Brasil pierde parte de su atractivo económico
Este entorno ha complicado los riesgos para las empresas españolas que tratan de exportar a Brasil. El ritmo del crecimiento económico antes de 2012 animó a numerosas empresas locales a endeudarse para expandir sus ventas a través de inversiones o adquisiciones. En muchos casos, los beneficios obtenidos han resultado ser insuficientes para hacer frente a los intereses o se reinvirtieron en otros activos como bienes inmobiliarios o empresas no relacionadas. Debido a la desaceleración económica, muchas empresas han tenido dificultades para hacer frente a sus obligaciones, situación que se ha prolongado durante 2013. La reciente subida de los tipos de interés del Banco Central ejercerá una presión añadida sobre la liquidez de las empresas muy endeudadas.
El crecimiento ha recuperado cierto dinamismo en 2013, impulsado por el incremento del gasto público ligado a la explotación de los enormes yacimientos de petróleo offshore y los próximos eventos del Mundial de Fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016. El segundo elemento vertebrador del crecimiento es el robusto mercado de trabajo que, con una tasa de paro de tan solo el 5,4% está sosteniendo el consumo interno. Sin embargo, la rigidez del mercado laboral está propiciando una inflación por encima del objetivo del 4,5% del Banco Central. La subida de los tipos de interés para combatir la inflación, la salida de capital y el reducido crecimiento de las exportaciones ponen freno a un repunte más categórico.
En 2014, se prevé que la economía crezca entre un 2,5% y un 3%. Sin embargo, dada la importancia del consumo privado para la economía, la sostenibilidad de los patrones de consumo actuales representa un problema, ya que el nivel de endeudamiento de los consumidores ha pasado del 18% al 44% de los ingresos disponibles en la última década, situándose el coste del crédito normalmente en el margen del 20% al 25% y con tipos de interés cada vez más elevados. La inflación caerá en 2014, pero se mantendrá alta, lo que puede llevar a mantener una política monetaria restrictiva.
Además, Brasil presenta otras importantes deficiencias estructurales que suponen un freno importante para su desarrollo. La carga fiscal es muy superior a la de otros países en desarrollo y solo el 1,5% del PIB de Brasil, tanto de origen público como privado, se invierte en infraestructuras. Brasil paga un alto precio en términos de crecimiento debido al mal estado de muchas de sus carreteras, aeropuertos y puertos, y a la sobrecarga de los sistemas de suministro de energía. A esto se suma la rigidez y el exceso de regulación de sus leyes laborales y el creciente déficit público. No cabe esperar que en 2014, con una convocatoria de elecciones presidenciales en octubre, se aborden reformas a fin de reforzar la estructura de la economía del país a largo plazo.
Se prevé que los superávits comerciales de Brasil empiecen a reducirse, al crecer las importaciones a un mayor ritmo que las exportaciones. La sólida posición económica externa de Brasil durante los dos últimos años se debilitará en breve, ya que la elevada carga de la deuda pública y los crecientes déficits por cuenta corriente pesan en la perspectiva de solvencia del país para los próximos años. Si bien estos déficits se han cubierto hasta ahora con las entradas de capital, Brasil es vulnerable a las fluctuaciones de la percepción de los inversores, como se pudo apreciar a mediados de 2013, cuando los rumores de que la Reserva Federal de Estados Unidos pondría fin a su política monetaria expansiva llevaron a los inversores a retirar su capital a corto plazo de Brasil.
No obstante, la retirada de capital solo ha dado lugar a una reducción menor de las reservas internacionales de Brasil, aún muy elevadas y que le permiten cubrir más de 19 meses de importaciones. La solvencia de Brasil seguirá siendo estable. Al mismo tiempo, la depreciación del real, a partir del segundo trimestre, ha contribuido a restablecer la competitividad internacional de Brasil después de muchos años. Las empresas brasileñas orientadas hacia la exportación se están beneficiando, mientras que las empresas dependientes de mercancías importadas o de productos valorados en dólares o euros se enfrentan a costes más elevados.