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Ahora ya nadie se cuestiona que la TD va a transformar radicalmente los procesos de apoyo o soporte hasta alcanzar los procesos de decisión

Transformación digital, ¿la enemiga de la productividad?

Felipe Rebollo Gómez y Guillermo Rebollo de Garay20/05/2019

En nuestros 2 anteriores artículos titulados ‘Lean en el centro de la Transformación Digital’ y ‘Mis manzanos no creen en la Transformación Digital’, publicados por el grupo de comunicación Interempresas, empezamos a presentar la Transformación Digital (TD) como el siguiente gran reto al que se están enfrentando las empresas en su camino a ser cada día más productivas y competitivas. En ese camino el Lean (alma y eje sobre el que hemos ido construyendo esta colección de artículos en la sección ‘El Rincón del Lean’ de la revista Metalmecánica) constituye los cimientos.

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Como en el caso del Lean, las ventajas y logros de la Transformación Digital (TD) parecen evidentes y constantes. Existen cada vez más dudas sobre la contribución positiva que la TD va a hacer en nuestra sociedad. Dedicamos este artículo a analizar algunos de sus aspectos claves: productividad/ PIB, empleo y algunos temores.

La digitalización no mejoró la productividad

Antes de avanzar a la contribución de la TD, nos ha parecido interesante echar un vistazo atrás, a los albores de la digitalización y analizar como la sustitución de algunos trabajos en estadios más primitivos del cambio tecnológico, se produjo.

Eran los años 80 y las primeras aplicaciones de lo que llamábamos microinformática se hacían realidad. Aparecía en las empresas ese primer ordenador de sobremesa, un mueble más dentro de la oficina, y se empezaba a hablar de proceso de datos con tarjetas perforadas. Sustituíamos las máquinas de escribir por el Wordperfect sin entender dónde iba a terminar esa revolución y pensábamos que eso era todo. No era solo que desparecía el rollo donde se colocaba en papel y el teclado era sustituido por el ordenador, toda nuestra vida estaba empezando a cambiar y la tecnología tomaba cada vez más importancia.

Este primer paso tecnológico contribuyó a simplificar muchas tareas, a hacer posibles otras que hasta ese momento eran impensables y a reducir considerablemente el tiempo de muchísimas más. Fuimos capaces de mandar cohetes al espacio y pulverizar aquellas primeras estimaciones del mercado de ordenadores a nivel mundial de 5 o 6 unidades, para acercar los ordenadores a cada actividad cotidiana.

Tomando hoy, distancia de este proceso de cambio, la pregunta pertinente entonces y ahora sería ¿Y que pasó con la productividad a nivel global? Pues los expertos que estudiaron el asunto repararon que extrañamente a lo esperado, la mejora de la productividad fue nula, vamos 0,0%. Esto en sí mismo, da ya mucho que pensar.

Ya entonces surgieron nuevas necesidades en el mercado laboral, para atender la nueva tecnología, programar las nuevas máquinas y mantener las nuevas mejoras y funcionalidades. Eran tiempos en los que otros sectores estaban en plena retirada: siderurgia, construcción naval, bienes de equipos, química básica, y parecía natural el cambio en lo que ahora llamamos los recursos humanos. Confiábamos en la tecnología como en una aliada, y no podía ser de otra manera. A ello sumamos también la deslocalización a países con menos capacidades y exigencias de la producción de estos sectores. ¿Será esa simple cuestión la que explica la nula aportación global de la digitalización a la productividad global?

Dejamos la respuesta en la mente de nuestros lectores, para su reflexión.

Productividad y transformación digital

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Llevamos ya casi 10 años de andadura con la TD, desde su arranque en Estados Unidos. En el MIT predijeron mejoras de hasta el 40% en eficiencia en las organizaciones que la aplicaran. A nuestros lares la ola de la tecnología o, mejor dicho del Tsunami de la TD, llegó algo mucho más tarde. Analizando su efecto a nivel global y enlazándolo con la pretendida mejora de la productividad, objetivo último de la TD (Una buena pregunta que viene al caso antes de empezar cualquier proceso de TD sería ¿TD para qué?) nos vamos a llevar una desagradable sorpresa. La productividad a nivel global no solo no mejora, si no que empeora.

Por no abundar en demasiados datos, animamos a los lectores a echar un vistazo a la documentación disponible tanto a través de la “Conference Board” que ha constatado, que la productividad laboral mundial ha sufrido un retroceso del 0,8%, pasando del 2,6% anual durante el periodo 1996-2007 al 1,8%, durante los años 2013-2016.

A nivel nacional reseñar las publicaciones de “Caixa Bank Research”, que detecta este cambio de tendencia (economías desarrolladas y países emergentes) en el sentido de empeorar la productividad, en todo el mundo. Y no solo eso, esto supondrá para el próximo decenio un importante impacto en el PIB, que será entre un 18% y 20% inferior en el mismo periodo 1996-2007.

Sin crecimiento del PIB ni mejora de la productividad, no hay espacio para una mejora de salarios. Y si esta se produce, será a costa de empeorar más aun la posición competitiva de nuestras organizaciones.

Teorías que explican (con cautela) todo esto

Como en casi todo, existen teorías para explicar todo esto. La primera es la del “empleo tecnológico”, según la cual es cuestión de tiempo que las ventajas de la TD se materialicen. Ahí estamos, esperando. Nuestras organizaciones siguen esperando, ¿Y/o también desesperando?, por recoger todos los pretendidos ahorros y mejoras que les prometían los consultores. Quizás lleguen, no lo dudamos, la cuestión es si llegarán a tiempo. ¿Conseguirán resistir o claudicarán esperando nuestras organizaciones?

Otra de las teorías tiene que ver por el ‘enfoque limitado’ al nivel de las máquinas en la que TD se limita así a ser capaz de aprovechar al máximo la nueva tecnología desarrollada solamente para las actividades productivas. Perdemos de vista uno de los aspectos más disruptivos de esta cuarta revolución digital que va si o si, muchísimo más allá. La TD en toda la organización debe empezar por cuestionar la propia Misión y Visión de la organización. No es un escenario de “Business as usual” y con una mano de pintura ya integramos la TD en la organización.

Nadie se cuestiona que la TD va a transformar radicalmente los procesos de apoyo o soporte, haciendo los sistemas organizativos muchísimo más eficientes y dinámicos, y hasta alcanzar los procesos de decisión. Ahora que la tecnología hace posible que la información fluya entre los tres niveles de la organización -este es para los autores el cambio fundamental que la TD permite-, la dirección debe empezar a tomar cada vez más decisiones cada vez más rápido, basadas en datos reales y debe desterrar las decisiones basadas en el olfato y la intuición. La TD es un reto aun mayor especialmente en las pymes columna vertebral de todo el entramado económico mundial.

Un entorno tecnológico como en el que nos encontramos marcado por la creciente complejidad y de acelerado ritmo de cambio solo se puede afrontar con éxito desde la TD. Habrá seguro casos en los que haya que mirar más allá de la costumbre para encontrar soluciones disruptivas y aprovecharlas antes que otros o simplemente como condición para poder seguir trabajando por seguir mejorando la productividad.

Y como tercer aspecto la necesidad de contar continuamente con los RR.HH., es decir, la teoría de las “personas en el centro de la TD”. En ella el éxito se confía a mantener siempre adaptados a los cambios perpetuos y crecientemente acelerados la parte humana de la organización. Esto nos llevan a inventar nuevos perfiles profesionales imposibles hace solo unos años, pero necesarios para poder mantener el impulso transformador de la TD. Otros desaparecerán indudablemente, los robots (soft o hard) sustituirán, como en las 3 anteriores grandes revoluciones industriales, a algunos de los puestos de trabajo que hoy existen. Es una cuestión de coste y valor añadido.

O quizás, no hay estudios ni datos al respecto bien encaminados de la TD porque no sabemos cómo hacerlo.

Es la hora de la TD. Es el momento de hacer de los datos objetivos la piedra angular de todos los procesos desde arriba hasta abajo. ¡Sin datos no somos nada!

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