamos dispuestos a pagar todos los costes que lleven aparejados el autoconsumo y el balance neto, lo que te responde es que no quiere que se forme una burbuja con este asunto. ¿Pero qué burbuja? Las burbujas se crean cuando hay subvenciones, cuando se sobreexplotan los incentivos, y nosotros estamos en contra de todo eso. Al final te das cuenta de que realmente lo que se pretende es evitar pinchar la burbuja del gas, que sigan funcionando esas centrales de las que hablábamos antes.
Dicho esto debo añadir que todo hace indicar que la tendencia que vamos a apreciar en las eléctricas durante los próximos años es hacia un recibo de la luz que tenga cada vez más parte fija y menos variable. Las eléctricas ven que con en el autoconsumo van a perder una fuente de ingresos muy importante y van a reaccionar invirtiendo la parte fija (actualmente el 20%) con la variable (hoy del 80%), acercándonos cada vez más a una tarifa plana, lo que supone una iniciativa nefasta para el objetivo de eficiencia energética.
¿Qué ahorros aproximados podría obtener un cliente incorporando sistemas de Autoconsumo?
En primer lugar, como le indicaba antes, habría que considerar qué parte de la tarifa va a ser fija y cuál variable. Pero con los modelos actuales es fácil llegar a ahorros del 40% de la factura, incluyendo los costes de uso de la red a un precio razonable y la amortización de los equipos en un periodo medio de diez años (ocho años para ámbitos industriales y doce para los domésticos).
¿Se ahorrarían costes si las redes eléctricas fueran de titularidad estatal?
La retribución de la distribución y del transporte de la energía está regulada en España, no hay competencia, organizándose las empresas por zonas. Es decir, se paga lo mismo por un servicio en cualquier punto del país con independencia de quién sea el gestor. Por tanto, ¿sería positivo para el consumidor nacionalizar el sistema de distribución? ¿Garantizaría eso que la gestión fuera más eficiente y que la retribución fuera menor? No lo tengo claro.
Lo que sí sería positivo es poner medios que evitaran que las distribuidoras tuvieran incentivos para parar el autoconsumo, ya que algunas de estas distribuidoras tienen en su mismo grupo empresarial intereses muy fuertes en el mercado del gas, existiendo un grave riesgo de que antepongan estos intereses a la imparcialidad que exige la gestión de la red —de la única red— de distribución denegando injustificadamente puntos de conexión al autoconsumo para defender su negocio.
Para ir terminando, ¿cómo se imagina el futuro modelo energético en España? ¿Será posible un sistema 100% renovable?
¿Y cuál es su propuesta de cambio?
Recientemente la he hecho pública a través de la Fundación Renovables y se resume en tres puntos. En primer lugar, el Autoconsumo debería ser totalmente libre, salvando algún condicionante técnico como que nadie produzca más energía de la que tiene previsto consumir. En este sentido, el operador del sistema se tiene que enfrentar a una curva diferente, olvidándose de la demanda bruta para centrarse en la demanda neta (la demanda bruta de sus clientes menos la generación que tienen éstos embebida dentro de sus redes interiores). Este cambio supondrá una menor demanda energética durante el verano respecto a la actual, y en invierno, se reducirá la chepa del mediodía y se mantendrán puntas similares a las actuales durante la noche.
Como segunda propuesta, señalo que hay que establecer unas reglas de juego muy claras para las centrales que han gozado de sistemas retributivos que les han garantizado, de alguna u otra forma, la amortización de su inversión, ya sean centrales convencionales o renovables. Estas centrales no pueden competir con las que no han gozado de tal garantía. No podemos seguir permitiendo que se las retribuya al precio marginal marcado por las centrales de gas.
Y para el tercer grupo, que englobaría al resto del sistema energético (un 20% aproximadamente), propongo crear un mercado de servicios, en el que deje de tener importancia la cantidad de kWh para adquirir peso el cuándo se generan esos kWh. El operador del sistema debería hacer una previsión de los servicios que va a necesitar a corto, medio y largo plazo y satisfacer esas necesidades con las ofertas presentadas por diferentes alternativas.