La difícil situación del metal
12 de febrero de 2009
Desde el inicio de la crisis de las hipotecas, pero, sobre todo, desde principio del 2008, y en algunas ramas especialmente a partir del verano del ejercicio pasado, la situación global del sector ha entrado en un proceso de deterioro progresivo, pero intenso.
El descenso de ventas y el aumento de la morosidad de clientes, ha dado paso a dificultades de tesorería y a la necesidad de hacer ajustes de las estructuras empresariales, con los problemas añadidos de un futuro inmediato incierto.
El principal problema de las empresas del metal es el descenso repentino de la demanda. Frente a esto se evidencia una falta de flexibilidad del entorno para que las empresas puedan hacer frente al descenso de ventas.
Según la Unión Metalúrgica del Metal, el incremento en los niveles de morosidad de los clientes de las empresas, el número de días de pago en la mayoría de los casos se ha incrementado sustancialmente, cosa que ha erosionado los niveles de tesorería del metal.
El descenso de los ingresos de las empresas ha conducido a serios problemas de liquidez, que están estrangulando el activo circulante de muchas compañías.
Además, la UMC manifiesta que el sistema financiero ha estigmatizado el metal, calificándolo como una actividad de alto riesgo para sus operaciones. Esto ha supuesto la eliminación, y en el mejor de los casos la reducción, de líneas de descuento bancario y de líneas de financiación para el circulante y las inversiones, hecho que pone en cuestión, no sólo el futuro, sinó, también, el presente de muchas empresas del metal.
¿De qué se quejan?
- Las instituciones financieras y de riesgo están acabando de estrangular a las empresas del metal.
- Las acciones de respuesta y apoyo por parte del sector público han sido insuficientes, inoperantes o llegan con mucho retraso, en comparación con otros países. Las autoridades han demostrado no tener la suficiente capacidad de anticipación a la crisis, ni tampoco la necesaria capacidad de reacción frente a ella.
- Durante semanas, y ya meses, empresas, organizaciones y expertos del metal han demandado pública y privadamente la necesidad, y, sobre todo, la urgencia, de tomar una serie de medidas que ayudaran a superar la actual situación.
“Se han tomado decisiones que en un contexto como el actual no tienen ninguna lógica ni desde el punto de vista empresarial ni desde el familiar. Un claro ejemplo de ello es la subida producida a principios de año en los precios de los servicios básicos y de muchas tasas e impuestos municipales, que ha sido superior al IPC registrado en 2008 y al IPC previsto para el 2009”.
Los empresarios del metal aseguraron que:
- El sector del metal es sinónimo de solera y modernidad, de conocimiento, de valor añadido y tecnología, y de riqueza y futuro.
- La sociedad tiene que dejar de asociar metal a industria antigua, sucia y sin futuro.
- En los últimos años se han destinado grandes cantidades de recursos económicos y humanos a hacer inversiones en instalaciones, en equipamiento, en organización y en formación de los trabajadores. Al mismo tiempo, es una industria que ha sido capaz de invertir en innovación y en internacionalización.
- Es un sector moderno, competitivo y con futuro. Aporta valor añadido, genera puestos de trabajo, crea conocimiento, capta riqueza del exterior, y ocupa una posición importante en el contexto internacional en muchas actividades y ramas.
Las entidades del metal y las empresas en ellas integradas pidieron actuaciones claras, valientes, ágiles y, especialmente, urgentes, tanto por parte de la demanda como por la de la oferta.
Estas actuaciones las concretaron en 4 ámbitos:
1.- Estimular los mercados, de consumo y de inversión.
2.- Inyectar liquidez a las empresas y facilitar que dispongan de las garantías adecuadas ante el sistema financiero.
3.- Dotar a las empresas de las herramientas apropiadas para adaptar sus estructuras a los ciclos coyunturales de los mercados.
4.- Impulsar la competitividad del sector con un horizonte de medio y largo plazo.