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El vino se brinda a la mujer

Nina Jareño16/07/2019
¿Es el vino un mundo de hombres? Lo era, pero ya no. El vino ha dejado de entender de géneros, ni en consumo ni en profesión. La mujer siempre ha estado ahí, antes detrás de las cámaras, pero ahora ya está delante. Y así nos lo demuestran estas 6 mujeres que simbolizan el éxito de un movimiento personal que se ha convertido en causa común. Pero antes de hablar con ellas, os las presentamos -por si hay algún despistado a quien todavía no le suenan estos grandes nombres-. El vino es de todos, y ellas lo saben.
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Cristina Alcalá: Licenciada en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid, posgraduada en Investigación de Mercados, Máster en Enología y Viticultura por la ETSI Agrónomos de Madrid y diplomada como sumiller por la Cámara de Comercio de Madrid. Fue Secretaria-Gerente del Consejo Regulador de la DO Ribeiro y antes dirigió medios de comunicación especializados (las revistas 5 Senses Wine y Vinum-MiVino). Cristina es jurado de cata profesional nacional e internacional, ha escrito dos libros y ha recibido varios reconocimientos, entre ellos, el Premio Mirador del Vino 2015 a la mejor trayectoria profesional.

Almudena Alberca: La primer mujer española Master of Wine. Directora Técnica de Bodegas Viña Mayor, y con más de 15 años de experiencia en la elaboración de vinos, es Licenciada en Enología y Especialista Universitaria en Viticultura. Además, cuenta con el título de Ingeniería Técnica Agrícola. Almudena es la primera mujer de nuestro país en obtener el certificado que otorga el Instituto de Masters of Wine en Reino Unido, que representa el máximo conocimiento y excelencia en el mundo del vino. Hay tan solo 380 Masters of Wine en todo el mundo, entre ellos 131 mujeres.

Meritxell Falgueras: Se describe como una viña joven que creció en el Celler de Gelida (Barcelona) a la que han podado estudios de sumillería y humanidades. Con un máster en Viticultura y Marketing, actualmente está haciendo el doctorado en Comunicación, investigando sobre el papel del lenguaje en la cata de vinos. Es miembro de la Academia Catalana de Gastronomía, jurado en concursos internacionales y profesora en cursos oficiales de sumilleres y catas. Con 20 años se convirtió en la sumiller más joven de España y a los 25, se alzó con la Nariz de Oro a la joven promesa. Ha escrito libros, colabora en programas de televisión y radio, presenta eventos… Es una todoterreno del sector.

Mª José López de Heredia: Propietaria de R. López de Heredia - Viña Tondonia. O como le gusta describirse a ella, biznieta de los fundadores. Con más de 140 años de historia, esta bodega de la mítica ciudad de Haro, capital de La Rioja Alta, nació en 1877 y siempre ha estado bajo el mando de la familia López de Heredia. Mª José se ha ganado el respeto de todos y se ha convertido en una de las voces más importantes del panorama vitivinícola español.

Mª José Huertas: Sumiller desde hace 18 años de La Terraza del Casino de Madrid, restaurante del Grupo NH que dirige el chef Paco Roncero y que cuenta con 2 estrellas Michelin. Estudió Ingeniería Agrícola en la Universidad Politécnica de Madrid, en la especialidad de Industrias Agroalimentarias. Tras dos años consecutivos realizando una estancia en El Bulli, estudió el Curso de Sumiller en la Cámara de Comercio de Madrid y quedó primera de su promoción. Desde entonces, conoce La Terraza del Casino como la palma de su mano.

Ruth Troyano: Licenciada en Periodismo, esta comunicadora catalana cuenta con el Curso de Sumiller Profesional de la Universitat Rovira i Virgili y un Máster en Planificación y Gestión de Tursimo Enológico, Enotursimo. Experta en redes sociales, Ruth tiene una amplia experiencia en medios y gabinetes de comunicación enfocados al sector enoturístico y ha recibido varios premios, como el primer puesto en el III Concurso BlocDOCat de la DO Catalunya.

Una revolución silenciosa

Todos merecemos las mismas oportunidades, da igual nuestro género. Parece una afirmación obvia, ¿verdad? Pues no lo es. Hasta hace 30 años prácticamente no había enólogas en las bodegas de nuestro país; las sumillers empezaron a irrumpir hace 15 años; y las comunicadoras, también.

Las mujeres llegaron al mundo profesional en la década de los ‘70 con los aires de libertad y transformación social que implicó la transición. En el año 1977 solamente 4 millones de mujeres trabajaban; en 1999 se alcanzaron los 6,5 millones; y en 2018, el 54% de las estudiantes en la universidad fueron mujeres. Menudo cambio, ¿eh? Todo sería fantástico si no fuera porque las desigualdades en salarios y puestos de responsabilidad son más que comunes: una mujer tendría que trabajar 84 días más al año para ganar lo mismo que un hombre.

“Hemos tenido que luchar toda la vida por conquistar nuestro espacio -personal y profesional- en todos los ámbitos sociales. El sector del vino siempre ha estado muy acotado a lo masculino. El gran avance es que, en las dos últimas décadas, más mujeres hemos decido hacer del vino nuestra profesión y eso nos ha hecho más visibles, pero la revolución aún está pendiente”, afirma Cristina.

Pero no seamos pesimistas, porque “estamos en el buen camino”, nos dice Meritxell: “Estamos ante un cambio de era. He estado 5 años en el extranjero trabajando y estudiando y, antes de irme, recibía muchas críticas por mi tipo de comunicación, se me tachaba de superficial y me sentía muy atacada por mis propios colegas. Pero ahora que he vuelto, el discurso que usaba antes está de moda y estoy encantada. En esto consiste la evolución, creo que la antigua forma de trabajar y de hacer contactos ha terminado, estamos en otro momento y queremos otras cosas”.

Para la sumiller María José Huertas sí ha habido una revolución femenina que define como “silenciosa y, a la vez, a voz en grito”. Tanto en “la sala como en la sumillería, en las bodegas y viñedos, en prensa especializada…”. Coincide con ella Almudena, quien dice que más que una revolución silenciosa, “lo que ha pasado es que ahora la mujer se siente orgullosa y lo grita a los cuatro vientos”.

Ruth piensa que “la mujer siempre ha estado presente en el mundo del vino, el problema es que no ha sido visible, no ha tenido el reconocimiento que merecía y no ha podido liderar proyectos. Siempre ha estado en una posición discreta debido a nuestro sistema patriarcal. Cuando miras fotografías antiguas ves mujeres en las viñas, en las bodegas, haciendo tareas complementarias, dinamizando la economía familiar…”.

Concretamente, “esta revolución en los últimos tiempos se ha hecho evidente en lugares como las clases de enología, que ahora están llenas de mujeres”, asevera Ruth. Pero no solo ahí, sino que se han desarrollado iniciativas propias lideradas por mujeres que han marcado un antes y un después: “En el proyecto ‘Retratos del vino’ que desarrollo junto a la Universitat Rovira i Virgili, en el que elaboramos un ciclo de libros sobre enólogos que han estudiado en Tarragona, he podido encontrar e identificar mujeres muy poderosas, repartidas por todo el país y que están haciendo vino con un liderazgo muy sensitivo, muy cooperativo y con nuevas formas de pensar. Creo que ellas son la imagen que identifica este talento y este género femenino que trabaja el vino desde sus adentros y que está cambiando las cosas”.

Mª José López de Heredia tiene una visión más transversal: “¿Ha habido revolución? Sí y no. Sí en el sentido de que la mujer ha evolucionado en un sentido social, adaptándose a los tiempos en los que le ha tocado vivir, tanto en el sector del vino como en otros sectores. Y no, porque no creo que haya hecho nada fuera de lo normal sino incorporarse al mercado laboral. Si hablamos de revolución todavía hay mucho por hacer…”.

Y es precisamente uno de los terrenos en los que es especialista Mª José López de Heredia, la viña, el lugar donde las mujeres siempre han estado presentes, aunque no lo hayan hecho en primer plano: “Mano de obra de mujeres ha habido toda la vida, no solo en tiempo de vendimia sino para la poda verde, la espergura, el desniete… Son labores en las que las mujeres son muy habilidosas y eficientes. ¡Cuántas mujeres conozco que tienen viñedos en sus familias y han ido a picar piedra tanto como los hombres de la familia!”.

Entonces, ¿se trata de que las mujeres no han sido visibles por qué no han ‘querido’? “Lo que ocurre es que el trabajo en la viña es duro, dependes de las inclemencias climáticas y a muchas mujeres no les ha interesado sufrir si podían elegir… Lo mismo que a muchos hombres. En el caso de la viticultura, como parte de la agricultura, seguimos arrastrando un desprecio hacia el trabajo de campo -tanto hombres como mujeres- ya que los sueldos están por debajo de los que se cobra en bodega. Es algo que está cambiando poco a poco, pero tiene que continuar cambiando… Esto nos incrementará los costes generales y tendremos que conseguir que los consumidores aprecien ese trabajo activamente, pagando por vinos algo más caros. La igualdad y el respeto por el mundo agrícola nos costará a hombres y a mujeres y eso es lo que tenemos que tener claro y actuar con coherencia. No se puede cambiar una sociedad de la noche a la mañana. Hay que conocer por qué las cosas son como son y hay muchas circunstancias. En el pasado, en familias ‘bien’ se estudiaba y las mujeres no trabajaban, pero no era porque no quisieran. La realidad de hoy en día es la España vacía de la que tantos hablan. Hombres y mujeres prefieren ser urbanitas y no vivir en el campo o de él. Para apreciar el campo hay que conocerlo y sufrirlo y eso tiene que gustar… Sin duda hay mujeres a quienes les gusta, y mucho, que cogen el tractor como los hombres y llevan sus viñas”.

El reflejo de la sociedad

La mayoría de sectores profesionales reflejan lo que se vive en la calle y el del vino no iba a ser menos. ¿Hablamos hombres y mujeres de tú a tú a nivel profesional? “Claro que sí, otra cosa es el caso que te hagan o la repercusión que tengan tus ideas u opiniones. No hay duda de que las mujeres estamos obligadas a demostrar nuestra profesionalidad continuamente, llevemos 5, 10 o 15 años trabajando”, señala Cristina.

Mª José López de Heredia es más positiva y opina que “hablar de tú a tú es una cuestión de profesionalidad y no de sexo. Una mujer bien formada y apasionada por lo que hace puede hablar de tú a tú con un hombre en las mismas circunstancias. Si hay diferencia no es por ser hombre o mujer sino por estar a la altura o no”. Y lo mismo nos dice Almudena: “Por supuesto que hablamos de tú a tú. Son los distintos tipos de personas y personalidades las que marcan la diferencia en este sentido, no el sexo”.

Meritxell rebate a sus colegas y nos explica que el respeto le ha costado años de trabajo: “En España el sector me conoce y ahora he logrado un cierto reconocimiento, pero a nivel internacional las cosas son distintas. El mundo del vino es un poco clásico. Yo pertenezco a una familia que se ha dedicado al sector toda la vida y me he sentido mil veces cuestionada, ni me imagino las chicas que llegan sin haber formado parte de esto previamente…”.

Ruth se suma y afirma que “todas las mujeres nos enfrentamos día a día a micromachismos, ya sea en el uso del lenguaje o en la forma de tratarnos. Y ya no solamente es el hecho de ser mujer, sino por la edad. Recuerdo que en mis inicios notaba mucho este doble factor discriminatorio”.

Afortunadamente, Mª J. Huertas cree que en el sector de la sumillería las cosas son distintas: “Mi experiencia personal ha sido realmente buena. Tengo un trato estupendo con todos los sumilleres, ya sean chicos o chicas”.

¿Dónde están las mujeres que mandan?

Tras muchos años de estancamiento, en 2018 el número de mujeres en posiciones directivas creció 3 puntos porcentuales, alcanzando el 30%, según datos del estudio 'Women in Business 2019’ de la consultora Grant Thornton. El problema reside en la falta de implicación de la mayoría de empresas, que considera que contar con una estrategia de igualdad no es una prioridad.

“Es una evidencia que siempre hay más hombres en puestos directivos, en aquellos que generan redes de poder y toma de decisiones. Las redes que subyacen en las estructuras de poder son complejas de visualizar y de romper”, acentúa Cristina. Y es algo en lo que todas están de acuerdo. “En la sala hay más hombres, pero lo bueno es que ya a nadie le llama la atención encontrarse una mujer al mando de los vinos, comandando una mesa… Por lo que poco a poco vamos por el buen camino”, nos dice Mª J. Huertas.

Almudena es consciente de que la poca presencia de mujeres en puestos de responsabilidad “es una realidad que se puede percibir en todos los ámbitos laborales”, pero dice que se van notando diferencias: “El cambio sucederá paulatinamente, ya que podemos ver que cada vez hay mayor número de mujeres en puestos medios”.

Y es que si alguien puede hablar de responsabilidad es ella, la primera mujer Master of Wine de nuestro país. Almudena afirma sentirse muy orgullosa de todo su recorrido profesional y de haber conseguido superar las durísimas pruebas para obtener la titulación de Master of Wine: “No me cabe la menor duda de que si lo que he logrado y mi trayectoria no fueran muy buenas, no se hablaría de mí, fuera hombre o mujer. Me alegra que haya servido de inspiración a otras mujeres u hombres y que pueda valer como ejemplo de superación y lucha cuando quieres conseguir un reto en tu vida”.

Mª José López de Heredia afirma que lleva su trabajo de forma tan natural que no hace estadísticas, pero cree que ya hay muchas mujeres en puestos importantes: “Parándome a pensar mi vida de estos últimos tiempos, he estado en Girona con Vins i Licors Grau con Dolors Segarra al pie del cañón, en Londres con nuestros distribuidores -la prestigiosa firma Berry Bros & Rudd con una mujer como presidenta-, conozco directoras generales de distribuidoras, soy miembro de la Academia Riojana de Gastronomía y aunque el presidente es hombre, hay muchas mujeres académicas… Si leo las estadísticas esto no es así, pero es una cuestión de tiempo y no estoy a favor de que haya que poner a mujeres en puestos directivos para cumplir el expediente, sino porque quieren estar y porque se lo merecen y valen para ello, igual que debería ser en el caso de los hombres”, sentencia.

Pero, ¿cómo logramos que el número de mujeres aumente? “Hay que seguir trabajando y luchando contra situaciones injustas donde se vulneran los derechos de la mujer y no sólo en el sector del vino”. Por otra parte, “cada vez hay más mujeres liderando sus propios negocios. Al menos, te asegura cierta libertad e independencia de actuación”, dice Cristina.

Meritxell incide en que ella no vive la relación entre mujeres como una lucha, “pero sé que esto todavía ocurre en ciertos países. Creo que todas sumamos, que deberíamos admirarnos más”, a lo que Mª J. Huertas se muestra completamente a favor: “Como todas las batallas, mejor en equipo y no solo mujeres, tenemos que ir todos de la mano defendiendo esta igualdad, las mujeres solas lo tenemos más difícil”.

A favor está Ruth, que dice que “todas hemos entendido que estamos en el mismo barco y que queremos ser valoradas por lo que tenemos en la mente y por lo que somos capaces de crear con nuestro trabajo, y no por ser un símbolo o imagen estereotipado”. A esto se suma con cierta indignación Mª José López de Heredia, quien cree que “es lamentable que nos demos cuenta ahora de nuestro papel en el mundo. Mujeres despiertas ha habido siempre, lo que ha despertado es la sociedad y eso no significa mucho porque quizás de tanto hablar nos aburramos. ‘Obras son amores que no buenas razones’ nos repetía nuestro padre hasta la saciedad... Hay que actuar más, con coherencia, y hablar menos”.

En referencia a este despertar, Almudena cree que “todas las personas tienen cosas que aportar y ámbitos en los que son más especiales que otros seres humanos”, ya sean mujeres u hombres. “La clave es encontrar dónde tu aportación es máxima para sentirte reconfortado contigo mismo. En el caso concreto de las mujeres, el papel es esencial desde el minuto 0, ya que es un ser humano capaz de crear vida”.

En esta línea, Meritxell cree que la conciliación familiar es imprescindible para lograr una equidad real: “En ocasiones he priorizado mi trabajo a mi familia para buscar cierto respeto profesional, pero ha llegado un momento en que pongo por delante a mis hijos y a mi tiempo con ellos. Creo que deberíamos empezar a educarnos y a equilibrar el tiempo personal con el profesional, tanto hombres como mujeres, para dar valor a lo que realmente lo tiene”.

Ruth entiende que la mujer siempre ha dinamizado el mundo familiar y ahora lo está haciendo con el de la empresa: “Creo que nuestra irrupción ha aportado una nueva forma de ser y entender el sector, con una cultura organizativa nueva, menos piramidal y más respetuosa con las personas que forman los equipos, con una mirada más transversal y menos vertical de las bodegas. De todos modos, queda mucho camino por hacer y por consolidar. Eso sí, es un reto muy interesante e importante que debemos hacer entre todos”.

La importancia de hablar

Las situaciones de discriminación, por desgracia, suceden. Y de ello nos habla abiertamente Cristina: “Situaciones incómodas he vivido unas cuantas, nunca estás libre de ser discriminada. Llevo 20 años trabajando en el sector y la peor experiencia de mi vida fue el año pasado. Gané un juicio contra un consejo regulador en el que era gerente -puesto ganado en un proceso de selección externo-. La sentencia les condenó por vulneración de derechos fundamentales de la Constitución, ¡ni más ni menos! Estuve meses sufriendo represalias por informar sobre el hostigamiento y mobbing al que fui sometida de manera injustificada. Las pruebas pueden ser contundentes, pero no siempre se ganan los juicios, así que pienso en cuántas mujeres están o han estado en mi misma situación y, por lo que sea, han perdido un litigio…”.

Meritxell se adhiere con sinceridad y explica que ha vivido muchas situaciones embarazosas “y lo peor es que la que se sentía avergonzada era yo y nadie me defendía. Y antes no las decía, pero ahora ya sí. Llegó un momento en que me sentía incómoda en el sector del vino y no sabía por qué, hasta que empecé a hablar de las situaciones que había vivido, que no han sido fáciles, y me liberé. Hombres con la mano demasiado larga, comentarios fuera de lugar… En el momento en que alguien habla por primera vez, muchas otras le siguen. Y es lo que ha pasado en los últimos años”.

Cristina cree que con los testimonios de mujeres que se han atrevido a contar sus experiencias “se ha ganado más conciencia al respecto” pero también habla de mujeres que “no son del todo conscientes del contexto en que vivimos”. Para ella, luchar contra los machismos y micromachismos que tanto abundan en el sector del vino “es una responsabilidad colectiva”. Otra cosa más compleja es alzar la voz y no callarse: “Me pasó durante todo el proceso judicial que viví el año pasado. Algunas amigas del sector con las que hablaba me dijeron que habían sufrido acoso y su decisión había sido dejar el trabajo. Y es una opción respetable que entiendo porque son situaciones difíciles de demostrar, piensas en el qué dirán, en tu próximo trabajo, en los círculos de poder...Creo que lo importante es no callarse, porque así no se avanza”.

Y es, posiblemente, lo que le ha ocurrido a Mª J. Huertas, quien nos explica honestamente que no sabe si no ha vivido situaciones de discriminación o es que no se ha dado cuenta: “Puede ser que no haya sido consciente porque tengo compañeras que sí se han quejado a este respecto”.

Lo mismo le ha sucedido a Mª José López de Heredia, quien confirma que no ha sentido discriminación, pero sabe que sí sucede: “Quizás sea una mujer privilegiada porque me consta que existen estas discriminaciones y sí he conocido casos deplorables muy de cerca. Alguna vez he tenido el sentimiento de que no se me tomaba en consideración en alguna reunión más por ser mujer que por otra cosa, pero era en casos en que lo que decía no gustaba y entonces se mezcla todo un poco. Pero insisto en que tampoco me ha preocupado mucho este asunto. En mi fuero interno me siento igual y tengo bien claro que soy igual que cualquier otro profesional, actúen como actúen. Para mí quien discrimina queda peor que el que es discriminado. Es una cuestión de valores”.

Almudena navega en el mismo barco y confiesa: “He tenido mucha suerte en las empresas en las que he trabajado, siempre he trabajado duro y mi trabajo ha sido valorado y compensado. Las pequeñas incomodidades nunca las he enfocado como discriminatorias, las enfoco como situaciones a resolver y mejorar para poder avanzar lo más rápido posible”.

Cristina tiene claro el camino a seguir: “El mundo del vino no puede mantenerse por más tiempo al margen del discurso feminista. Se debería visibilizar las situaciones de desigualdad, potenciar el papel de la mujer en el sector…Hay que ser muy valiente para sumarse a una lucha que seguro va a traer consecuencias negativas a la mujer en el ámbito laboral, pero vale la pena sembrar, deseando que las próximas generaciones recojan el fruto de la igualdad”.

En este sentido, Mª José López de Heredia afirma con rotundidad que ser feminista es cometer el mismo error que ser machista: “No soy feminista. Creo profundamente en el ser humano como ente, independientemente de su sexo, y creo en valores superiores como la igualdad, la libertad, el respeto, la educación… Ningún extremo favorece la evolución a mejor. Se necesita también mucho amor y generosidad y eliminar prejuicios y complejos para crecer interiormente como individuos y, después, hacerlo exteriormente como sociedad. Nos desgastamos con tonterías como cierto lenguaje y no vamos al centro del problema. Nadie nos puede ofender si en nuestro fuero interno no nos sentimos ofendidos. Y también creo que se necesita sentido del humor, mucho sentido del humor. Los españoles somos tremendamente dramáticos y extremados, tanto los hombres como las mujeres”.

Una cuestión social, no de género

La lucha por la igualdad en el sector no debería ser una cuestión femenina, sino de todo aquel que trabaje o esté vinculado al vino: “Creo que en el sector el movimiento feminista se mira como algo necesario”, declara Mª J. Huertas, a lo que Cristina recalca que “a priori, defender la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer se entiende y se aprueba, pero sabemos que la realidad es otra. Pienso que los hombres deben tomar conciencia de su posición en sus relaciones personales y profesionales. Y ponerla en práctica. Salir de la zona de confort no siempre gusta”.

Almudena opina que el papel del hombre debe ser el mismo que el de las mujeres, sin diferencias, y no cree que el movimiento femenino se mire con recelo, pero con sorpresa seguro que sí: “Sólo habría que imaginar la situación contraria, ¿qué pensarías tú?”, se pregunta.

Meritxell sigue la misma línea de concienciación y añade que “las mujeres, incluso teniendo éxito, agradecemos a nuestros padres, maridos, abuelos… Les damos a ellos protagonismo, y no veo que, en general, los hombres lo hagan. Tal vez si tú has podido dedicar tanto tiempo a tu bodega es porque tu mujer se ha encargado de cuidar y estar con tus hijos. Y me parece de gran importancia ese reconocimiento. Además, creo que todos tenemos un problema de micromachismos, incluidas nosotras. Y ahí radica el cambio, en pequeños detalles que nos cambian la vida. Algo tan fácil como poner un cambiador de bebés en el servicio de hombres ya implica muchísimas cosas”.

Mª José López de Heredia se muestra más tajante: “Valorar a las madres, las abuelas o bisabuelas no impide que amemos a nuestros padres, hermanos, abuelos, bisabuelos... En mi caso todos han sido y son grandes personas y grandes profesionales. Si me preguntaran por el papel de mi madre, mi abuela o bisabuela lo contaría también y lo he contado. Otra cosa es que hayan trabajado más o menos activamente en nuestros negocios. Pero el papel que han realizado ha sido no por ello menos importante y al menos yo nunca lo he negado. Siempre se ha dicho que detrás de un gran hombre hay una gran mujer y también ocurre a la inversa. Nadie que no sea mínimamente sensible lo habrá negado nunca. Pero insisto en que hay que analizar, en cada caso, el momento social para juzgar el papel y decisión de cada mujer. Yo quise trabajar y nadie me lo impidió. Nuestra madre ha trabajado mucho siendo ama de casa y su labor ha sido muy válida para nuestra empresa. El de nuestra abuela también. Y cuando tenían que bajar a la bodega a trabajar también lo hacían. Ellas tomaron sus decisiones libremente porque no es cuestión de hombres o mujeres sino de familias respetuosas o no”.

Como periodista, Ruth destaca que “hablar y escribir con mucha responsabilidad puede ayudar a crear un mundo igualitario y plural, que no sea discriminatorio y que de visibilidad a las mujeres que trabajan en el mundo del vino”.

Rompiendo estereotipos: no hay vino femenino

Según un estudio realizado por la Asociación de Mujeres Amantes del Vino (AMAVI), casi el 80% de las féminas que viven en pareja/familia se encargan de comprar el vino y alrededor del 60% lo consume una o dos veces por semana. Además, el estudio revela que el 44% de las mujeres prefiere vino tinto a vino blanco (28%) o rosado (7%).

¿Sorprendidas? “No”, señala Cristina. “Decir que a los hombres les gusta el tinto y a las mujeres el espumoso es una tontería y una simpleza”. Meritxell se suma y dice que esas afirmaciones le parecen “algo muy antiguo que debería acabar de diluirse”. Almudena opina igual: “A título personal me encanta el vino tinto y el whisky, también el champagne y creo que no soy la única. Tengo amigos que les encantan los vinos blancos y afrutados. La realidad es que hay personas con distintos gustos”.

Mª J. Huertas también está de acuerdo y añade que no hay una visión femenina del vino: “En el vino, como en casi todo, lo que importa es la formación y preparación constante. La visión es y debe ser la misma. Como sumilleres, las mujeres no tenemos mayores o menores cualidades, es más un tema de entrenamiento práctico. Es cierto que, en general, en el restaurante las mujeres beben más blanco que los hombres, pero tampoco es nada significativo o importante.” La forma de deconstruir todos estos falsos mistos es “no dando por hecho nada”, asevera.

Mª José López de Heredia no está de acuerdo, pues afirma que sí existe esa visión femenina, aunque también cree que hay muchas más: “Una cosa es que seamos iguales ante las oportunidades y otra cosa es que seamos iguales hombres y mujeres. No lo somos. Claro que vemos el mundo, todos los mundos, desde nuestra perspectiva, por suerte. Eso hace el mundo más interesante. Por supuesto que existe la visión de la viña, el vino, el comercio, el arte… Desde nuestro interior, como mujeres, y también desde nuestra experiencia particular. Pero ojo, que hay también sexos mezclados que ven 50-50. Y mujeres que ven como hombres, hombres que ven como mujeres… Hay muchas visiones, no solo la masculina o la femenina”.

Almudena afirma que, como enólogas, las mujeres sí poseen cualidades o sensibilidades distintas “simplemente porque físicamente no somos iguales. Nuestros cuerpos son diferentes porque las misiones no son las mismas”. Sin embargo, “en catadores profesionales de alto nivel no hay diferencias entre sexos. Se podría decir que en personas no entrenadas para la cata se podría encontrar mayor sensibilidad en aromas y en gusto en mujeres por el mero hecho de que en la naturaleza son las encargadas de alimentar a sus crías. De la sanidad de los alimentos depende la supervivencia de sus hijos”.

Ruth añade que “el vino pasa por muchas manos desde la viña hasta que se comercializa, por lo que hay que hacer mucha pedagogía sobre ello. Las mujeres debemos ser capaces de liderar este nuevo discurso de un producto que quiere cuidar la tierra y hablar de ella, respetar el medio ambiente y cuidar la salud. Los vinos se consumen por momentos, no por género. Hay que terminar con estos clichés que solamente responden a una forma de pensar antigua”.

En este sentido, Cristina abre un debate muy interesante: “¿Hay una visión masculina del vino? Creo que no hay género, hay miradas, sensibilidades, apreciaciones, técnicas… La primera charla a la que me invitaron a hablar sobre vino y mujer fue en 2003. Sigo escuchando casi lo mismo en 2019 y viendo los mismos títulos en las mesas redondas. Por supuesto que hay que reivindicar el papel de la mujer en todos los ámbitos profesionales, pero quizá el camino no es vino y mujer, como tampoco es vino y hombre”.

Está de acuerdo con ella Ruth, que señala categóricamente que no es partidaria de organizar eventos exclusivos para mujeres, por ejemplo: “Creo que debemos ser capaces de encontrarnos hombres y mujeres ya que si no lo hacemos, seguimos perpetuando y estigmatizando un sistema que no queremos. El feminismo busca la igualdad, y ese es el camino. El género debemos compartirlo, no estigmatizarlo”.

Precisamente el hecho de que el discurso feminista esté de moda puede entenderse como oportunismo por muchas personas, y así es como lo entiende Mª José López de Heredia: “No me gusta aprovecharme de nada. Si tengo que contratar a una mujer para el puesto que sea, la contrato. Y si tengo que contratar a un hombre, también. Juzgaré con el mismo rasero el trabajo de unas y otros sin importarme el sexo. Me horroriza la idea de contratar a un hombre o mujer para cumplir un expediente artificial o para beneficiarme como empresa. Creo que no sirve para nada, solo para alimentar demagogias. Y también puedo hablar de casos en que hombres se comienzan a quejar por discriminación y creo que tienen razón. También hay mujeres dictadoras y poco respetuosas. Hay que valorar a las personas de forma equitativa y eso es una cuestión de convicción profunda, de ejercicio y no de cara a la galería… Sino internamente. Pienso lo mismo sobre la responsabilidad social, la ecología… Hay valores que son tan importantes que no pueden ser utilizados como argumentos de venta. Las convicciones profundas son silenciosas, hacen poco ruido. Hoy parece que si no cuentas lo que haces no lo haces y eso me entristece”.

Por el futuro

Si algo ha demostrado la mujer con su interrupción laboral es que ganas de emprender y avanzar no le faltan. El 45% del emprendimiento en nuestro país en 2018 estuvo liderado por mujeres y el sector del vino es un buen ejemplo de ello. Nuevas ideas de negocio, transformaciones radicales, preparación… Centenares de bodegas cuentan con mujeres intentando cambiar las cosas, aunque el camino no siempre sea fácil.

“A todas aquellas chicas que quieran formar parte del sector del vino les diría que quien algo quiere algo le cuesta y que entrar en un mundo masculino intentando competir con ellos no es el camino. Que apuesten por lo que las hace diferentes, que sigan sus sentimientos, que hablen y entiendan lo que quieren. Porque el lenguaje es la expresión del pensamiento”, recalca Meritxell.

Mª J. Huertas añade que “es una vida tan sacrificada como bonita, sobre todo en un país donde la gastronomía está realmente en un momento de gloria”.

Almudena opta por la formación y manda el siguiente mensaje: “A las chicas que quieran emprender les diría que se formen y que sean la mejor profesional que se pueda ser. Siempre digo que te conviertas en la mejor opción del mercado para tu puesto, y entonces podrás elegir lo que quieres hacer”.

Ruth se suma con un mensaje motivador para las futuras generaciones: “Que sean ellas mismas, porque su felicidad depende precisamente de ello. Que no tengan miedo a arriesgar ni a fallar, porque eso significa finalizar una etapa e iniciar otra con los aprendizajes adquiridos. Que se prioricen y no vayan a remolque de nadie, porque eso les puede llevar donde ellas quieran y con las condiciones que ellas decidan. Este mundo tiene muchas puertas abiertas y ellas liderarán el cambio. Que se construyan, que creen y que estén en contacto con la naturaleza, que se bañen en viñas porque es necesario para reflexionar, pensar y entender que somos muy pequeños alrededor de todo lo que nos rodea. Y lo más importante, que sean honestas y responsables con ellas mismas”.

Mª José López de Heredia es partidaria de enviar el mismo mensaje a chicos y chicas: “A las niñas que quieran emprender un proyecto les daría el mismo mensaje que a los niños, adolescentes y jóvenes. Que los emprendan. Y más que mensaje les prepararía para ello. Es una labor de toda una vida preparar a nuestras futuras generaciones. Y, sobre todo, les daría ejemplo, lo que me dieron a mí, mucho ejemplo. Hay que trabajar para conseguir cosas, no sirven solo las palabras, sino las obras”.

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