Sede corporativa de Indra, en el 22@ de Barcelona
Ficha técnica
Localización: C/Tánger 110-120 – Sector 22@, Barcelona (Catalunya). España
Superficie construida:10.375m2(8.533m2 s/r y 1.842 m2 b/r)
Proyecto: 2004
Inicio – Final de obra: 2004-2006
Arquitectos: b720 Fermín Vázquez Arquitectos; Carlos Rubio y Enrique Alvarez-Sala
Equipo b720: Fermín Vázquez, Cristina Algás, Ana Caffaro, Eike Grossmann, Laia Isern, Peco Mulet, Pietro Peyron, Alexa Plasencia, Andrea Rodríguez, Miquel Santos
Interiorismo: Mercedes Isasa
Arquitecto técnico: Tècnics G-3 (Josep Maria Forteza y Victor Forteza)
Estructuras: BOMA
Instalaciones: PGI Grup
Cliente: Indra
Promotor: Grupo Castellví
Empresa constructora: G&O - Guinovart&Oshsa
Infografías: b720 Fermín Vázquez Arquitectos Fotografías: Adrià Goula
Una de las empresas que ha levantado aquí su sede corporativa barcelonesa es Indra, empresa de tecnologías de la información. El estudio b720 Fermín Vázquez Arquitectos, junto a los arquitectos Carlos Rubio y Enrique Álvarez-Sala, fueron los encargados de desarrollar el proyecto. AFL ha conversado con Fermín Vázquez, quien nos ha explicado, in situ, el papel que interpretan las fachadas en este edificio.
La esbelta torre de oficinas de Indra tiene una altura total de cincuenta y dos metros y una anchura mínima de tan sólo catorce metros. La sede se sitúa en un solar trapezoidal sensiblemente horizontal y plano, y su planta es rectangular, excepcionalmente interrumpida por el chaflán del cruce de calles. El edificio cuenta con trece plantas sobre rasante y dos más bajo la cota de la calle. Estas dos plantas de sótano, donde se encuentra el aparcamiento y las salas técnicas de uso privado, se han ejecutado por medio de pantallas de hormigón de cuarenta y cinco centímetros de espesor y losas de hormigón. Sobre ellas, y apoyado en un zócalo de tres plantas de altura, se levanta un cuerpo de planta romboidal de diez alturas donde se sitúan las oficinas de la empresa.
“La volumetría ya venía prevista por un planeamiento general hecho con anterioridad. El proyecto se inició basándose en un diseño de la manzana que había hecho Carlos Ferrater. Indra ya había trabajado para su sede de Madrid con los arquitectos Carlos Rubio y Enrique Álvarez-Sala. Cuando recibimos el proyecto, recogimos la planimetría que había quedado definida en el concurso e intentamos convertir lo que en principio debía ser un edificio de oficinas para alquilar a un tercero, en la sede corporativa de una empresa importante. Indra pidió a los arquitectos encargados de su sede en Madrid que aportaran su experiencia con la empresa en este proyecto. La colaboración fue estupenda en todos los sentidos”, explica Fermín Vázquez.
Al ser la sede una empresa reconocida, Indra deseaba que la imagen del edificio evocara la labor de la empresa y que fuera reconocible. “Indra, el cliente en este caso, marcaba una aspiración, que creo que nosotros supimos atender bien, trasladando sus expectativas, una empresa tecnológica que deseaba una imagen que evocara su labor. Nuestra obsesión era otorgar esa imagen pero sin dejar que fuera un edificio de oficinas, reconocible como tal y flexible de cara al futuro. Más allá de la cuestión formal, nuestra investigación se centró en ese objetivo”, indica el arquitecto.
Este reconocimiento debía ser sutil, no se quería que el edificio fuera identificado directamente por su imagen gráfica corporativa: “La fachada debía reflejar un reconocimiento de la identidad de la compañía, pero sin recargar esa idea. No queríamos que se identificara por su logotipo. Es un claro ejemplo de los tiempos. Ahora vemos con cierta ternura esos grandes logotipos en hormigón en sedes corporativas construidas en décadas pasadas”.
Una fachada modulada y regular
La singular torre de Indra en Barcelona queda separada del zócalo por la planta de instalaciones. Retrasada respecto del plano de la fachada, ésta permite hacer ver que elvolumen de oficinas flote sobre la base, dotándola de ligereza.En la planta baja se sitúa el acceso y el vestíbulo general del edificio, al que se accede desde el chaflán. La estructura vertical está constituida por pilares apantallados y un núcleo que se sitúa en el centro de la planta, enrasado con la fachada posterior del edificio.
Detalles constructivos de Fachada
1. Voladizo de hormigón visto acabado con pintura hidrofugante; 2. Perfileria de muro cortina. Aluminio anodizado; 3. Panel sándwich acabado en chapa de aluminio anodizado; 4. Doble vidrio con cámara (6/12/4 4) con tratamiento bajo emisivo; 5. Malla de acero inoxidable tensada con embuticiones circulares; 6. Pavimento técnico registrable; 7. Aislamiento termoreflectante; 8. Falso techo registrable de chapa de aluminio lacada microperforada; 9. Cajeado en chapa de aluminio lacado para el alojamiento de cortina interior enrollable; 10. Luminaria perimetral encastada. imagen: b720 Fermín Vázquez Arquitectos.
Según explica Fermín Vázquez, “el diseño de la fachada también obedecía a una investigación propia, plantear y desarrollar una fachada razonable en un clima soleado, como el de Barcelona, así como el ornamento, algo que a los arquitectos de mi generación nos suele incomodar, al igual que el color en la fachada. Investigamos mucho en este aspecto. En este caso, la ornamentación ayuda al edificio a dotarle de esa identidad singular con la que el inquilino se pudiera sentir reconocido”.
La fachada del zócalo es un muro cortina de doble piel y despiece de paneles de vidrio cada 1,30 metros que bien permite la visión, o es opaca, dependiendo de las áreas situadas inmediatamente detrás. La piel interior de vidrio se aloja en el propio muro cortina de perfiles de aluminio anodizado. Estos perfiles se reducen y los paneles se limitan a una sola plancha metálica a su paso frente a los forjados de hormigón y mantienen de esta manera la misma distancia al plano exterior de fachada. Hacia el exterior, este cerramiento se reviste con una segunda piel de vidrio encolada sobre el marco de construcción de aluminio sólo en las zonas de visión. Por otro lado, en algunas zonas, el vidrio se sustituye por lamas verticales, también de vidrio, permitiendo la ventilación de los locales interiores. En el retranqueo que conduce a la entrada principal los paneles de fachada presentan una superficie exterior especial de acero inoxidable. La planta técnica, en el cuarto nivel, presenta un cerramiento abierto de lamas metálicas para permitir la ventilación interior combinada con partes opacas.
“Es una fachada muy modulada, muy organizada, regular y repetitiva y, a la vez, con cuerpos distintos, con un zócalo y un cuerpo articulado por encima. La malla del cuerpo superior protege del soleamiento y permite no renunciar al acristalamiento. El vuelo de los forjados permite no tener zonas opacas en la fachada”, indica el arquitecto de b720.
Una cobertura ‘sedosa’ como envolvente
Es precisamente esa malla protectora del cuerpo superior lo que confiere la identidad al edificio. La fachada de la torre es doble. La carpintería, alojada en la cara interior, se ancla de forjado a forjado, permitiendo la continuidad de la losa en voladizo – de hasta incluso cinco metros de longitud en algunos casos – para sujetar en su borde la segunda piel. Se trata de unos paneles de tejido metálico de acero inoxidable que actúan de protección solar perimetral (con un coeficiente de sombra del 50%) para el interior del edificio y que a la vez otorgan ligereza al conjunto del edificio. Un cuarto de estos paneles presenta unas estampaciones en forma de esfera de noventa centímetros de diámetro realizado mediante embutición.
“Jugamos con la pantalla protectora –explica Fermín Vázquez- para moldearla plásticamente, teniendo en cuenta también lo ajustado del presupuesto. El logotipo de Indra tenía unos círculos o esferas que nos inspiraron. Concebimos una especie de cobertura sedosa que envolvía todo el cuerpo superior del edificio, que tenía como motivo como los topos de un pañuelo. Al ser una compañía tecnológica, también queríamos jugar con el lenguaje digital de ceros y unos y el de un supuesto símbolo de ‘On/Off’. Para desarrollar la idea contamos con la colaboración de un industrial potente que nos daba la capacidad de resolver todos estos desarrollos, Talleres Inox. Estuvimos investigando para ver cómo podíamos hacer esta embutición en la malla, cómo sostenerla. Yo quería unas líneas muy limpias, estilizadas, casi como tiradas con tiralíneas. Esta idea también se reflejaba en el zócalo, pero de manera inversa. Ahí, el entramado se forma con una línea delgadísima brillante con un canto de acero inoxidable. En el zócalo la malla metálica queda detrás, en el interior, y proporciona mayor intimidad. En cambio, en el cuerpo superior va por fuera y se convierte en la envolvente”.
Fue una manera económica y eficaz de conseguir reducir la cantidad de radiación incidente sobre la fachada sin renunciar a grandes fachadas acristaladas transparentes. Asimismo, el proceso de embutición, tras investigar y hacer algunas pruebas también se pudo de hacer de una manera económica. “Teníamos la posibilidad de que el detalle ornamental se dispusiera en cuatro posiciones en las piezas de la malla. Éstas se colocan en dos posiciones, combinándose hacia dentro y hacia fuera. Con todas estas opciones teníamos suficiente movimiento para realizar todo el ejercicio ornamental. El resultado ha sido bueno y nosotros estamos muy satisfechos. El edificio llegó a ser finalista de los Premios FAD en 2007, en categoría de edificios de oficinas, y ha sido publicado internacionalmente”, afirma Fermín Vázquez.
Todos los módulos opacos de fachada llevan el vidrio exterior pegado a un premarco interior de tal forma que pueda ser retirado por razones de mantenimiento.
El edificio llegó a ser finalista de los Premios FAD en 2007, en categoría de edificios de oficinas. Foto: Adrià Goula.
Innovación en el uso de mallas metálicas en fachadas
En el momento en que se diseñó y construyó el edificio Indra de Barcelona, no era muy común el uso de mallas metálicas como envolvente de edificios, por lo que se podría hablar que b720 abrió un camino de innovación arquitectónica: “Creo que Dominique Perrault ya había empezado a usar estas mallas metálicas, de alguna manera más arquitectónica. Quizás sí era menos frecuente, aunque al resultar más económico que otras soluciones, su uso en este tipo de aplicaciones empezaba a estar más extendido. Nosotros utilizamos una malla muy tradicional. Estudiamos cuál era la celosía capaz de apantallar el sol y luego estuvimos graduando el nivel de graduación necesario para poder reducir lo suficiente las prestaciones del vidrio interior y así rebajar el coste de la fachada. Estuvimos jugando en ese equilibrio para conseguir un volumen más abstracto, más legible en la distancia como un objeto reconocible con el que la compañía pudiera sentirse identificada”.
Fermín Vázquez defiende el uso de materiales ligeros como definitorios de la arquitectura contemporánea, teniendo en cuenta además su reciclabilidad: “Los materiales ligeros son los contemporáneos. Sería bueno asociar también la idea de ligereza a la reciclabilidad de los materiales, no necesariamente desechables. Ahí hay una frontera peligrosa. Existen dos ideas, la de arquitectura ligera y la de una arquitectura más pesada, con elementos pesados y más durables también por su propia reutilización en masa. Ahora estamos trabajando en Madrid en un proyecto con piedra. Entre estos dos extremos de la arquitectura, la malla metálica nos permite saber cuál es el material mínimo con el que poder alcanzar nuestros objetivos”.
Sencillo mantenimiento
Tras casi diez años de funcionamiento, las soluciones empleadas en las fachadas y envolvente del edificio han demostrado su eficacia, ya que hasta el momento no ha surgido ningún tipo de problema a lo largo de su vida útil. Incluso, la limpieza y la exposición de la envolvente a los agentes externos no han supuesto ningún inconveniente. “Toda la fachada es accesible, y permite un mantenimiento exterior, que incluso está contemplado en el propio libro del edificio”, corrobora el arquitecto. “Todo edificio acristalado –añade- está pensado para tener una buena visibilidad. Y la limpieza de estos edificios tiene también un coste. En este caso habíamos anticipado que la malla tendería a perder algo de su brillo, a matizarse mucho. De hecho, alguien en el equipo decía que los edificios con malla acaban teniendo un aspecto empolvado y es algo que sopesamos. Mi idea inicial era que el edificio tuviera un aspecto dorado, pero eso suponía problemas de sobrecoste, de tiempo de ejecución y la idea tampoco acababa de gustar a la propiedad. Pero la elección final también fue acertada. La tonalidad más grisácea que va adquiriendo con el paso del tiempo ayuda también a matizar los brillos, porque al principio cuando el sol incidía de cierta manera parecía, incluso, que brillaba demasiado. Hoy, sin embargo, sigue brillando. Ya desde el principio pensamos que el edificio cambiaría mucho de aspecto, de la noche al día, de la mañana a la tarde, con cielo nublado o despejado. Y eso sigue ocurriendo”.
A pesar de lo acertado de la propuesta desde el exterior, también hay que pensar en cómo se relaciona la fachada con el interior, cómo conviven los usuarios con la misma, qué beneficios encuentran en ella y cómo mejora sus vidas en su entorno laboral. Fermín Vázquez, en este sentido afirma que, “parte de la razón por la que parecía interesante envolver todo el edificio en una malla protectora se debía a la intención de que fuera tan transparente como fuera posible. En realidad, es una caja transparente, una fachada totalmente de vidrio, prácticamente sin más. Un aspecto interesante desde el interior del edificio -y tiene que ver con este ‘pañuelo’ que envuelve la fachada- es que, sobre todo con la luz exterior diurna, la percepción de las mallas tiende a desaparecer. La embutición ayuda a que la malla no desaparezca del todo. Gracias a sus deformaciones, ésta parece flotar en el aire. En escorzo, desde ciertos puntos, se aprecia como una sombra circular que flota delante del paisaje del observador. Esta sombra flotando proporciona cierta elegancia y en escorzo hasta es posible apreciar la sucesión de varias”.
La creación de un barrio nuevo, como es el caso de 22@, con unos objetivos tan claros de alojar en sus límites el desarrollo tecnológico de empresas y organismos, provoca que su arquitectura se pueda convertir en una exhibición particular de creatividad, a veces en detrimento de la idea de barrio. Fermín Vázquez ha trabajado en esta zona, con varias obras que llevan su huella y corrobora esta impresión, aunque confía en que el paso del tiempo ponga contribuya a afianzar la conciencia de barrio: “Sí, sin duda. Hemos vivido todos la evolución del barrio y en parte es así. Pero mucho más importante que el aspecto visual de las fachadas, son las personas. Estos edificios están siendo utilizados. Supongo que en el futuro, como ocurre con muchos de estos desarrollos de barrios nuevos, su desarrollo se verá como la búsqueda de una imagen o una intención concreta. Este barrio nació con la idea de acoger a empresas y entidades centradas en la investigación tecnológica digital. Algo de eso hay en su arquitectura y así se verá en el futuro. Es bueno que se incentive la investigación en la arquitectura, el estímulo por crear soluciones innovadoras e, incluso, provocadoras. A algunos es lo que, hasta cierto punto, nos motiva. Y también hay clientes que buscan esto, que no se conforman con resoluciones estándar o más trilladas. La cuestión es que te exijan”.
Joan-Lluís Zamora, a la izquierda, y Fermín Vázquez, arquitecto, ante el edificio Indra. Foto: José Luis París.