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Con la pandemia del coronavirus, circula una cantidad muy grande de desinformación a través de bulos

La higiene informacional: el camino para combatir las 'fake news'

Carlos Victor Costa, PhD director del Máster en Dirección en Comunicación y Nuevas Tecnologías, ESIC

02/04/2020

¿Has visto que los delfines regresaron a los canales de Venecia en estos momentos de confinamiento en Italia? ¿No? Una lástima, aunque se descubrió luego que era una mentira. O una 'fake news'. Por un momento, sentimos algo positivo con esta 'noticia', que nos contaría que la naturaleza había regresado a su esplendor en el instante en que los seres humanos dejaron de frecuentar la ciudad. Por otro lado, hay otra noticia -verdadera- que indica que en España hay mucho menos contaminación atmosférica como consecuencia del parón económico, pero eso no tiene la misma poesía de los delfines de Venecia.

Una fake news puede ser así de inconsecuente. Incluso puede hacernos bien por un rato. En realidad, hay una taxonomía para la guerra informativa de la cual las fake news son una de las armas: en inglés, fueron clasificadas como ‘misinformation’, ‘desinformation’ o ‘malinformation’, según la intención de hacer daño y falsedad.

Una noticia sobre delfines de Venecia es una fake news que promueve la desinformación y, en este caso, no creo que haya causado un daño muy grande en la sociedad. Su único objetivo fue el de generar una sensación positiva en las personas y reforzar su visión de mundo, en este caso, en la cuestión ecológica.

Carlos Victor Costa, PhD director del Máster en Dirección en Comunicación y Nuevas Tecnologías, ESIC

Carlos Victor Costa, PhD director del Máster en Dirección en Comunicación y Nuevas Tecnologías, ESIC.

Pero podría ser algo más que solamente una curiosidad en medio a tantas que vemos en las redes sociales. Podría haber intención de hacer daño a la sociedad. El mecanismo, sin embargo, sería el mismo: contagiar la persona con el interés despertado por el tema y alinearse con su ideología para después conseguir difusión del contenido. Sin embargo, dependiendo del tema y de lo que estuviera en juego, las consecuencias podrían ser graves. La interferencia de Rusia en las elecciones presidenciales de los EE UU tuvo un efecto relevante en el resultado final, pues se aprovechó de la gran polarización de la sociedad norteamericana. Contenidos claramente distorsionados (o bulos) enfocados a grupos muy específicos vía Facebook hicieron la diferencia en una elección tan disputada.

Con la pandemia del coronavirus, circula una cantidad muy grande de desinformación a través de bulos (por ejemplo, beber agua caliente para combatir el virus), o de mala información, que ocurre cuando hay la diseminación de datos parciales y fuera de contexto usados para defender puntos de vista contrarios al confinamiento. Todo eso no ayuda a la sociedad a enfocarse en lo que realmente importa: el debate en búsqueda de soluciones en un momento de tanta incertidumbre y la unión necesaria para afrontar un enemigo común. En este caso, estas 'informaciones' - que nada más son que 'ruido' en la Teoría de la Comunicación - solo sirven para turbar todavía más el ambiente. Generar dudas. Crear divisiones.

Las fake news son un término que sirve de paraguas para el rumoreo, la mentira y la manipulación informativa en esteroides, potenciada por los medios de comunicación online, y todo indica que este fenómeno ya forma parte de nuestras vidas. Consecuentemente, debemos hacer algo para convivir de la mejor era posible con sus riesgos.

El combate a las fake news implica cuestiones muy complejas sobre la libertad de expresión o sobre las actividades de las empresas que son los canales por donde ellas se diseminan, como Twitter o Facebook. Debido a la presión de la sociedad, algunos cambios empiezan a ocurrir, tras muchos años de omisión, o desatención sobre este asunto. Facebook organizó una red de 50 organizaciones para verificar sus publicaciones en 40 idiomas y la Unión Europea creó un plan de acciones en diciembre de 2018 en relación al tema.

Sin embargo, creo que lo más importante, como en toda la cuestión que involucra el individuo, es la propia consciencia y responsabilidad personal. Es como la cuestión de la seguridad vial: el gobierno puede hacer su rol en hacer el mantenimiento de las carreteras, multar a la gente y hacer campañas, pero, al final, será la consciencia de las personas en relación a su seguridad personal y a la de sus seres queridos la que marcará la diferencia a la hora de conducir un coche.

Por esta razón, creo que debemos desarrollar programas de 'higiene informacional' para combatir las fake news, tanto a nivel personal como de sociedad. Como profesor y director de programas de postgrado en Comunicación en ESIC sé que la cuestión de las fake news nace de las relaciones comunicacionales y creo que será a partir de ahí que será posible combatirlas. Pienso también que, como en muchos otros temas, la educación es un arma fundamental para generar cambios eficaces en el comportamiento de las personas. Creo que es esencial desarrollar programas que incentiven la creación de 'anticuerpos comunicacionales' y propongo dos ejes centrales, relacionados con la identificación de los mecanismos de las fake news, y con la respuesta a ellas.

El primer eje reside en estimular el sentido crítico para que las personas puedan identificar lo que es una fake news desde muy temprano en la vida de los ciudadanos. Eso ya ocurre en Finlandia, país considerado el número uno en Europa en 'resistencia a fake news', según un ranking realizado por el Open Society Institute Sofia (España ocupa el puesto 16 de la tabla, situándose así entre el Reino Unido que se posiciona en el número 12 del ranking, e Italia, que ocupa el puesto número 20 de la clasificación). En Finlandia, alumnos de escuelas de primaria y secundaria estudian cómo desarrollar su sentido crítico para identificar las fake news y evitar así la manipulación ¿No sería bueno implementar programas educativos así en España también?

En segundo lugar, creo que debemos estimular en todos los niveles educativos la promoción del estudio de la retórica. No la retórica entendida en un sentido despectivo, del palabreo vacío o de la manipulación, sino como la entendía Platón, subordinada a la filosofía. Una retórica que es menos el arte de hablar bien y más el arte de descubrir a través del debate de las ideas, la verdad - o por lo menos-, para aprender a identificar las mentiras en el discurso. Aristóteles, discípulo de Platón, decía que habría que ‘edificar un arte que pueda ser igualmente útil al moralista y al orador, los cuales tienen su función propia dentro de la Ciudad. La retórica posee por ello una clara dimensión 'política' -es decir, social o ciudadana- el arte retórico debe ser útil para el ciudadano’. En este sentido, saber usar los recursos retóricos es fundamental para desarmar a aquellos que usan la retórica para el engaño, con sus falsos silogismos, sofismos, y medias verdades.

Una sociedad necesita, por tanto, en primer lugar, reconocer las fake news en los discursos de los políticos, en las noticias de la prensa, en las argumentaciones de los tertulianos, en las publicaciones en redes sociales. Pero, como siempre, habrá gente interesada en desinformar y causar daños usando fake news. Por ello esta misma sociedad necesita también saber desenmascarar a estas personas y contrarrestar sus argumentos, y el uso de los recursos de la retórica también es una de las maneras más eficaces de hacerlo. Vivimos tiempos de “information warfare” (guerra informativa), no nos engañemos, debemos protegernos. Saber comunicar bien y persuadir (objetivos primarios de la Retórica) es esencial para calar las voces de aquellos que usan la comunicación para transmitir sus virus en forma de palabras e imágenes.

En resumen, contra el ruido causado en el proceso de comunicación por las fake news, será la propia comunicación – saber escuchar, reconocer el ruido en el proceso comunicacional, y retomar la conversación en bases objetivas – la vacuna contra la infotoxicación que ya ha alcanzado niveles epidémicos y sistémicos. Para eso, tenemos que aumentar nuestro nivel de resistencia el cuanto antes con el conocimiento, la ciencia y las palabras usadas para el bien común, la única forma de combatir la ignorancia interesada que propaga las fake news.

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