Denominación de Origen Empordà
Con una superficie de aproximadamente 2.000 hectáreas, la producción media de la zona es de 65.000 hectolitros. De esta producción, los vinos tintos de la DO Empordà representan aproximadamente el 60%, los rosados el 17%, los blancos el 19% y los vinos dulces (las Garnachas y el Moscatel) el 4% restante. De la producción de vino amparado, un 50% se comercializa embotellado, lo que representa unos 4 millones de botellas anuales.
La comarca
El Empordà, en el extremo nororiental de Cataluña, presenta un paisaje de contrastes, con los límites naturales de los Pirineos al norte y el mar Mediterráneo, con la espectacular Costa Brava al este, lo que convierte al Empordà en un lugar único, un territorio extraordinario entre mar y montaña, marcado por la presencia del viento del norte, la tramontana.
Además de ser una tierra de gran belleza paisajística, con varios espacios naturales protegidos y un litoral espectacular de playas y calas, el Empordà posee también un gran patrimonio histórico y cultural: menhires y monumentos megalíticos, arquitectura gótica, arte románico, pueblecitos encantadores, el arte surrealista del genio Salvador Dalí… Todo un conjunto de atractivos a los que hay que sumar su gente y la buena gastronomía, con la particular cocina ampurdanesa y la nueva restauración, representada por figuras como Ferran Adrià, complemento ideal para los vinos de la DO (denominación de origen) Empordà.
DO Empordà, en cifras
- Superficie de viña inscrita: 1.786 Ha
- Número de viticultores: 335
- Número total de bodegas: 49
- Número de bodegas elaboradoras: 44
- Número de bodegas embotelladoras: 46
- Producción total 2011: 75.221 Hl
- Producción vino amparado DO 2011: 63.959 Hl
- Ventas vino embotellado 2010/11: 31.830 Hl
- Ventas vino embotellado exportación 2010/11: 6.310 Hl.
La tierra
La zona de producción de la DO Empordà, situada en el extremo nororiental de Cataluña, engloba un total de 48 municipios distribuidos en dos comarcas: 35 municipios del Alt Empordà y 13 municipios del Baix Empordà.
La zona de producción del Alt Empordà se encuentra en el extremo nororiental de Cataluña (desde la ciudad de Figueres hacia el norte hasta la frontera con Francia) resguardada en las faldas de las sierras de Rodes y de las Alberas, en un arco que va desde el cabo de Creus a la denominada Garrotxa d’Empordà (Albanyà). Limita, por tanto, con los Pirineos al norte, el Mediterráneo al este y la llanura propiamente dicha al sur.
Los municipios que abarca la DO en el Alt Empordà son: Agullana, Avinyonet de Puigventós, Biure, Boadella i les Escaules, Cabanes, Cadaqués, Cantallops, Capmany, Cistella, Colera, Darnius, Espolla, Figueres, Garriguella, La Jonquera, Llançà, Llers, Masarac, Mollet de Peralada, Palau-saverdera, Pau, Pedret i Marzà, Peralada, Pont de Molins, Portbou, Port de la Selva, Rabós, Roses, Sant Climent Sescebes, Selva de Mar, Terrades, Vilafant, Vilajuïga, Vilamaniscle y Vilanant.
La zona de producción del Baix Empordà se encuentra delimitada al norte por el macizo del Montgrí, al suroeste por el macizo de Les Gavarres, que forma una llanura costera con el macizo de Begur, y al este con el Mediterráneo.
Los municipios que abarca la DO en el Baix Empordà son: Begur, Calonge, Castell-Platja d'Aro, Forallac, Mont-ras, Palafrugell, Palamós, Palau-sator, Pals, Regencós, Torrent, Torroella de Montgrí y Vall-llobrega.
La heterogeneidad de sus suelos
La DO Empordà presenta una gran heterogeneidad de terrenos, que mayoritariamente son de textura arenosa y pobres en materia orgánica, idóneos para la producción de vinos de elevada calidad. Generalmente son ácidos y están situados desde el nivel del mar hasta un máximo de 260 metros de altitud.
Cabe distinguir las zonas de la llanura ampurdanesa, donde predominan los suelos de origen aluvial, de las zonas y faldas de montaña, donde los suelos son de pizarra y graníticos, con paisajes de gran belleza.
El clima
El rasgo climático más característico y con más impacto sobre el cultivo es el fuerte viento del norte, la Tramontana, con rachas que a menudo superan los 120 kilómetros por hora, y que tiene unos efectos muy beneficiosos para el buen estado sanitario de la viña.
Por otra parte, los inviernos son suaves, con pocas heladas, y los veranos calurosos, atemperados por las brisas marinas. La temperatura media anual está comprendida entre los 14 y los 16 °C. La pluviometría se sitúa alrededor de los 600 litros anuales.
En lo que se refiere a la temperatura y la insolación, la zona ampurdanesa se sitúa en la región III de la clasificación Winkler y Amerine, lo que la convierte en idónea para el cultivo de variedades de ciclo mediano y largo, y extraordinaria para la elaboración de vinos dulces naturales.
En conjunto, el clima resulta muy favorable para el buen desarrollo vegetativo de la viña destinada a la producción de vinos de calidad, sin las estridencias de los vinos meridionales.
Las viñas
Los actuales viñedos de la Denominación de Origen son mayoritariamente de antigua implantación, con viñas de más de 30 años de edad, lo que resulta muy positivo desde el punto de vista de la calidad del producto final, ya que es conocido el hecho de que las viñas antiguas producen vino de gran calidad. Paralelamente, en los últimos años han experimentado una importante renovación y mejora para adaptarlas a las técnicas de cultivo modernas y realizar ciertos cambios varietales.
En lo que se refiere a las variedades tintas, domina la Cariñena o Samsó, que constituye la base de la viticultura ampurdanesa junto con la Garnacha tinta (denominada en la zona Lledoner). Estas variedades tradicionales se complementan con nuevas variedades que se van introduciendo, como pueden ser el Tempranillo, Cabernet Sauvignon, Merlot y Syrah.
Las variedades viníferas blancas dominantes son la Garnacha, blanca y tinta, y Macabeo. En mucha menor proporción se encuentran el Moscatel, el tradicional Xarel.lo y, de nueva implantación, el Chardonnay, Sauvignon blanc y Gewurztraminer.
Los vinos
La gama de vinos ampurdaneses es muy amplia. Los vinos tintos son de elevada calidad, con cuerpo, bien constituidos y armónicos, en ocasiones matizados por una cuidadosa crianza. Estos vinos de reserva y crianza presentan notas aromáticas muy características; son complejos, de sutil fragancia, con toques de especias, manteniendo siempre los aromas de la fruta y la planta. Una vez en boca se expresan con plenitud, sabrosos y muy agradables.
Se elaboran vinos blancos frescos y sabrosos, frecuentemente con variedades autóctonas, pero también otros monovarietales de notable calidad. También rosados, caracterizados por un color cereza bien definido, una gran personalidad y aroma delicado, frescos y de graduación alcohólica moderada.
Una singularidad de la zona es la Garnatxa de l’Empordà, vino dulce natural elaborado con la variedad de uva que le da nombre. Generoso, con el sabor propio de la uva madura, cálido y sedoso, virtudes que lo convierten en un vino de postres excepcional, junto con el otro vino dulce propio de la zona, el Moscatell de l’Empordà.
Los vinos ecológicos, las mistelas, los vinos de uva sobremadurada y los vinos espumosos completan la oferta vitivinícola del Empordà.
Un repaso por la Historia
Los vinos ecológicos, las mistelas, los vinos de uva sobremadurada y los vinos espumosos completan la oferta vitivinícola del Empordà. No hay duda que la cultura del vino y el conocimiento del comercio del producto de la viña llegan a Cataluña aproximadamente en el siglo VI a.C., gracias a la más importante colonia griega del país, Empúries, ciudad que, pasados los siglos, dará nombre a toda la comarca del Empordà. Cuatro siglos más tarde, ya hay constancia arqueológica y documental de que los vinos de los territorios de Emporiae y de otros lugares de la Tarraconense son conocidos en los mercados interiores, en otras provincias del Imperio Romano y en la propia metrópoli.
En la edad media, cuando las viñas crecían cerca de las abadías y monasterios, en las faldas de la montaña de Rodes se fueron escalonando bancales plantados de cepas, tuteladas por el monasterio de Sant Pere de Rodes, en el que parece que destacó en el arte de elaborar el vino el monje bodeguero Ramon Pere de Noves, a quien se atribuye un tratado sobre esta materia. Sant Quirze de Colera o Santa Maria de Vilabertran constan también como propietarios de viñas en el Empordà.
En los siglos XVIII y XIX la viña pone en evidencia su capacidad colonizadora y simboliza el impulso agrícola, traducido en un importante crecimiento demográfico en su zona de cultivo y la conformación de un paisaje propio de cipreses, muros, barracas y bancales de piedra seca. La plaga de la filoxera, aparecida en el año 1879 en una viña de Rabós d’Empordà antes que en ninguna otra viña catalana, arruina totalmente este periodo próspero de los vinos ampurdaneses. La reanudación es dura, nunca más se recupera para la viña toda la tierra que había ocupado antes de la plaga.
El movimiento de las bodegas cooperativas, impulsado por la Mancomunidad primero, y, después, por la Generalitat republicana alrededor de 1930, abre una nueva etapa que permite sumar esfuerzos en la mejora de la calidad en el proceso de elaboración del vino, construyendo nuevas bodegas y mejorando el sistema de comercialización. Igualmente, la iniciativa privada se suma enseguida a estos esfuerzos y el vino de calidad del Empordà empieza a ser conocido y apreciado en muchos mercados.