El vidrio es el material más utilizado para el envasado y embotellado de vino, pero el bag in box está adquiriendo cada vez más fuerza
Embotellado, el proceso esencial para garantizar la calidad del vino
Cuando elaboramos un vino ponemos como objetivo fundamental de nuestro producto la calidad. Para lograrla, el proceso de elaboración debe gestionarse al detalle, con mucho mimo, para que la higiene, el control de materiales y el ritmo de producción sean constantes. Aunque todo el proceso precisa de atención, el embotellado es una parte fundamental para asegurar la calidad del producto final.
Tal y como explican R. B. Boulton, V. L. Singleton y L. F. Bisson en su libro ‘Teoría y Práctica de la Elaboración del Vino’, la preparación del vino para iniciar el proceso de embotellado incluye los ajustes finales de la composición química, la filtración final y la modificación de las cantidades de oxígeno y dióxido de carbono disueltos en el propio vino. La preparación de mezclas, clarificación, estabilización y el ajuste de la acidez no se deben considerar como operaciones de acabado ya que serán, por lo general, llevadas a cabo en momentos anteriores al embotellado.
Es importante destacar que una vez el vino se ha embotellado, el enólogo ya no puede intervenir más en el proceso de elaboración, por lo que se trata de un momento clave y decisivo en toda la cadena productiva.
Líneas de embotellado
Igual que sucede en el embotellado de muchas bebidas, un sistema de embotellado de vino está formado por varias secciones: equipos para quitar polvo y enjuagar las botellas (despaletizadoras, enjuagadoras, lavadoras-secadoras), máquinas de llenado (llenadoras), máquinas para insertar el corcho (taponadoras y elevadoras de tapones), máquinas para etiquetar (etiquetadoras) y máquinas para poner la cápsula y envolver (capsuladoras, encajonadoras y envolvedoras de palets). Estos equipos se pueden adquirir individualmente o en formato compacto (monobloc, tribloc, cuatribloc)…
Las líneas de embotellado hoy en día, y por norma general, son automáticas o semi-automáticas, con varios operadores manejando cientos de botellas por minuto. En el pasado, y en algunas bodegas más detallistas, esta línea sigue siendo manual, con operarios trabajando con decenas de botellas por hora.
Las líneas de embotellado se pueden instalar individualmente o en formato monobloc, tribloc, cuatribloc…
Algunas instalaciones se colocan en línea recta, con los materiales yendo de uno a otro extremo, y también es común extenderlo en forma de U, con las botellas terminadas volviendo a un punto cercano donde al principio fueron descargadas de sus cajas. Los componentes más importantes del embotellado se colocan en una sala separada, diseñada especialmente para que sea fácil su limpieza (suelos y paredes alicatadas o cubiertas con paneles de acero inoxidable) y algunas veces con atmósfera estéril (con presión positiva y aire filtrado a través de membranas). Otras consideraciones respecto a la línea de embotellado son el acero de pallets y cajas para las botellas vacías o llenas y la prohibición de que sea una zona de paso.
Etiquetadora en Bodegas Javier Ruiz.
El proceso de embotellado
El envase de vidrio es el escogido para mantener el vino ya que es amorfo, insoluble, resistente a la acción de ácidos y bases, inerte e inalterable. Estas características lo convierten en una sustancia adecuada para almacenar el caldo y mantener sus cualidades.
El primer paso en el proceso de embotellado es el lavado de las botellas. Una vez están limpias, se inicia el llenado. En este momento, en la botella se dosifica el vino con un volumen exacto, dejando un espacio hueco por las posibles dilataciones que puede experimentar el vino. En este mismo período se suele añadir una atmósfera de gas nitrógeno o gas carbónico, con el objetivo de que el caldo no se oxide en el momento en que pasa de la llenadora a la propia botella. En general, existen tres tipos de llenado: por gravedad o caída libre, isobarométrico y al vacío o sobrepresión.
Tras el llenado viene el taponado, normalmente con corcho, y el encapsulado, normalmente de estaño, plástico o aluminio. La cápsula protege el cuello de la botella y el corcho frente al polvo, la sequedad y el deterioro, asegurando su inviolabilidad.
Por último, durante el etiquetado se colocan la etiqueta, la contraetiqueta –en la parte posterior de la botella– y la etiqueta collarín. Mucha de la información que encontramos en la etiqueta es obligatoria por ley, pero otra se indica por libre voluntad de cada bodega. En España, son obligatorios estos campos:
- La categoría del producto vitícola.
- El grado alcohólico volumétrico adquirido.
- La procedencia.
- El embotellador.
- El importador, en el caso de que sean vinos importados.
- Los vinos con DOP o IGP la expresión ‘Denominación de Origen Protegida’ o ‘Indicación Geográfica Protegida’, seguida de la indicación geográfica.
- El volumen nominal.
- El número de lote.
- Si hay presencia de alérgenos.
- El número de Registro de Envasadores de vino.
Cómo leer la etiqueta de una botella de vino. Foto: La Mancha Wines.