Aeronáutica: un sector que fortalece la economía
El aeronáutico es un sector de carácter dual cuyos productos tienen aplicaciones civiles y de defensa a los que la crisis económica está afectando de manera distinta.
La industria mundial aeronáutica está dominada por la empresa norteamericana Boeing y el consorcio europeo Airbus, en un negocio que mueve aproximadamente 226.000 millones de dólares al año, con un crecimiento anual previsto del orden del 4,8%, lo que significa que se entregarán unos 27.000 aviones nuevos de más de 100 plazas en los próximos 20 años.
En los próximos años, el dominio ejercido por estas dos empresas puede disminuir considerablemente debido a que constructores inicialmente dedicados al segmento regional, Embraer y Bombardier, cuentan ya con modelos en el segmento de 100-120 plazas y van a aparecer otros constructores en China y Rusia que ya poseen aviones hasta 150 plazas que, con toda seguridad, obtendrán una cuota significativa en sus mercados internos que van a experimentar un gran desarrollo.
Hasta la fecha, la industria aeronáutica española ha estado muy ligada a Airbus de la mano de la antigua C.A.S.A., hoy parte del Grupo EADS, al que viene dedicando más del 80% de su producción. En los últimos años las empresas suministradoras del Grupo EADS han comenzado a diversificar sus carteras de pedidos y cuentan ya con contratos no despreciables de otros fabricantes. Por tanto, las expectativas del mercado civil son altamente optimistas con grandes programas en curso (A-380, B-787, B-747-8, A-350XWB, A-320neo, B-737Max, E-190, C-919, SU-RRJ, y otros) que van a garantizar una gran actividad en la industria a lo largo de toda la cadena de suministro durante la próxima década. Otras iniciativas de la UE como Galileo y SESAR van a originar también actividad en áreas de simulación y control de tráfico aéreo.
Las perspectivas del mercado de defensa son menos optimistas que las del mercado civil. Los presupuestos de defensa llevan varios años sin crecimiento en las inversiones (salvo pocas excepciones). La crisis económica llevará a reducciones muy significativas en las inversiones así como el replanteamiento de programas ya iniciados, bien reduciendo las cantidades inicialmente previstas, bien alargándolos en el tiempo, o ambas cosas. Además, no se vislumbran a medio plazo nuevos grandes programas. Los futuros sistemas aeronáuticos para la defensa serán tecnológicamente muy avanzados y, por lo tanto, muy costosos. En Europa, ni siquiera los países más desarrollados los podrán hacer frente en solitario por lo que habrá que afrontarlos en cooperación.
Esto significa que los países participantes deberán armonizar sus requisitos y ponerse de acuerdo en las especificaciones, lo que necesariamente alargará los plazos de lanzamiento como ya ha ocurrido en el programa A-400M.
Una de las tecnologías que parece más prometedora y donde los gobiernos parecen estar dispuestos a poner más recursos es la de los Sistemas Aéreos no Tripulados (UAS). Todos los grandes países cuentan en la actualidad con ambiciosos programas propios en esta materia aunque la falta de coordinación y de voluntad política a nivel europeo para hacer un gran programa que abarque distintos tipos de estos sistemas añade una dificultad más a las perspectivas del sector.
Junto a lo anterior, una nueva actividad que está cobrando gran importancia es la del sostenimiento entendido como: mantenimiento+modernización. Esta actividad, hasta hace poco tiempo en manos de los operadores y clientes de los productos aeronáuticos (líneas aéreas y maestranzas), empieza a cobrar relevancia en los fabricantes de aviones y motores que compensan así la reducción de precios de sus productos como consecuencia de una feroz competencia.
El sector aeronáutico español presume de estar en todos los momentos de la fabricación de un avión. Esto supone poder cubrir desde la investigación y producción al ensamblaje, certificación y mantenimiento de un avión completo.
No hay que olvidar que cada dos segundos un avión despega en alguna parte del mundo y, pese a ser un hecho cotidiano, no deja por ello de ser extraordinario. En apenas cien años hemos pasado de volar en aviones de madera a muy poca velocidad a trasladarnos de un continente a otro en poco tiempo.
En 1970 España no participaba industrialmente en la Aviación Comercial. Hoy, sin embargo, la mitad de los aviones comerciales en el mundo incorporan tecnología española gracias a su participación en los programas del consorcio Airbus (11%).
Tras este hecho, se encuentran numerosas empresas que no han dejado de escalar posiciones como líderes mundiales en su actividad. Juntas participan en todas las fases del proceso productivo de una aeronave, por separado, están especializadas por tecnologías. Así, EADS destaca en el ensamblaje y comercialización de aviones; Indra cuenta con el reconocimiento en la fabricación de simuladores y sistemas de control de tráfico aéreo; ITP, en propulsión; Iberia Mantenimiento, en la reparación y conservación de los aviones. Eurocopter está especializada en la producción de helicópteros, mientras Aernnova y Airbus son expertas en la fabricación y montaje de aeroestructuras.
Estas empresas hacen que España cuente en la actualidad con integradores de primer nivel, lo que representa una ventaja diferencial frente a muchos países industrializados, que aún poseyendo un gran desarrollo industrial, sólo incluyen en su cadena de suministro proveedores de cierto tamaño que no son capaces de controlar la especificación del producto.
La gran ventaja de poseer industrias de cabecera e integradores de primer nivel es, también, la capacidad para convertir la demanda mundial de un producto en especificaciones de un sistema o un subsistema y la capacidad de decisión sobre la localización de la carga de trabajo.
Todo lo anterior hace que la industria aeronáutica española esté presente en los programas más complejos y avanzados tecnológicamente empleando de forma directa a más de 36.000 personas en España, cifra que se multiplica por cuatro si se consideran los puestos de trabajo indirectos.
Con unas cifras de negocio equivalentes al 5% del mercado en Europa y una exportación del 70% de su facturación la industria aeronáutica española está detrás de la de países más grandes, pero ocupa un destacado octavo puesto mundial.
España está presente en todos los segmentos de actividad; la mayor parte del sector aeronáutico español (78%) está dedicada a 'aeronaves y estructuras', un 12% corresponde a 'motores' y un 10% a 'equipos y sistemas'.
El sector aeronáutico es estratégico para la industria y la economía española por sus características intrínsecas del mismo y que se pueden resumir en España en las siguientes magnitudes: