Se confirman los vínculos entre mineralidad y la interpretación sensorial del vino
Los resultados del segundo estudio científico ‘Mineralidad en vinos’ señalan que la relación entre la composición química de los vinos y su percepción descrita como ‘mineral’ en la cata no tiene un vínculo directo asociado a los minerales que componen el suelo del viñedo. Existen otros compuestos químicos volátiles con mayor impacto sensorial que poseen un origen definido por el metabolismo de la planta, de las mismas fermentaciones de levaduras y bacterias, así como de técnicas aplicadas en la elaboración y durante el proceso de envejecimiento, además de posibles contaminaciones microbiológicas. Esta y otras afirmaciones son las conclusiones de la segunda investigación sobre Mineralidad en vinos llevada a cabo durante dos años por Antonio Palacios García, director de Laboratorios Excell-Ibérica en Logroño, y David Molina, director de OutlookWine en Barcelona.
Necesaria secuela del estudio previo, el principal objetivo del culminado ahora ha consistido en la identificación de los compuestos químicos presentes en los vinos que les permiten ser categorizados como minerales en la interpretación sensorial de los catadores. Tanto en la fase olfativa de la investigación como en la fase gustativa de vinos sintéticos modificados, los catadores seleccionados coincidieron en la identificación de ciertos elementos que permitían definir el término mineral en las muestras, pero no todos ellos procedentes de parámetros vinculados al suelo. La principal conclusión contrasta con la creencia popular de que son las características del suelo, donde crecen las vides y las uvas, las que aportan una mayor concentración de minerales, siendo estos los responsables de la mineralidad sensorial del vino. De todos modos, la estructura del suelo y su disponibilidad de agua, entre otros factores, influyen en el metabolismo aéreo y global de la vid, lo que puede marcar diferencias en la composición final del vino.
Para llevar a cabo este estudio se elaboraron una serie de vinos sintéticos adicionados con los compuestos químicos considerados representativos de la mineralidad gracias a los resultados obtenidos en el estudio previo. El conjunto seleccionado fue estudiado metódicamente y sometido a un profundo análisis sensorial mediante dos paneles de cata cualificados, uno formado por enólogos y otro por profesionales del sector no elaboradores de vino. Los resultados del análisis sensorial mediante catas a ciegas dirigidas y no dirigidas hacia la percepción de la mineralidad muestran que una parte de su uso para describir al vino se debe a situaciones de subjetividad una vez la cata es claramente inducida, debido a que hubo cambios relevantes en la descripción de los catadores, apareciendo en la fase dirigida descriptores como el olor a piedra, cantos rodados o sílex, que previamente no habían sido mencionados en vinos reconocidos por su carácter mineral. Por esta razón, las marcas comerciales y su peso sobre el mercado a menudo vinculan el término en sus productos gracias a la carga mediática.
Se concluye también que el descriptor mineralidad no se encuentra ligado a la presencia de uno o dos compuestos químicos y es más bien el resultado de una mezcla de compuestos que aportan en ocasiones un componente gustativo y en otras otro olfativo, o ambos a la vez en relación a la mineralidad.
Cabe destacar en el estudio que en la composición química volátil y en solución del vino pueden existir moléculas que de una u otra forma recuerden a asociaciones cognitivas olfativas y gustativas relacionadas con el mundo de los minerales, si bien el suelo no tiene por qué ser el único origen de los mismos.