Un estudio plantea la regeneración urbana de los espacios industriales
Redacción Ciberperfil29/09/2011
Sepes Entidad Estatal de Suelo, adscrita al Ministerio de Fomento, ha editado un estudio que arroja luz sobre cómo afrontar el reto de convertir los polígonos industriales en verdadera ciudad, no sólo con la regeneración de los que han quedado obsoletos sino mediante una eficaz planificación y diseño de los nuevos parques empresariales.
En opinión de la secretaria de Estado de Vivienda y Actuaciones Urbanas, Beatriz Corredor, reflexionar e indagar sobre todo esto es fundamental para diseñar políticas eficientes en materia de creación de suelo productivo. “La ciudad existente es la que va a ser objeto de la mayor parte de la acción urbanística futura. Su regeneración debe hacerse desde una perspectiva integrada, lo que implicará tener en cuenta simultáneamente aspectos sociales, económicos y de sostenibilidad”, expone.
Bajo el título La regeneración de áreas industriales, este estudio firmado por Francisco López Groh recoge y documenta varias experiencias llevadas a cabo en EEUU, Reino Unido y Holanda, países pioneros en la recuperación de espacios industriales obsoletos. Además, plantea la necesidad de que los nuevos desarrollos se diseñen de forma tal que sea posible prolongar su vida útil, de modo que se aproveche más eficazmente no sólo la inversión realizada en el propio desarrollo, sino también el gasto hecho para equiparlos y ocuparlos desde los ámbitos público (transporte e infraestructuras) y privado (las empresas que deciden instalarse en ellos y que un día necesitan buscar territorios más atractivos).
Una de las cuestiones que plantea la obra de López Groh es cómo se produce el rápido deterioro de un desarrollo industrial, esto es, qué claves determinan que “un espacio industrial construido tenga una obsolescencia más acelerada que la del espacio residencial”. El autor considera que esa “fatiga” no sólo se debe a los materiales con que se realizan las inversiones productivas, sino a que éstas sufren lo que denomina “obsolescencias encadenadas”: la inadecuación del espacio a los cambios tecnológicos, la rigidez original del espacio que no favorece su adaptación o remodelación, y la desvalorización de los activos, que desincentiva el mantenimiento.
Este trabajo profundiza en las consecuencias del sprawl (la expansión urbana excesiva, el desperdicio de suelo en los desarrollos residenciales y/o industriales), y en cómo la inversión de fondos públicos preferentemente en la creación de nuevos espacios provoca que los espacios existentes, equipados y bien comunicados pero obsoletos de forma prematura, no sean atractivos ni para la producción ni para la regeneración.
Como consecuencia, se acelera la pérdida de espacios industriales: las empresas allí instaladas los abandonan para mudarse a otros nuevos más atractivos y modernos pero seguramente más alejados de las vías de comunicación. Esto incrementa los costes (deslocalización, mayores desplazamientos de los empleados y de las propias mercancías) y genera áreas marginales que nadie se interesa por regenerar y actualizar, como si el suelo que ocupan fuera un recurso inagotable.
En opinión de la secretaria de Estado de Vivienda y Actuaciones Urbanas, Beatriz Corredor, reflexionar e indagar sobre todo esto es fundamental para diseñar políticas eficientes en materia de creación de suelo productivo. “La ciudad existente es la que va a ser objeto de la mayor parte de la acción urbanística futura. Su regeneración debe hacerse desde una perspectiva integrada, lo que implicará tener en cuenta simultáneamente aspectos sociales, económicos y de sostenibilidad”, expone.
Bajo el título La regeneración de áreas industriales, este estudio firmado por Francisco López Groh recoge y documenta varias experiencias llevadas a cabo en EEUU, Reino Unido y Holanda, países pioneros en la recuperación de espacios industriales obsoletos. Además, plantea la necesidad de que los nuevos desarrollos se diseñen de forma tal que sea posible prolongar su vida útil, de modo que se aproveche más eficazmente no sólo la inversión realizada en el propio desarrollo, sino también el gasto hecho para equiparlos y ocuparlos desde los ámbitos público (transporte e infraestructuras) y privado (las empresas que deciden instalarse en ellos y que un día necesitan buscar territorios más atractivos).
Una de las cuestiones que plantea la obra de López Groh es cómo se produce el rápido deterioro de un desarrollo industrial, esto es, qué claves determinan que “un espacio industrial construido tenga una obsolescencia más acelerada que la del espacio residencial”. El autor considera que esa “fatiga” no sólo se debe a los materiales con que se realizan las inversiones productivas, sino a que éstas sufren lo que denomina “obsolescencias encadenadas”: la inadecuación del espacio a los cambios tecnológicos, la rigidez original del espacio que no favorece su adaptación o remodelación, y la desvalorización de los activos, que desincentiva el mantenimiento.
Este trabajo profundiza en las consecuencias del sprawl (la expansión urbana excesiva, el desperdicio de suelo en los desarrollos residenciales y/o industriales), y en cómo la inversión de fondos públicos preferentemente en la creación de nuevos espacios provoca que los espacios existentes, equipados y bien comunicados pero obsoletos de forma prematura, no sean atractivos ni para la producción ni para la regeneración.
Como consecuencia, se acelera la pérdida de espacios industriales: las empresas allí instaladas los abandonan para mudarse a otros nuevos más atractivos y modernos pero seguramente más alejados de las vías de comunicación. Esto incrementa los costes (deslocalización, mayores desplazamientos de los empleados y de las propias mercancías) y genera áreas marginales que nadie se interesa por regenerar y actualizar, como si el suelo que ocupan fuera un recurso inagotable.