Las necesidades hídricas de la vid
26 de enero de 2010
Las necesidades hídricas en la vid aumentan desde la brotación hasta el mes de enero, disminuyendo desde ese momento y hasta su recolección. Un exceso de humedad en la época de floración puede dar lugar a un exceso de vigor que puede causar deficiencias en el cuajado de los frutos, provocando su corrimiento. De la misma forma, un exceso de agua durante el crecimiento retrasa el envero y, por lo tanto, el inicio de la maduración. También, un exceso de humedad pasado el envero aumenta el tamaño de los granos, pero los hace acuosos, pobres en azúcar y más ricos en ácidos, retrasando su maduración.
Número de riegos y cantidad de agua precisada
Por un lado, las plantas jóvenes, con un sistema radicular poco extenso, se deben regar mucho más a menudo que las completamente desarrolladas. Igualmente viñedos con el sistema radicular dañado por hongos, insectos, nemátodos, etc., deben ser regados con mayor frecuencia, para compensar la disminución de la capacidad de absorción de las plantas.
La frecuencia de riego también dependerá de la etapa en que se encuentre la planta. La falta de agua durante la formación y maduración de los frutos reduce el tamaño de las bayas. Por el contrario, si los riegos son muy frecuentes o excesivos al aproximarse la vendimia, pueden retrasar la maduración de las bayas o incrementar la compactación de racimos, favoreciendo con ello su pérdida de calidad, y la pudrición de los mismos por ataques de hongos. También los riegos demasiado fuertes después de períodos de sequía pueden ocasionar el rajado de las bayas. Normalmente se registran bajas producciones cuando se llega al punto de marchitamiento, o cuando el exceso de agua supera el umbral óptimo.
Sistemas de riego y sus condicionantes
Se ha de tener en cuenta una serie de factores a la hora de elegir el sistema de riego correcto. Entre ellos, uno de los más importantes es el climático, ya que dependerá mucho de la temperatura, de la humedad relativa del aire, de si se trata de una zona con vientos, heladas primaverales, evapotranspiración, etc. También el tipo de suelo juega su papel: profundidad, textura, permeabilidad e infiltración, así como la topografía del terreno. Y no se ha de olvidar el sistema de plantación y la técnica de cultivo empleada. Se debe utilizar un sistema de riego diferente según la disposición, densidad, sistemas de plantación, de poda, de mantenimiento del suelo y de fertilización, así como tratamiento fitosanitario de la viña.
El mejor sistema será siempre, y en ello están de acuerdo todos los especialistas, aquel que aplique el agua con un bajo coste económico y de energía, y con una mayor eficiencia de riego.
Descartando directamente el riego por aspersión, planteamos cuatro tipo de sistemas que son los más utilizados en nuestro país:
- Riego a manta: Se trata del sistema más barato, pero requiere una buena nivelación del terreno. Además, necesita de un gran caudal de agua instantáneo. La uniformidad del reparto de agua de riego no alcanza el 70%.
- Riego localizado de alta frecuencia: Consiste en aplicar el agua de riego en pequeñas dosis, de forma muy frecuente, en un volumen muy reducido y en cantidades suficientes para satisfacer las necesidades hídricas de la cepa.
- Riego por goteo: Es el que se está implantando cada vez más y el que da los mejores resultados. Posee la gran ventaja de que se puede automatizar totalmente. En general, es suficiente con dos goteros por cepa, colocados a 15 centímetros de la misma, aunque ello depende del desarrollo de la misma y de la permeabilidad del suelo. La presión de trabajo de los goteros suele ser de dos bares y su caudal normal es de 4 litros por hora.
La principal ventaja estriba en que permite el riego en terrenos con topografía irregular o en suelos con permeabilidad inadecuada. Básicamente, con este sistema se ahorra una gran cantidad de agua; se alcanza una eficacia en el riego de hasta un 80% y se puede dosificar mejor el agua de riego aplicada, existiendo la posibilidad de aplicar, de forma fraccionada, los abonos por fertirrigación. Este sistema permite además una facilidad de acceso y movimiento a la maquinaria en la plantación, todo lo contrario que en el riego a manta.
En el apartado de los inconvenientes, sólo podemos apuntar el riesgo de taponamiento de los goteros, lo que puede hacer bajar la uniformidad de reparto del agua de riego. Además también puede producirse una excesiva localización del bulbo húmedo, sobre todo en terrenos muy sueltos o arenosos.
- Riego por goteo subterráneo: Es un tipo de riego por goteo en el que los laterales porta-emisores están enterrados en el suelo a una determinada profundidad, entre 5 y 50 centímetros. La instalación debe realizarse en el centro de la calle, para que el bulbo húmedo moje las raíces de dos filas de plantas. Siempre se trabaja con tuberías cuyo gotero se integra en el interior de las mismas, aunque se pueden emplear goteros pinchados. Ha de ser un gotero fiable, de la máxima calidad, y con un diseño específico que le haga resistente a las obstrucciones por deposición de partículas en el laberinto del mismo.
Entre las ventajas están prácticamente las mismas que en el riego por goteo aéreo, aunque en cuanto a los inconvenientes hemos de sumar la dificultad para localizar fugas y averías y el peligro que en zonas de poca lluvia se puedan acumular sales en la superficie que perjudiquen la germinación del cultivo siguiente.