Sostenibilidad: con la iglesia no hemos topado
El mes pasado el Papa Francisco mandó un mensaje a los cartoneros: “Ustedes reciclan, hacen un trabajo ecológico y una producción que fraterniza y da dignidad” (Ver vídeo).
Celebro que desde el Vaticano se hable de un “trabajo ecológico” que abarca no solo al cartón, sino a toda la cadena del papel. Estamos hablando de la actividad industrial más sostenible, y no solo por utilizar materias primas renovables, reciclables y biodegradables, sino que al ser su origen las explotaciones forestales, cultivos de árboles con fines industriales, por cada árbol que se tala se plantan tres, y que además son el principal sumidero de CO2 junto a los océanos. Es por tanto una industria que captura más CO2 que el que emite. Seamos conscientes que cuantos más productos de madera y papel consumamos más verde será el planeta y mayor será el sumidero de CO2. Tenemos que reorientar nuestros hábitos de consumo a productos sostenibles y todos los que tienen su origen en las explotaciones forestales y en general origen vegetal lo son.
Nosotros los consumidores somos fundamentales en esta cadena verde, porque con nuestras decisiones de compra fomentamos y conducimos a las empresas a que asuman prácticas productivas sostenibles, que lejos de lujosas, son necesarias y muy rentables.
Una empresa tiene mucho que ganar si adopta prácticas ambientales sostenibles, son muchas las oportunidades de crecimiento de la economía verde. Las compañías de la UE no pueden competir con las de países emergentes en costes laborales, pero sí pueden tener una ventaja si invierten en innovación para crear productos y procesos más respetuosos con el entorno, que tienen una creciente demanda. La economía española y la europea pueden crecer y generar millones de puestos de trabajo si aprovechan esta oportunidad.
Por ejemplo, el cartón que se recicla, al que se refiere el Papa, demuestra de manera clara que lo más sostenible es también lo más rentable. Emplear embalajes de este material, que se adaptan perfectamente a su contenido, evita desaprovechar espacio y, optimizando ese espacio se reduce el número de camiones necesarios para el transporte de la misma cantidad de mercancía, lo que se traduce en menos costes y menos emisiones.
El principal desafío es concienciarnos de que los hábitos sostenibles en la empresa y en general en la sociedad tienen un claro beneficio económico, ambiental y social.
Con una acción coordinada que garantice el uso racional de los recursos naturales, el consumo responsable y una producción competitiva y respetuosa con el medio ambiente pueden crearse productos sostenibles. Para lograrlo es necesario el apoyo de los poderes públicos y la sensibilización de las empresas y los consumidores. En esta vertiente trabaja el Instituto para la Producción Sostenible (IPS), una organización sin ánimo de lucro que promueve, reconoce y premia una cultura empresarial sostenible.
Hasta hace muy poco, la fabricación y comercialización de productos se ha guiado solo por criterios económicos. El impacto social y ambiental de estos procesos tenía una importancia marginal. La creciente concienciación política, social y empresarial sobre los peligros del cambio climático y la destrucción del entorno ayudan a cambiar las cosas, a prestar más atención a la sostenibilidad.
Sin embargo, hacen falta acciones decisivas en varios frentes para que las prácticas respetuosas con el medio ambiente sean la regla en las compañías, y no la excepción. Sería útil introducir medidas voluntarias u obligatorias, como ventajas fiscales para el consumidor y ayudas estatales al productor, prohibir las sustancias tóxicas, estimular la demanda de productos ecológicos a través del etiquetado ecológico y mejorar las directrices de diseño de producto. Debemos trasladar tanto a clientes como a consumidores la idea de que nuestros productos tienen calidad y están fabricados con criterios sostenibles.
En este sentido, en IPS trabajamos con el fin de ofrecer referencias claras que, recogiendo la normativa y los estándares más exigentes de responsabilidad social-medioambiental, garanticen que el proceso es sostenible, que la materia prima es renovable y el producto reciclable y biodegradable. A partir de aquí proponemos que este desafío se logre con un proceso de auditoría que culmina con la Certificacion IPS de sostenibilidad ofreciendo así una garantía y una solución a esta necesidad.