Economía circular sin más peros que valgan
Ion Olaeta, presidente de FER
13/03/2025Las primeras medidas adoptadas por la Administración Trump han generado no pocas dudas sobre si la Unión Europea será capaz de conjugar sus objetivos de alcanzar una economía circular y un continente climáticamente neutral en los plazos que ha fijado con la carrera iniciada por aumentar sus gastos en defensa y hacer frente, vía reindustrialización, a las barreras arancelarias impuestas por su tradicional socio comercial.
Así, la puesta en marcha de recientes iniciativas como el Pacto Industrial Limpio o la Brújula de la Competitividad, junto a la nueva Ley de economía circular prevista para el próximo año, pueden verse relegadas por otras cuestiones más urgentes como el apoyo a Ucrania tras el cambio de posición adoptado por EE. UU., más alineado con las demandas de Rusia, en aras de la resolución de un conflicto que ha cumplido recientemente tres años.
En medio de este giro de guion de los acontecimientos, donde la Unión Europea parece haberse quedado claramente en fuera de juego, quedan unos objetivos de recuperación y reciclaje ya establecidos para este mismo año en algunos flujos de residuos y muy próximos para otros en lo que a compromisos con la mencionada economía circular se refiere.

Ion Olaeta, presidente de la Federación Española de la Recuperación y el Reciclaje (FER).
Incentivar el uso de materiales reciclados, prioritario para impulsar la circularidad
En paralelo, después de la avalancha legislativa a la que ha hecho frente la industria europea del reciclaje el pasado año y el que afrontará en este 2025, las perspectivas no son nada halagüeñas para el sector. Con los datos en la mano, sabemos que solo el 11,8% de los materiales utilizados por la industria europea procede del reciclado –el objetivo fijado para 2030 es del 25%–, por lo que es obvio que incentivar el uso de materiales reciclados debería ser una de las principales prioridades para poder impulsar la economía circular.
Este es uno de los mayores desafíos de Europa: cerrar la brecha de precios entre los materiales vírgenes y los reciclados. A pesar de los claros beneficios ambientales de utilizar materiales reciclados, los materiales vírgenes suelen ser más baratos porque los costes ambientales reales de producir éstos, como las emisiones de carbono y el daño a los ecosistemas, no se reflejan en su precio. Esta distorsión dificulta la competitividad de los materiales reciclados, ralentizando la transición hacia una economía circular.
Claro ejemplo de ello es la crisis en la demanda de plásticos reciclados, iniciada hace ya dos años, y que ha tenido su punto culminante a lo largo de estos últimos meses con el cierre de diversas empresas en Europa, a las que les ha sido imposible competir no ya solo con el precio del plástico virgen, sino con la avalancha de importaciones de plástico reciclado de dudosa procedencia.
Ante tal hecho, la industria europea del reciclaje, a través de sus principales representantes (EuRIC, FEAD, EERA y PRE), dio la voz de alarma con un comunicado conjunto para el desarrollo de criterios armonizados de fin de la condición de residuo para los residuos plásticos, de conformidad con el artículo 6 de la Directiva 2008/98/CE, calificándolo de urgente y esencial para lograr una economía verdaderamente circular para los plásticos en Europa.

Creación de un mercado único para los residuos y los materiales secundarios
En este sentido, una medida clave que planteará la futura Ley de economía circular será la creación de un mercado único para los residuos y los materiales secundarios. La ley podría reformar los criterios de la condición de fin de residuo y digitalizar los procesos de gestión de residuos. Este enfoque simplificado facilitaría el comercio transfronterizo de materiales secundarios, eliminando las barreras regulatorias que actualmente obstaculizan al sector del reciclaje. El resultado sería un mercado más eficiente y cohesionado para los materiales reciclados, beneficiando a toda la economía, esta vez ya sí circular.
Sin embargo, hasta que, por un lado, no exista una equiparación de precios entre las materias primas vírgenes y las recicladas y, por otro, no funcione ese mercado único de materiales reciclados, la principal herramienta de esta industria es la de poder competir libremente y en igualdad de condiciones con las empresas de fuera de la Unión Europea en un mercado global. Por eso, no se entiende, salvo por aquellos que teorizan con políticas desde el total desconocimiento de la idiosincrasia del sector, la restricción, cuando no directamente la prohibición, de exportar materiales reciclados fuera de Europa.
En consecuencia, pese a esos mensajes grandilocuentes que emanan de Bruselas sobre las bondades de la economía circular, sus beneficios para las empresas y para la sociedad en su conjunto, la realidad es que la industria del reciclaje se ve actualmente sometida a una legislación cada vez más restrictiva, unas condiciones de negocio en las que no puede competir con los mercados de materias primas vírgenes –a los que supuestamente debería ir ganando cuota progresivamente– y a unas restricciones o prohibiciones a la exportación que debilitan aún más su capacidad de inversión en un momento clave para que los Estados miembro cumplan con los objetivos de reciclaje adquiridos con la Unión Europea.

Se necesitan son medidas políticas contundentes
Una vez constatada esta dura realidad, más allá de seguir legislando a años luz de lo que acontece en este preciso momento, lo que se necesitan son medidas políticas contundentes para aumentar la demanda de materiales reciclados. Posibilidades existen, pero otra cuestión es que se conviertan en políticas prioritarias. Por ejemplo, la compra pública en la Unión Europea asciende a unos 2 billones de euros anuales, aproximadamente el 13,6% del PIB. Esto representa una gran oportunidad para impulsar la demanda de productos sostenibles y circulares.
No habría ley mejor –parece que la de economía circular lo contemplará– que la que incorpore criterios de circularidad en los procesos de compra pública, garantizando que los gobiernos prioricen productos fabricados con materiales reciclados. Una medida simple pero poderosa para acelerar la economía circular.
Apoyo financiero
La financiación es otro punto clave. Con los costes energéticos disparados y la demanda de materiales reciclados tan baja, la industria del reciclaje se enfrenta a una gran presión financiera. Por eso, premiar la circularidad y el uso de materias recicladas debería traducirse en un decidido apoyo financiero para que la industria del reciclaje pueda seguir impulsando un futuro circular, a través de sus inversiones en maquinaria y nuevas tecnologías que optimicen el proceso de convertir residuos en recursos.
En conclusión, en esta difícil coyuntura que atraviesa Europa, la industria del reciclaje considera que garantizar la seguridad de sus ciudadanos y la defensa de la democracia no solo es compatible con un modelo de desarrollo sostenible, sino que una apuesta decidida por el reciclaje significa contribuir decisivamente a la autonomía estratégica y a la competitividad de la Unión Europea al más alto nivel industrial. Así, de una vez por todas, nos aseguraríamos de una economía circular sin peros que valgan.