Cortizo en la Estación del Ave de Logroño
La propuesta, ganadora del concurso internacional convocado por ADIF, plantea la construcción de una estación con vías soterradas en el que destaca un gran elemento protagonista, la cubierta, que permite la creación de un nuevo parque urbano al exterior a la vez que proyecta al interior la potente imagen de una gran superficie facetada continua que ha sido desarrollada con un solución “ad hoc” de Cortizo para este proyecto.
Gracias a este elemento singular, el proyecto no sólo evita la tradicional fractura que las infraestructuras ferroviarias han provocado tradicionalmente en las ciudades, sino que se convierte en un ambicioso elemento integrador con una escala urbana que transforma y articula el norte y sur de Logroño gracias al espacio público de nueva creación. Con estas premisas se ha desarrollado un concepto que aglutina factores infraestructurales, urbanísticos, paisajísticos, arquitectónicos, ecológicos y económicos para transformar el corazón de la ciudad de Logroño.
El proyecto de estación cuenta con un vestíbulo en superficie de algo más de 1.500 metros cuadrados, una nave de andenes en la planta inferior dotada de cinco vías y dos andenes centrales. Dispone de venta de billetes, aseos, locales comerciales, servicio de cafetería y consigna. La construcción emerge al exterior con las zonas de acceso y mediante los lucernarios, pabellones poligonales que iluminan los andenes a través de unas aberturas circulares utilizando un sistema de espejos para introducir la luz natural.
Construcción singular
Para dotar al interior de la cubierta de una imagen coherente y con la misma presencia que el nuevo parque exterior, los creadores del proyecto optan por diseñar un gran falso techo continuo, de forma que el peso que la gran cubierta tiene dentro de la escala urbana de Logroño se mantiene, en el contexto del edificio, en toda la cubrición del espacio interior de la estación.
La suave topografía exterior se torna en una superficie más abrupta al interior, recordando a veces a la geometría de una gran cueva. La formalización de este elemento se consigue mediante el diseño de una gran superficie facetada integrada por más de 300 elementos triangulares en la que cada arista coincide con los elementos estructurales formados por las cerchas de la cubierta, cada una de ellas de distinta geometría. Entre estas aristas se conforman esas grandes superficies triangulares planas (algunas con longitudes laterales de más de 13 metros) formadas por multitud de lamas de aluminio, ancladas a bastidores ocultos y soportadas por la estructura de cerchas.
La escala de la cubierta hace que la composición de las lamas, junto la diferente orientación de las mismas en cada superficie facetada, dote a estos elementos de una imagen muy singular en donde se pierde la presencia de cada lama como unidad independiente, y que acentúa los diferentes quiebros de la superficie facetada a la vez que mantiene el aspecto unitario del conjunto, proporcionando una imagen muy potente que domina todo el interior de la estación. Esta formalización del diseño del falso techo de la cubierta aporta una dosis de espectacularidad y vanguardismo al interior, demostrando que la arquitectura como espectáculo no está reñida con la función más urbana de la misma que desarrolla en este caso la envolvente exterior.
Esta propuesta fue resuelta con una solución ad-hoc desarrollada específicamente para este proyecto por el Departamento de Arquitectura e Ingeniería de Cortizo y la ejecución corrió a cargo de la empresa Inbobe, especialista en revestimientos de grandes obras singulares. Se trata de una lama decorativa tubular de aluminio extruido con 12 mm de sección vista que se fija al soporte mediante un sistema de clipaje. Esta celosía permite la ventilación de uno a otro lado de la instalación y tiene un coeficiente de visibilidad del 76% a 90 grados. Las pruebas realizadas en el Centro Tecnológico Cortizo certifican la máxima resistencia a la carga del viento (Clase 6), lo que lo convierte en una solución versátil idónea para tanto en el interior como en el exterior.
La colaboración mano a mano entre Cortizo y el estudio responsable del proyecto Abalos y Sentkiewicz ha dado como resultado una solución atractiva e innovadora que pueden disfrutar hoy en día los viajeros que utilizan estas instalaciones.
Integración del ferrocarril en la ciudad
La intervención contempla por primera vez desde la implantación del ferrocarril en la ciudad de Logroño a finales del siglo XIX y su posterior traslado desde la Gran Vía logroñesa a su ubicación actual en 1958 soluciones ferroviarias y requerimientos urbanos.
El soterramiento de las vías rompe con la concepción tradicional de este tipo de infraestructuras caracterizadas por irrumpir de forma brusca en el territorio, creando segregaciones urbanas y sociales. La construcción de la nueva estación ha permitido crear una nueva red que intensifica la experiencia de ciudad como hecho colectivo, fomentando la conectividad entre las zonas norte - sur de la ciudad y creando un gran parque público del que su cubierta forma parte integral y que da su impronta geométrica y topográfica al volumen.
La intermodalidad del transporte terrestre, la permeabilidad del sistema viario y la llegada de la alta velocidad son sin duda las ventajas más relevantes generadas tras completar la actuación de integración del ferrocarril en la ciudad de Logroño.
Ficha técnica
Obra: Estación del AVE de Logroño
Arquitectos: Abalos y Sentkiewicz
Carpintería metálica: Cortizo
Solución utilizada: Lama decorativa
Instalador: Inbobe
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