La tecnología al servicio de la química
Los laboratorios son el germen de la industria química española, un sector que aglutina a más de 3.500 empresas, con una facturación anual de 51.000 millones de euros, y que genera el 10% del Producto Interior Bruto. La Federación Empresarial de la Industria Química Española (Feique) además asegura que este sector es el segundo mayor exportador de la economía española, y el primer inversor en I+D+i y protección del medio ambiente. De ahí la importancia de la investigación que se lleva a cabo en los laboratorios y la aplicación de los avances tecnológicos a las técnicas y materiales habituales de manipulación y tratamiento de productos químicos, aplicables a diferentes industrias.
De una manera más concreta, el trabajo en un laboratorio comienza por conocer desde el mínimo elemento, como unas pinzas, hasta las últimas novedades del mercado en microscopios. Pero como dice el profesor, Jaime Ruíz, a un laboratorio no se puede entrar sin una bata, unas gafas de protección, un rotulador de vidrio, calculadora y una libreta para anotaciones. Tras esta recomendación, la lista de elementos a conocer en un espacio de tratamiento de productos químicos es bastante extensa y cada vez más, debido a las mejoras de materiales, como el vidrio, que perfecciona sus condiciones para resistir los cambios bruscos de temperatura.
Evolución tecnológica
Espectrofotómetros, colorímetros, balanzas, centrífugas, baños, agitadores y, por supuesto, microscopios son algunos de los aparatos más utilizados en un laboratorio y que la tecnología ha permitido avanzar hasta conseguir que las mediciones, pesados y calibraciones sean precisas y procesables en ordenadores que calculan las variaciones y errores de cálculo invisibles al ojo humano. El microscopio es uno de los elementos de laboratorio que más ha evolucionado, mejorando la capacidad de aumentos y contrastes. Así encontramos el microscopio de fluorescencia trabaja con una luz ultravioleta que permite un mayor acercamiento a estructuras teñidas. Variantes de éste son los microscopios de campo oscuro, el microscopio confocal, el de luz ultravioleta simple y el de contraste de fase, que juegan con la longitud de onda para captar mejor las estructuras.
Respecto a los electrónicos, básicamente se dividen en dos tipos: de transmisión, con un cañón de electrones, lentes magnéticas, un sistema de vacío y una fuente de tungsteno. Con esto el aumento que consigue puede llegar hasta el millón. El otro es el microscopio de barrido. Tiene menor aumento que el de transmisión y permite una visión más clara de las estructuras en cuanto a textura, casi como si se tratara de tres dimensiones.
Los baños de ultrasonido con o sin calefacción y termostáticos analógicos o digitales son algunos de los imprescindibles, porque si tan importante es la seguridad en el manejo de los productos con elementos como los bornes, pinzas de Hoftman, Mohr o para cápsulas de porcelana o vidrio, la limpieza de todos los materiales es un paso obligatorio después de cada manipulación para evitar contaminaciones. Para asegurar la correcta esterilización y buen manejo de los elementos del laboratorio, los controles de calidad son claves para actuar conforme a las exigencias y las buenas maneras en el laboratorio, recogidas además en numerosas compilaciones de normas de seguridad e higiene a cumplir por los laboratorios del tipo que sean. Entre los elementos exigidos destacan los lavaojos, ya sean de PVC o de acero inoxidable.
Muchos de los aparatos que normalmente ya se utilizaban en un laboratorio han evolucionado y algunos que eran mecánicos han pasado a tener versiones digitales. Algunos ejemplos son el viscosímetro o el polarímetro, además de las balanzas analíticas y de precisión que llegan a medir una sensibilidad de 0,0001 gramos e incluso están dotadas de bluetooth y puerto USB.