"El Priorat es de las pocas zonas del mundo que permite catar uno de sus vinos y reconocer su origen, solo con el aroma ya te transporta"

Los viñedos del Priorat tienen más de 2.000 años de historia y eso se siente cuando los visitas. En la década de los 80, un grupo de entusiastas inspirados se enamoró de la zona y vio el potencial para producir muy buenos vinos. Entre ellos estaba Christopher Cannan, quien abrió la lata de la exportación y ayudó a que hoy en día haya más de 2.000 hectáreas en producción y alrededor de un centenar de bodegas estén enviando sus vinos a todo el mundo. De todo ello hablamos con su sucesora y actual responsable de Clos Figueres, su hija Anne Josephine Cannan.

Cuando mi padre empezó prácticamente nadie conocía la zona. En aquellos momentos Priorat vendía mucho vino a granel y todavía no se embotellaba vino de calidad, algo que empezó a hacerse en la década de 1990. Mi padre decidió empezar a presentar varios vinos a periodistas para intentar poner el Priorat en el mapa… Y parece que lo consiguió y puso la primera piedra para que hoy en día se conozca el Priorat como una región de vinos de alta calidad, como una apuesta segura.

Anne Cannan, manager de Clos Figueres. Foto: Rafael López-Monné.

El paisaje. Se enamoró por completo de lo que vio y, además, creía en su potencial de crecimiento. También es cierto que cuando llegó todavía era una zona bastante económica y eso ayudó.

Somos la única bodega que tiene tres habitaciones, restaurante, jardín y una apuesta total por el enoturismo. Somos diferentes a la mayoría de bodegas porque ofrecemos una experiencia completa en el Priorat.

Ha sido un crecimiento lento, una evolución constante pero hecha poco a poco. Empezamos únicamente haciendo vino, luego tuvimos la oportunidad de comprar otra parte del edificio y embarcarnos en la aventura del restaurante y la tienda… Eso nos ayudó a iniciarnos con el proyecto del enoturismo y, finalmente, dos años más tarde, pudimos construir las habitaciones. De hecho, actualmente, todo aquel que venga a dormir a Clos Figueres tiene incluida una visita completa a la bodega.

Clos Figueras posee un viñedo excelente, con el clásico ‘llicorella’, en la famosa zona de Gratallops de la Denominación de Origen Priorat. Foto: Rafael López-Monné.

Sí, lo hacemos desde el principio. Practicar viticultura ecológica es muy fácil en el Priorat porque, entre otras ventajas, no tenemos mucha humedad. Esto hace que no sea necesario el uso de fitosanitarios, pesticidas, etc., por lo que hace lógica la práctica de una viticultura más respetuosa con el suelo. Aunque no tengamos certificación ecológica en los vinos, sí lo tenemos en la finca. Para nosotros no es solo viticultura, es una forma de vivir.

Me parece fenomenal que cada uno practique el sistema con el que mejor se sienta. Para gustos, colores. A nivel personal no es que sea una gran fan de los sulfitos, pero cuando un vino es natural siento que pierde su localización. Me resulta muy difícil saber de dónde viene un vino natural, los siento más parecidos y me cuesta encontrar su origen… Pero es posible que sea solo un problema mío, no quiero generalizar. De todas formas, creo que existen vinos naturales, biodinámicos u orgánicos de grandísima calidad.

Tenemos un suelo y un clima muy especiales. Los terrenos empinados, la pizarra en la tierra, la meteorología… Incluso entre el Montsant y el Priorat, que están prácticamente pegados, todo es diferente y es algo que no se entiende hasta que se visita personalmente y se ve.

Creo que Priorat es de las pocas zonas del mundo que permite catar uno de sus vinos y reconocer su origen, solo con el aroma ya te transporta. Es algo que también pasa con vinos de Sicilia, de la Mosela alemana o de Canarias gracias a sus suelos volcánicos.

La propiedad fue adquirida en octubre de 1997 por Charlotte y Christopher Cannan -padres de Anne Cannan- por recomendación de René Barbier. Foto: Rafael López-Monné.

Fuimos de los primeros en plantar y por eso, además de la Garnacha y la Cariñena, tenemos Syrah y Cavernet Sauvignon. También tenemos una pequeña plantación de Viognier y de Chenin blanc, esta última nos ayuda a darle la acidez que le falta a la Viognier, que es una variedad muy redonda, muy amplia y muy afrutada pero a la que le falta ese toque de acidez. Por último, también tenemos una pequeñita plantación de Monastrell que no podemos comercializar al no estar autorizada por la DO Priorat.

De entre todas estas variedades, la Garnacha y la Syrah son las que mejores resultados nos están dando. Aún así, todo depende de las añadas. Hemos tenido años excelentes de Cavernet Sauvignon, pero la Garnacha y la Cariñena son las más estables y las que mejor funcionan en general.

Sí, me gustaría mucho avanzar con la Monastrell. Hay documentos que certifican que hace años ya se trabajaba con Monastrell en el Priorat, aunque la DO actualmente no lo autorice.

Siempre intentamos probar cosas nuevas para divertirnos. Nos lo pasamos bien haciendo pruebas, pero tampoco podemos arriesgar demasiado porque vivimos de nuestro vino y debemos cumplir con nuestros clientes. Por ello, vamos haciendo pequeños cambios que no son demasiado detectables de una añada a otra.

Por supuesto. Para mi el trabajo del enólogo no es solamente científico, es también algo artístico. Al final, haces el vino que te gusta a ti y reflejas tu forma de ser: si eres una persona valiente y fuerte, puedes plasmarlo en tus creaciones con vinos contundentes. O al revés, puedes buscar algo totalmente diferente a lo que tu eres y ahí reside la magia de esta profesión.

Qué pregunta tan difícil… Para mí, cada vino es como un hijo y me resulta muy complicado escoger uno por delante de otro porque todos tienen algo bonito detrás. Tal vez te diría el Serras del Priorat por ser el vino con el que empecé hace más de 10 años. Quise hacer algo más afrutado para romper con los estereotipos que tenía la gente sobre el Priorat, que por aquel entonces eran vinos muy potentes y con mucha barrica y mucha extracción. Quise llevar la contraria y, por ello, Serras del Priorat ha sido siempre como el vino rebelde y podríamos decir que le tengo un cariño especial.

El viñedo posse unas magníficas vistas hacia el valle del río Ebro y las montañas del bajo Aragón. Foto: Rafael López-Monné

Lo más importante para mi es el equilibrio y que represente su zona. Cuando elaboro vinos quiero que sean muy equilibrados y que, al beberlos, sepas de dónde viene, que tenga tipicidad y sea elegante.

Es complicado… Supuestamente debería ser así, pero creo que no es tan fácil. Hay muchos concursos en los que es difícil participar, ya sea por su coste o por otras circunstancias, o tal vez ya tienes toda la producción vendida y no necesitas estar ahí… Hay muchos factores que interfieren. En el caso de las catas de los críticos, al fin y al cabo es el gusto de esa persona. Si no eres muy entendido en vinos puede guiarte su opinión, pero nunca hay que olvidar que el mejor vino es el que te gusta a ti y no el que elige otro.

Por eso creo que es importante la función de los comunicadores de todo tipo que acercan el mundo del vino al consumidor, porque realmente creo que es un sector que interesa. El vino puede ser un mundo un poco chapado a la antigua y necesitamos llegar al público final. Asimismo, creo que se nos machaca mucho por ser una bebida alcohólica pero es que somos algo más, no solo alcohol. El vino es cultura, hay un trabajo y una tradición detrás preciosa que necesitamos mantener y comunicar. España ha sido un país tradicionalmente de vino a granel y el paso al embotellado ha costado, por lo que todavía no se acaba de ver como un elemento cultural. Pero lo es, 100%. Y debemos decirlo y potenciarlo ya sea a través de las tiendas, de las bodegas, de la presencia en festivales, en actos… Debemos hacernos visibles y olvidarnos del tabú.

Porque el trabajo que hay detrás no es el mismo. No podemos comparar lo que cuesta hacer una cerveza –que en uno días la tienes– con lo que cuesta hacer una botella de vino, por lo que el precio no puede ser el mismo. Para hacer vino es necesario tiempo… Como mínimo hablamos de un año de trabajo para cumplir con el ciclo vegetativo de la planta y eso debe recompensarse.

Todavía no. Siempre ha habido mujeres en el mundo del vino, ya sea vendimiando, seleccionando uvas, en el laboratorio, en la bodega… Pero nunca teníamos la visibilidad que nos merecíamos. De aquí nació el proyecto de Las Mujeres del Vino. Formo parte de este sector desde muy pequeña, he pasado por muchos trabajos y siempre he visto mucho hombre al mando. Afortunadamente, poco a poco he vivido como ha ido creciendo la presencia de mujeres en varios departamentos pero necesitamos más. Los que toman las decisiones o tienes voces respetadas siguen siendo, en su mayoría, hombres. Y cuando son mujeres, siempre son más o menos las mismas. Esto tiene que cambiar y creo que, aunque despacio, lo estamos consiguiendo.

El coupage final, con las variedades de uva diferentes, lo eligen Anne-Joséphine y Christopher Cannan con el asesoramiento de Alain Graillot (reconocido internacionalmente por sus vinos crozes-hermitage que elabora al norte del Valle del Ródano). Foto: Rafael López-Monné.

En Clos Figueres queremos volver a los niveles de 2019, tanto en ventas como en enoturismo. Nosotros producimos unas 35.000 botellas, somos muy pequeños, pero conseguimos que 7.000 personas nos visitaran al año. Eso nos ayuda a transmitir la cultura del vino de calidad, a acercar este mundo a la gente… Algo muy motivador que hemos sacado de toda esta pandemia ha sido la visita de gente local a nuestra bodega. Antes venía mucho extranjero, pero tanto en 2020 como en 2021 hemos recibido a mucho catalán, debido a las restricciones de movilidad, y absolutamente todos se han sorprendido de lo que han visto. A veces no somos conscientes de las maravillas que tenemos cerca de casa…