Huerta de Albalá: una familia, tres valores, un vino
La provincia de Cádiz tiene mucho que decir en lo que a vinos tintos se refiere, y así lo demuestra la bodega Huerta de Albalá. Con el objetivo de elaborar vinos de terruño singular, elegantes pero potentes, con un color intenso y un sabor puro, la bodega nació en el año 2000 gracias a la ilusión de su fundador, quien estaba convencido de que Cádiz es mucho más que Jerez.
¿Cómo nace Huerta de Albalá? El valenciano Vicente Taberner, su presidente y fundador, lo tiene claro: “Un día tuvimos la ilusión de una Andalucía de los grandes tintos, la voluntad de llevar a cabo un proyecto para demostrar que era posible y la constancia para conseguir hacerlo realidad. Lo importante de nuestro camino no es el destino sino las experiencias vividas hasta alcanzarlo. Así nacieron los vinos de Huerta de Albalá”. Y es que para Taberner, sus vinos “encierran la pasión y los sueños de todas las personas que vivimos y trabajamos para conseguir uno de los mejores tintos de España”.
El presidente adquirió la finca y sus terrenos, de más de 2.000 años de historia, para iniciar un proyecto basado en la pasión por el vino que se enmarca en la IGP Vino de la Tierra de Cádiz. Su primer vino fue Taberner, un tinto de gama alta, al que siguió Taberner Nº1, el producto más exclusivo de la firma. Actualmente, la bodega ya tiene en el mercado 12 referencias propias entre las que encontramos vinos tintos, blancos y rosados.
Andalucía, la tierra que vio nacer a Huerta de Albalá
La bodega, ubicada en Arcos de la Frontera (Cádiz), se encuentra a una altitud de 150 metros y cuenta con una finca de suaves laderas que se extienden sobre 91 hectáreas de viñedo en las que se plantan 275.000 cepas de las variedades Syrah, Merlot, Cabernet Sauvugnon y Tintilla de Rota, variedad autóctona de la zona. Además, en el Pago de Balbaina (Jerez de la Frontera), la bodega tiene 160 hectáreas más de Chardonnay.
Todas estas cepas crecen en un microclima generado por la proximidad del pantano de Bornos y la Sierra de Grazamela, así como en diferentes tipos de suelos.
Un momento de la vendimia, a mano y con esfuerzo.
La bodega, el hogar de los vinos
La bodega, de 4.600 metros cuadrados, es un modelo de armonía entre el edificio y el paisaje ya que se integra en su entorno. El edificio, al puro estilo ‘chateau’ francés mezclado con un aire de cortijo andaluz, logra aunar modernidad y tradición gracias a las nuevas tecnologías y medios de producción de última generación, que se combinan con las técnicas de vinificación artesanales.
La bodega gravitacionas cuenta con dos dependencias. La primera, destinada a la producción de su vino Barbazul, está provista con depósitos de acero inoxidable. La segunda está dedicada a los vinos Taberner y Taberner Nº1, donde se encuentran tinos troncocónicos de 5.000 litros de roble francés Allier.
Bajo la bodega se alojan 1.200 barricas también de roble francés Allier, “procedentes de las mejores tonelerías francesas, seleccionadas tras años de investigación sobre la reacción del vino a robles de distinta procedencia”, indican desde la bodega.