La gestión de la movilidad urbana en la era de las ‘smart cities’

La movilidad se encuentra en un proceso transformación en torno a, principalmente, tres vectores: una tendencia global de aumento de las aglomeraciones urbanas, especialmente en España, donde el 82% de la población es urbana y se concentra en una superficie equivalente al 21% de la superficie total del país. El segundo vector lo constituyen los objetivos que España y la Unión Europea han establecido en la lucha contra el cambio climático y de reducción de todo tipo de emisiones. Y, un tercer vector, el de las innovaciones tecnológicas ligadas a la digitalización, entendida como la aplicación de soluciones digitales a todos los procesos productivos, que, en el caso de la movilidad, supone una oportunidad para mejorar la eficiencia del sistema y la experiencia del usuario.

Cabe señalar que la tecnología no es sólo una herramienta para que las administraciones logren estos objetivos, sino que se ha convertido en el desencadenante de nuevas pautas y formas de desplazarse, así como en nuevos modelos de negocio para las empresas.

Si bien la pandemia ha revertido en parte el éxodo rural hacia las ciudades, éstas seguirán siendo el centro predominante de la vida social, en tanto que sigan acogiendo la mayoría de los centros administrativos, culturales, comerciales o sanitarios. De hecho, varios estudios prevén que para 2050 casi el 70% de la población mundial vivirá en ciudades. Esto supone un claro reto de gestión dado que los núcleos urbanos tendrán que afrontar cuestiones, entre otras, relativas a la movilidad, el abastecimiento energético, las emisiones de CO₂, la planificación del tráfico o la gestión de los aparcamientos.

Como la tendencia al crecimiento urbano ya es evidente, un punto a favor es que tanto entidades gubernamentales como sociedad van tomando conciencia y, en consecuencia, ofreciendo y demandando soluciones, respectivamente. La mirada se centra, principalmente, en un modelo de ciudad inteligente, confiando en que así, gracias a la tecnología, se podrán mantener infraestructuras que garanticen un desarrollo sostenible, un incremento de la calidad de vida de los ciudadanos, una mayor eficacia de los recursos disponibles, así como una participación ciudadana activa.

Al respecto, cabe citar la creación de la Red de Ciudades Inteligentes (RECI) cuyo objeto es generar una dinámica entre ciudades para promover la gestión automática y eficiente de las infraestructuras y los servicios urbanos, así como la reducción del gasto público y la mejora de la calidad de los servicios. Todo ello, a sabiendas de que atrae actividad económica y genera progreso.

En la misma línea, el Ministerio de Transportes Movilidad y Agenda Urbana, Mitma, ha desarrollado es.movilidad, la Estrategia de Movilidad Segura, Sostenible y Conectada 2030, que guiará sus actuaciones en materia de movilidad, infraestructuras y transportes en los próximos diez años.

Más allá de los cambios de conducta que haya podido tener la pandemia y el teletrabajo, así como su consiguiente alteración de los usos del transporte, especialmente el público, hay pautas que prevalecen, como el desafío de la gestión de la movilidad en los núcleos urbanos.

Ante el reto de optimizar el transporte, es fundamental aprovechar mediante la tecnología -software de gestión de vídeo; Big Data; Inteligencia Artificial o la conexión 5G, entre otros- la extraordinaria información relativa a la movilidad que nos brindan las ciudades. Será así que podremos gestionar tanto los servicios como los recursos de forma eficiente.

Para ello es importante ofrecer soluciones cómodas y competitivas, frente a la alternativa, que es el vehículo privado. Los cambios deben ser progresivos e ir precedidos de acciones de concienciación que ayuden a mentalizar a los ciudadanos sobre la conveniencia de reducir el número de vehículos y justifiquen la escasez de plazas de aparcamiento. Es decir, primero concienciar, y luego facilitar alternativas fáciles y amables. Y siempre desde el apoyo al transporte público.

Si tenemos en cuenta que la tendencia de peatonalizar los centros urbanos-históricos de las ciudades afecta a la movilidad, especialmente, la realizada en vehículos privados, a la vez que estas zonas son núcleos comerciales y, residualmente, también residenciales, gestionar el transporte es un reto que ha de tener en cuenta muchas cuestiones. Entre ellas, el aparcamiento. El uso del coche privado cuenta actualmente con alternativas como la del transporte público, los vehículos motorizados eléctricos, o los coches de alquiler por horas, que pueden acceder preferentemente a estas áreas urbanas.

Sin embargo, la concentración de ‘retail’ en estas zonas, así como el aumento del comercio electrónico acelerado por la pandemia, hace fundamental una óptima gestión de la movilidad y el aparcamiento también para los vehículos de reparto y de mercancías.

El software de gestión de vídeo es una gran herramienta para facilitar el control y la optimización de la movilidad de las ciudades ya que, gracias a ella, entre otras muchas aplicaciones, se pueden discriminar por franjas horarias y por matrículas los vehículos para obtener un control de acceso automatizado a las áreas restringidas, bien de circulación o de aparcamiento. Este tipo de soluciones permite, también, activar alertas cuando detecta la entrada o la salida de un vehículo no autorizado. Por ejemplo, un vehículo no residente que entra en la zona restringida o un camión de mercancías que accede fuera del horario habilitado para la carga/descarga.

En conclusión, destacar que la tecnología de procesamiento de datos, como las soluciones inteligentes de vídeo, juegan de forma creciente un papel muy relevante en la movilidad, así como en la planificación y la gestión y, casi más importante aún, en la anticipación y prevención de situaciones de crisis. Es fundamental, por ello, que la Administración sepa aprovechar este potencial e impulsar esta política de datos abiertos en movilidad.